Por: Tilio Alberto Coronel Grillo.
Introducción
Maimana, ciudad ignota y desconocida hasta para los propios afganos, se hizo famosa en el mundo entero por seis horas de disturbios ocurridos el 7 de febrero de 2005. Diarios de todo el mundo publicaron la noticia: “Cuatro personas murieron hoy en Afganistán ,en la ciudad de Maimana (norte del país), en disturbios durante manifestaciones contra las caricaturas del Profeta Mahoma publicadas en Europa.”
Fui testigo presencial de esos hechos; una típica “revuelta popular”, en la que participaron Fuerzas de la ISAF[1], miembros de Naciones Unidas y manifestantes afganos.
Antecedentes
En aquellos días, el mundo musulmán era presa de indignación por las caricaturas de Mahoma publicadas en Dinamarca. En Kabul y Kandahar la reacción fue violenta y en tres días tumultuosos murieron once personas. La ola de resentimiento también llegó al norte del país.
La situación en la Provincia de Faryab parecía tranquila. Sin embargo, una mirada competente, acostumbrada a los constantes cambios de la situación, podía sacar una conclusión distinta. Las nevadas habían cesado. Los caminos estaban abiertos al tránsito. Los movimientos -legales e ilegales- retomaban su curso normal después del invierno.
Desde los antiguos tiempos, el “bazar”[2] es el principal sitio para colectar e intercambiar información. Allí ya circulaban noticias del reinicio de actividades. En los comercios y tenderetes del mercado, los habitantes de Maimana comentaban que en Ghunda Sabz [3], había ocurrido algo importante; un combate entre la ISAF y el ejército afgano contra algunos “señores de la guerra”. También se hablaba del reinicio del conflicto de los partidos políticos Hezbi Azadi -Junbish -i Milli, iniciado en septiembre de 2005.
Otro hecho inusual fue comunicado por el jefe de policía de Maimana, quien afirmó: “Los guardias armados de los comandantes Shamal y Nassim (los dos más notorios por sus desmanes en los últimos meses) fueron vistos en Maimana hace unos días”. Varios comerciantes contradijeron esa información: “El jefe está mal informado. Ambos comandantes en persona están en la ciudad. No le quepa duda que están acá por algo”.[4]
Como era habitual, el domingo 5 de febrero a las dos de la tarde se reunió el Consejo de Seguridad Provincial. Se informó de la llegada de doscientos policías de dos unidades especiales (la 31ª y la 32ª) procedentes de Kabul. El comandante declaró: “Venimos con la misión de mantener el orden en la Provincia de Faryab, pero previamente necesitamos elaborar un plan de acción.” No se habló de incidentes futuros. La tarea a encarar era el reinicio del desarme de “grupos armados ilegales”. El Jefe del Departamento de Seguridad afgano no había detectado actividades sospechosas. Las autoridades locales declararon una “absoluta normalidad en la Provincia”.
Planificación de la revuelta
Sin embargo, entre la población había un sentimiento diferente. Corrían rumores de que se estaba organizando una demostración para el miércoles ocho de febrero a las diez de la mañana, en protesta por las caricaturas de Mahoma. La misma iba a ser de carácter pacífico.
Estaba siendo alentado en las cinco mezquitas de la ciudad durante los sermones de los viernes, Día de la Reconciliación. Los “ulemas” [5] despachaban ácidas críticas contra Occidente y el Cristianismo, llegando al absurdo de expresar: “Las caricaturas fueron impresas por los soldados de la “ISAF.” Los ciudadanos comunes no las vieron porque la mayoría carece de televisores. Tampoco tenían una idea muy acabada de la ubicación de Dinamarca, pero eso no fue obstáculo para inflamar el muy fuerte sentimiento nacional afgano, apoyado en un arraigado resabio contra todo lo extranjero. Ese estado de espíritu fue muy bien aprovechado por los organizadores de la revuelta.
Existían además otros factores coadyuvantes.
Durante el mes de septiembre de 2005 Guli Pahlawan -segundo en la conducción del Partido Hezbi Azadi – había anunciado su intención de instalar una oficina en Maimana para ejercer sus actividades políticas. Abdul Latif Ibrahimi, el gobernador provincial , le había proporcionado una casa acondicionada por las fuerzas locales de la ISAF, ya que estas cumplían tareas de acción cívica, tales como construcción de policlínicas, escuelas y comisarías [6].El Partido Junbesh-i-Milli calificó de traidor al Gobernador y decidió también “pasarle la cuenta” a la representación de ISAF por refaccionar un local para el opuesto (y odiado) partido político .El tema de las caricaturas dio pie a la excusa esperada desde tiempo atrás. A partir de ese momento, Junbesh-i -Milli tomó a su cargo la situación, desplazando a los “ulemas”.El motivo religioso sería usado con fines políticos.
