QUIEN MANDA…Por Nelson Jorge Mosco Castellano

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Después que los sistemas económicos y sociales comunistas y socialistas se aburrieron de hambrear al mundo, y cuando estaba en riesgo la subsistencia del partido, algunos de sus dirigentes más sagaces se dieron cuenta que la cosa no iba por ahí. Se iban a quedar sin la estructura partidaria, que iba a ser devastada por un tsunami de desesperación.

Es cuando Deng Xiao Ping llegó a la conclusión que los gatos sean blanco o negros, viven de cazar ratones, o mueren.

Encerrar la economía en una programación burocrática era letal para definir prioridades productivas y que producción y consumo se pusieran de acuerdo en lo que era necesario y prioritario producir. Cerrar el comercio al mundo era la receta más conveniente para morir sin el oxígeno económico que produce el intercambio de bienes y servicios, con la consiguiente oportunidad de crecer en recursos.

Establecer metas a lo bestia como con el “Gran Salto Adelante” desde un escritorio, aunque se quieran imponer a sangre y fuego por medio del terror y la violencia, solo conducen a probar que las utopías sin esfuerzo colectivo entendiendo en cada momento lo posible, la realidad y las condiciones que cada individuo aplique para superar tales circunstancias, produce hambrunas y muertes, evitables simplemente con la genialidad intransferible del individuo interactuando como ser pensante. Arriesgando en el marco de prueba y error, alejado de la imposición maniquea de un imbécil que manda sin entender ni asumir las consecuencias inmediatas de ordenar dar un paso adelante al borde del abismo.

Desde China a Vietnam, Singapur, o Rusia convertida en soviética, la realidad demuestra que el sistema está mal planteado. El ser humano sin restricciones mentales de superestructuras colectivistas, resuelve mejor la oportunidad de sobrevivir aún en situaciones extremas.

Los partidos comunistas siguen existiendo. En algunos lugares al límite del exterminio de quienes son explotados por los que ofrecieron liberarlos.

En China les preocupa más que EEUU aplique políticas proteccionistas que restrinja el comercio. Aprendieron que una economía cerrada asfixia. Aprendieron a copiar. Aprendieron que tenían la ventaja comparativa de que su gente está acostumbrada a vivir trabajando casi sin comer, y que así, con el sacrificio extremo pueden vender al mundo el subsidio del hambre y sus precios públicos rebajados a fuerza de una estructura policíaca. Tienen tanto temor a que se cierre la economía mundial, como a que tengan que sufrir planificaciones internas que hacen el desastre de construir ciudades enteras sin que haya suficientes interesados con posibilidad de adquirirlas.

Aplican el desarrollo tecnológico al “gran hermano” de vigilar cada acción humana, ignorantes eternos de que el ser humano no se expatría del lugar de nacimiento, salvo que lo esclavicen y no tenga otra alternativa.

Volviendo al pago. Los uruguayos estamos divididos. No es porque pensemos que las personas están separadas en buenos de un lado y malos del otro. Es en realidad por esas mismas ideas. Unos siguen pensando que hay que aumentar la estructura estatal. Que desde el gobierno se puede mandar, producir, repartir, mejor que lo que la naturaleza ha permitido al ser humano hacerlo por su propia cuenta.

Nadie es perfecto. Por eso, pensar que se tiene la verdad revelada; que unos son honrados y los otros no; que pueden hacer mejor lo que condujo al Uruguay a encerrarse, a defender tiranías porque hay que abroquelarse con los que piensan igual, porque los otros son el enemigo, nos produce espanto.

Quisiéramos gobernantes que se equivocaran, fueran deshonestos, condujeran mal la economía pública, o generaran aún mayor desigualdad económica, pero pudiéramos estar seguros de sustituirlos en la próxima elección.

Quisiéramos gobernantes sin un balde ideológico. Que pudieran entender y dialogar con quienes piensen distinto, conscientes de que son falibles.

Queremos que los deshonestos (que cuando se ejerce el poder siempre los hay) puedan ser igualados ante la ley penal en la condena a sus actos corruptos.

Queremos que se entienda la realidad sin anteojeras. Que no es malo que haya ricos, sino que no se pueda resolver el problema de los pobres.

Queremos que en un mundo que vertiginosamente produce oportunidades no se frustren desde el gobierno porque a priori decidan por nosotros que es lo bueno y lo malo de los cambios.

Queremos, en definitiva, que se entienda, QUIEN MANDA. Que quienes elegimos a los gobernantes somos nosotros, y que sus veleidades deben cesar ante nuestra presencia soberana, apenas crean que son los dueños del país y del mundo.  

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