Decía Churchill: “La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de
todos los demás». Esto exponía que, dentro de los sistemas que nos hemos dado o
que hemos soportado las sociedades, la democracia había demostrado ser
superadora, quizás no en la calidad de los gobernantes, pero sí en la posibilidad de
cambiarlos periódicamente por decisión del soberano, quienes los eligen para
gobernarlos. Y eso es lo realmente esencial, ya que la separación de poderes, una
vez electo el Ejecutivo, se puede ir desarticulando con una estrategia de ir
colonizando los demás poderes.
Tocqueville publicó en 1835 La democracia en América en dos partes. Fue a
estudiar la democracia moderna allí donde se desarrolló, en ese apéndice
americano de Europa fundado por disidentes de la Revolución inglesa, para
comparar sus rasgos con los de la democracia francesa nacida en la tempestad de
fines del siglo XVIII.
Para Tocqueville, la democracia encierra el peligro de degenerar en lo que él
describe como despotismo suavizado. Los estadounidenses comunes reclamaron
una voz demasiado grande en la esfera pública, desplazando a los intelectuales.
Esta cultura promovió una igualdad relativa, argumentó Tocqueville, pero las
mismas costumbres y opiniones que aseguraban tal igualdad también promovían
la mediocridad. A los que tenían más educación e inteligencia les quedaban dos
opciones: unirse a círculos intelectuales para explorar los problemas complejos
que enfrenta la sociedad o usar sus talentos superiores para acumular fortunas en
el sector privado.
“La mayoría ha encerrado el pensamiento dentro de una cerca formidable. Un
escritor es libre dentro de esa área, pero ¡ay del hombre que va más allá! No es
que tenga miedo de una inquisición, pero debe enfrentar todo tipo de desagrado
en la persecución todos los días. Una carrera en política está cerrada para él
porque ha ofendido al único poder que tiene las llaves”.
Un problema grave en la vida política no era que las personas fueran demasiado
fuertes, sino que eran “demasiado débiles”. “Las personas son quienes crean la ley
y la ejecutan”, pero también permiten que el gobierno democrático y
representativo, en realidad, sea el de la mayoría de los ciudadanos. La tiranía de la
mayoría también es un obstáculo de los gobiernos democráticos, tan frustrante
como una “oposición” paralizante.
“Las instituciones democráticas despiertan y activan la pasión por la igualdad sin
ser capaces de satisfacerla por completo mediante el sufragio universal”. Esocontribuye a la arbitrariedad en los puestos públicos, un peligro que favorece
intereses corporativos. “La democracia usa una suma enorme para satisfacer las
necesidades de gobernar a la gente”, incentivando a perpetuarse en el cargo,
postergando a las minorías defraudadas.
Más que una figura de autoridad gubernamental, el abuso demagógico fija
prioridades, pues le es imposible abarcar detalles de la vida de toda su población y
solventar, con recursos finitos, aspiraciones infinitas. La elección por las mayorías
obliga a los candidatos a ofertas utópicas que crean apatía en el votante.
El privilegio de poder reparar sus errores, “virtud introducida al mundo político”,
es precisamente la tiranía de la mayoría, que también oprime y acostumbra a las
ofertas gastadas, a los placeres inmediatos y a los éxitos sencillos.
Tocqueville remarca la facilidad con la que la democracia del Estado social puede
convertirse en despotismo. Reconoce que los gobiernos democráticos se han
vuelto violentos y crueles luego de que se reiteran crisis esporádicas. Especula
cómo se verá el nuevo despotismo en el mundo y cómo puede regularse. Concluye
que cada sistema tiene sus vicios y virtudes; hay buenos y malos instintos, por lo
que es necesario formar ciudadanos en el cuidado de juzgar a las sociedades por
sus ideas y su resultado, tanto actuales como pasadas.
Advierte contra la tiranía de las mayorías, el despotismo popular, la violencia
partidista y la subordinación de los más capaces a los prejuicios de los ignorantes.
La ausencia de libertad intelectual, la degradación de la administración pública, la
decadencia de la asistencia social, la educación o las bellas artes. Define que la
Providencia no ha creado a la raza humana independiente o esclava y que
depende de las naciones de nuestro tiempo si la igualdad llevará a la servidumbre
o a la libertad, al progreso o a la miseria.
A partir de 2010, la democracia en América Latina ha enfrentado numerosos
desafíos que han puesto a prueba la resiliencia de sus instituciones democráticas.
Entre los problemas más destacados se encuentran la corrupción, la polarización
política y la violencia. Algunos hablan de una nueva forma de democracia. Lo raro
es que aquél era el menos malo de los sistemas de gobierno y les hacen perder los
valores que la sustentaron.