REFLEXIONES POSELECTORALES. Por Hilario Castro Trezza

Entendemos oportuno reflexionar sobre las recientes elecciones internas, introducidas por la reforma constitucional parcial sancionada por ley constitucional el 15/10/1996; ratificada en plebiscito el 8/12/1996; promulgada por el Presidente de la Asamblea General el 14/1/1997 y efectivizada por vez primera el 25 de abril de 1999.

Desde la elección directa del Presidente de la República el 26 de noviembre de 1922 hasta los comicios de 27 de noviembre de 1994 inclusive, rigió en el país el sistema de doble voto simultáneo para la elección presidencial. Cada Partido podía ofrecer a la ciudadanía varias fórmulas y la que tenía más sufragios dentro del Partido más votado era la proclamada. Era una elección interna en cada Partido simultánea con la elección nacional.

Lo mismo sucedía con la elección de los Intendentes Municipales. Este sistema, inventado por el belga Jules Borely en 1870, recogido en nuestro país por el Dr Justino Jiménez de Aréchaga en 1876, establecido por ley Nº:3640 de 11/7/1910 y constitucionalizado en la Carta Magna de 1919, fue objeto, por parte de los partidos minoritarios, de acerbas críticas, a mi juicio injustificadas, dicho mecanismo electoral impidió la atomización del sistema político nacional, pero le faltaba el invento francés del ballotage, que hubiese impedido lo ocurrido en los comicios de 1971.

Se la denominaba “ley de lemas” en forma impropia y despectiva, recuerdo la motivada defensa que hacía de ella el eminente ciudadano y experto en Derecho Electoral Don Renán Rodríguez, quien fue Presidente de la Corte Electoral cuando en 1985 se restauró la democracia en el país.

En las elecciones de 27 de noviembre de 1994 el Partido Colorado obtuvo el 32,3 % de los votos, el Partido Nacional el 31,2% y el Frente Amplio el 30,6%. Entonces cundió el pánico político entre colorados y nacionalistas en cuanto a que era casi inevitable el triunfo del Frente Amplio en las próximas elecciones.

Para impedir electoralmente dicho triunfo había tres caminos, uno era crear un lema común a colorados y nacionalistas sin perder la identidad de cada uno de ellos, como lo llevó a cabo el Frente Amplio en 1971, con los partidos y movimientos de izquierda; un segundo era instaurar en la Constitución lisa y llanamente el ballotage, y un tercero aparentemente más seductor para el electorado, por el que se inclinaron, reforma constitucional mediante, instituir las elecciones internas a fin de elegir candidato único por Partido, primera vuelta y eventualmente segunda vuelta o ballotage. A su vez separaban en el tiempo las elecciones departamentales y municipales.

El Frente Amplio, no sin opiniones discordantes, se opuso a la reforma dado que advirtió que se hacía para impedirle acceder al gobierno. Vigente la reforma, en las elecciones del 31 de octubre de 1999 en primera vuelta triunfa el Frente Amplio con el 40,1% de los sufragios sobre el Partido Colorado con el 32,8% y el Partido Nacional con el 22,3%, pero en el ballotage el Dr Jorge Batlle con el 52,5% de los votos triunfa sobre el Dr Tabaré Vázquez que obtiene el 44,5% de los sufragios.

El Frente Amplio debió esperar al 31 de octubre de 2004 para triunfar con la candidatura del Dr Tabaré Vázquez en primera vuelta por el 51,7% de los votos. Dilataron en cinco años el acceso al gobierno del Frente Amplio, a cambio de insertar en la Constitución un perverso sistema electoral que debemos padecer hasta el día de hoy.

La reforma constitucional de 1996 previó en las disposiciones transitorias W y Z las reglas de las elecciones internas con voto no obligatorio, que pueden ser modificadas por ley ordinaria por dos tercios de votos del total de componentes de ambas Cámaras, para la selección de los candidatos únicos de cada Partido, para las elecciones de Presidente y Vicepresidente de la República (art 77 numeral 12) y el máximo de tres candidatos  por Partido para las elecciones de Intendentes Municipales (art 271).

Las Convenciones Nacionales y Departamentales de cada Partido cumplen un rol meramente formal, todo está “cocinado” por fuera de ellas, simplemente se limitan a homologar lo decidido en las cúpulas. Y para ello pretenden hacer obligatorio el voto de la ciudadanía, rechazo enfáticamente este absurdo de obligar a la ciudadanía a votar bajo coacción de severas sanciones.

Los órganos deliberativos y ejecutivos de cada Partido deben ser electos, conforme a sus Cartas Orgánicas, por procedimientos democráticos tal como ya lo establecía el art 77 numeral 11 de la Constitución vigente desde 1967 y que nunca legalmente se reglamentó. El tema no es la decreciente participación ciudadana en los comicios internos que llegó al 36% de los habilitados, la cuestión es reformar este sistema desgastante, costoso y limitante de la libertad de los candidatos y de los electores.

Estoy abierto a otras propuestas, pero soy partidario de volver al doble voto simultáneo que implica una elección interna simultánea con la nacional como existía hasta 1994 inclusive, con la diferencia de que la fórmula más votada de cada uno de los dos Partidos más votados compitan en un ballotage, salvo que una de ellas obtuviese la mayoría absoluta en la primera vuelta.

Y en las elecciones departamentales y municipales, separadas en el tiempo de las nacionales como acertadamente ocurre desde el año 2000, libertad total de candidaturas a la Intendencia Departamental con doble voto simultáneo, como por otra parte ocurre ahora con los dos o tres candidatos por cada Partido.

Estimados lectores, no les parece más razonable esta propuesta que el voto obligatorio en las elecciones internas. Yo voté en las recientes elecciones internas, pero no subestimo a mis compatriotas que no concurrieron a sufragar, ellos le dieron al sistema político una clara señal de que este absurdo mecanismo debe ser reformado a fondo.