Se dijo también que el propósito de la demostración era frenar el proceso de desarme de los “grupos armados ilegales”, reiniciado en diciembre de 2005, aunque con escaso impulso del Gobernador de la Provincia de Faryab y del Vice Gobernador, doctor Said Ahmad Saaid.
El siete de febrero de 2006
El martes siete de febrero de 2006 amaneció un día claro, soleado y de temperatura agradable. Las calles de Maimana estaban cubiertas de barro. De la nevada de fines de enero -la peor ocurrida en los últimos quince años- solo quedaban algunos montones de nieve que la gente se afanaba en recoger con palas.
En la oficina de Naciones Unidas había un revuelo inusual a tan temprana hora. El ayudante del jefe, Sahki Mohammad, afgano de cincuenta años y conocedor al detalle de lo todo lo que ocurría en la ciudad, informó: “La manifestación se adelantó. Será hoy a las diez de la mañana. Los ulemas quisieron posponerla, pero ya no había tiempo. El pueblo ya estaba avisado. Será aquí enfrente, en la plaza”.
La plaza de Maimana -lugar llamado “El Parque” -es un espacio despejado de doscientos metros de ancho por trescientos metros de largo. Como punto céntrico de la población, a su alrededor se ubican muchos comercios del “bazar”. Sobre el lado sur estaba la oficina de Naciones Unidas y en el flanco norte el cuartel de la ISAF.
Alrededor de las diez de la mañana apareció un pequeño grupo de jóvenes del partido Junbish -i -Milli. Entonaban cánticos y mostraban una actitud agresiva. Apedrearon el frente del edificio de Naciones Unidas y siguieron su camino. Se estacionaron frente al cuartel de la ISAF. Diferentes grupos empezaron a converger hacia allí. Al cabo de treinta minutos había una multitud de unas trescientas personas, en su mayoría miembros del partido Junbesh -I-Milli .Formaron una línea frente al cuartel y comenzaron a arrojar piedras (llevadas desde de un camión allí estacionado) y cócteles “molotov”. Los soldados de la ISAF mostraban una actitud defensiva, pero habían arrojado por lo menos tres granadas de gas lacrimógeno para dispersar la multitud, propósito que no lograron.
Subimos al techo de la oficina a observar. Próximo al cuartel y un poco a la derecha se levantaba una inmensa columna de humo. Las explosiones de granadas de gas continuaban, a las que se sumó una explosión más potente. Una granada de fragmentación había sido arrojada dentro del cuartel por los insurgentes, sin causar bajas. Los revoltosos, armados con fusiles AK 47, abrieron fuego sobre los efectivos de la OTAN, quiénes repelieron la agresión.
Se encontraba con nosotros el administrador de la oficina, Sayed Habibullah, afgano de 38 años,”guerrero santo” en la lucha contra la URSS y conocedor de estos eventos. Habibullah dijo: “Lo peor que puede pasar ahora es que se produzca una muerte entre los manifestantes”. Fue lo que se nos informó diez minutos mas tarde: Habían muerto dos afganos durante el tiroteo y ahora la turba completamente enfurecida y fuera de todo control había traído más armas y municiones.
El combate aumentó su intensidad. Ya había centenares de espectadores en el centro de la plaza. Cada explosión de los “cócteles molotov” era festejada por aplausos y gritos de la multitud. La situación se agravaba rápidamente. Nos informaron que una fuerza de “despliegue rápido” se estaba preparando en Kabul y llegaría a Maimana en una hora. El apoyo aéreo estaba en camino y llegaría en breve. No habían transcurridos mas de cuatro minutos cuando por el este aparecieron dos aviones de combate, en vuelo rasante sobre la plaza, con un ruido atronador. Fue sorprendente la reacción de los espectadores y participantes de los eventos, reflejo adquirido luego de diez años de guerra contra los soviéticos: se tiraron al piso en forma instantánea y después se levantaron y corrieron en todas direcciones buscando refugio. Los aviones hicieron otra pasada, ahora de oeste a este, lanzado bengalas y luces de colores, en un esfuerzo por amedrentar a los manifestantes, quienes sin embargo no depusieron su agresiva actitud.
A las trece y cuarenta, la fuerza de despliegue rápido había despegado de Kabul. Maimana fue declarada “ciudad blanca”, clasificación de seguridad en la cuál la “comunidad internacional”[7] debía ser reubicada en un lugar mas seguro.
Fijamos las catorce treinta como hora de partida, pero antes requerimos apoyo de la policía afgana, quien nos proporcionó una escolta de ocho policías repartidos en dos vehículos.
Abandonamos Maimana por la salida oeste. Como punto de destino inicial elegimos un poblado llamado Daulatabad porque tenía algunas facilidades de alojamiento. El segundo era Faisabad, distante dos horas de Mazar -e -Sharif, lugar definitivo de nuestra reubicación.
