Ya es un clásico (para algunos) el recurso de apuntar a los sentimientos cuando se hace periodismo partidario.
Por supuesto que también lo hacen muchos políticos en sus campañas.
“El miedo” es uno de los sentimientos básicos de supervivencia, y más cuando hay “víctimas y victimarios”.
En un medio de prensa del país se publicó recientemente la siguiente cita:
“El 28 de marzo va a empezar un nuevo momento político. Si gana el no, el gobierno va a sentirse autorizado para pasarle por arriba a la oposición, golpear a los sindicatos, privatizar lo que quiera privatizar, profundizar sus reformas de mercado en la educación y la seguridad social”.
Recrear la brecha entre buenos y malos, indignos e indignados, los míos y los tuyos, los que hacen bien las cosas y los que las hacen mal, perversos y bienintencionados, izquierda y derecha, oligarcas y progresistas.
El mensaje a dar es “nosotros somos los únicos que defendemos realmente a los desposeídos y oprimidos”.
Para muchos, lamentablemente, el que piensa diferente es automáticamente un enemigo, y eso genera enfrentamientos, pasiones desmedidas y frena el progreso educativo, económico y social de nuestro país. “Que es de todos”.
Cito algunas palabras y frases expresadas en la misma publicación que me hacen ruido:
“Una caterva de trolls, operadores y ultraderechistas…”
“… aun ante la realidad más evidente, va a haber mentirosos o mandaderos profesionales (o amateurs) …”
“Las persecuciones y las intimidaciones no son casualidad”.
“… para ganar necesita enrarecer el ambiente”.
“Proliferarán las chicanas: fulano no sabe de lo que habla, mengano inventa, zutano repite como loro”.
¿Hay alguna posibilidad que a alguien se le caiga una idea y cambie el chip?
¿Se puede hacer propaganda política partidaria hablando de las bondades de tal o cual proyecto sin denostar a los que están en la vereda de enfrente?
Se podría “cambiar el libreto”, que muchos lo siguen al pie de la letra como un dogma, y dejar de fomentar la llamada grieta entre orientales.
estimado el NO esta asegurado.-