A las tres de la tarde la fuerza de “rápido despliegue” aterrizó en Maimana, tomó el aeropuerto, se desplegó en formación de combate y enfiló hacia la plaza, dispuesta a enfrentarse a los atacantes. No hubo necesidad de hacerlo, porque éstos, al ser informados por sus observadores del arribo de un avión Hercules C 130, se dispersaron rápidamente y la calma volvió al lugar.
Llegamos a Sibergan[8] a las ocho y media de la noche. Allí nos alojamos. BBC World ya anunciaba los problemas en Maimana. La locutora dijo: “El personal de Naciones Unidas fue evacuado y se dirige a Mazar -e-Sharif”. Es gracioso lo de los secretos operativos. Nosotros no mencionamos nuestro destino final ni siquiera en nuestra comunicaciones internas con Kabul y Mazar-e -Sharif por “razones de seguridad”, pero BBC World lo anunciaba a todo el mundo. En Sibergan nos ordenaron partir al amanecer del día siguiente. Se iba a hacer una manifestación con igual motivo a las nueve de la mañana.
Conclusiones
Volví a Maimana el veintiuno de febrero y visité primeramente el cuartel de la ISAF. Estaban reparando los destrozos y aun se veía la enorme cantidad de piedras arrojadas.
El comandante estimó en trescientos los manifestantes presentes. ”Nosotros usamos medios de disuasión pasivos como balas de goma y gases lacrimógenos” -dijo-.”Los afganos emplearon fusiles AK 47, dos lanza misiles RPG 7 y granadas de mano. Seis soldados resultaron heridos.”
El comandante comentó además: “Nos vimos desbordados.” Respecto a las piedras usadas como proyectiles, reflexionó: “Las trajeron de otro lado. Las sacaban de un camión estacionado dos días antes frente al cuartel”.
Luego visité al director del hospital de Maimana, un sitio con muy escasos recursos e instalaciones.
“Ese día -me dijo el médico jefe- fuimos sobrepasados”. “Teníamos cuatro personas muertas, afganos, todas jóvenes y quince personas heridas”. Le pregunté por sus identidades o si los conocía, pero no me pudo dar la información. No había quedado ningún registro.
Me dirigí por último al jefe de la Oficina de Inteligencia del Gobierno Provincial, quien tampoco me pudo informar acerca de la identidad de los fallecidos.
Los cuatro cadáveres estaban decapitados y no presentaban signos de heridas de bala, según un participante de los hechos. Preguntando aquí y allá en el bazar recogí cuatro versiones acerca de los muertos.
La primera versión responsabilizaba a la policía afgana, cosa que no parecía verosímil, porque los policías, aunque estaban armados, habían asumido el simple papel de observadores. Hicieron un solo intento por dispersar a la multitud, sin resultados.
La segunda versión decía que habían sido los soldados de la ISAF, pero como ya dije, el comandante informó que sus efectivos habían usado gases lacrimógenos y balas de goma. Cuando hicieron fuego con munición real, dispararon al aire. Por supuesto, no había ninguna pericia balística a favor o en contra de cualquier versión.
La tercera versión involucraba a un “señor de la guerra”, el comandante Qader, conocido como hombre moderado, colaborador con el gobierno provincial en la tarea del desarme. Qader estaba presente en el lugar de la manifestación. Al percatarse del aumento de la violencia, enfrentó a la multitud y reclamó calma. Como respuesta recibió una pedrada en la frente. Entonces se defendió abriendo fuego con su AK 47 y mató a los cuatro afganos.
La cuarta versión apuntaba a los propios líderes de la revuelta como asesinos de los jóvenes afganos, al parecer con intención de culpar a la policía afgana o a la ISAF, en la típica maniobra de la creación de mártires tantas veces empleada. El hecho de haberlos decapitado eliminaba toda posibilidad incluso de saber quiénes eran esos hombres, de dónde eran y a que grupo político pertenecían.
No se confirmó ni desmintió nada. En un ambiente hostil y violento, donde a diario se producían muertes de las más diversas formas, no había intención de investigar las causas. Tampoco se investigaron las motivos y consecuencias de la revuelta. Así es el norte de Afganistán, sitio donde todo el mundo sabe de todo, pero al mismo tiempo nadie sabe de nada.
Notas
[1] Internacional Security Assistance Force
[2] Se llama así al mercado de cada ciudad, villa o aldea.
[3] En esa región está el que tal vez sea el mercado más importante de la Provincia de Faryab
[4] Se decía que estaban allí participando en la organización de la revuelta.
[5] Sabios expertos religiosos en el Islam
[6] Conformaban un PRT (Provincial Reconstruction Team). Incluso habían construido la prisión de Maimana.
[7] En ese momento éramos siete personas de diferentes nacionalidades: Un albanés, un sueco, una finlandesa, una francesa, una inglesa, un italiano y quién escribe, uruguayo
[8] En el norte, segunda ciudad en importancia después de su capital, Mazar-e-Sharif.