Por Pluma Blanca
Lo bueno, lo malo, lo feo y lo lindo
Uruguay está usando por cuarta vez en su historia el recurso de referéndum. Lo hace para derogar una ley aprobada por el parlamento recientemente electo. Esta situación está planteando diversas miradas. Es un intento de derogar 135 artículos inconvenientes para los convocantes, dicen unos; es un plebiscito dirigido al gobierno; es un intento de detener la acción de un gobierno legítimo usando verdades a medias y mentiras aviesas; es, en fin, un esfuerzo por demorar para dar tiempo a la ciudadanía a entender su error y devolverle el poder al frente amplio en 2024. Será una de esas opciones o una combinación de ellas, lo cierto es que las sociedades cambian porque las ideas rectoras cambian y los que las hacen cambiar son los líderes de opinión que conducen la sociedad o la manipulan, ciertamente con maestría creciente. Cuestiones de márquetin político o sociológico.
No es lo mismo analizar la sociedad uruguaya de 1811 que la de 1830. La primera estaba dominada por la idea de liberación de la corona española, usurpada por Napoleón. Aquellos patriotas actuaban bajo la inspiración de las ideas del iluminismo y la constitución americana. La segunda estaba signada por la tutela de Inglaterra y el centralismo porteño y dominada por el deseo de sacudirnos el yugo lusitano. Una misma gente, solo dos décadas o menos, una misma cultura española y criolla y dos contextos completamente distintos son suficientes para explicar el exilio del prócer, las leyes de La Florida, la convención preliminar de paz y la jura de la primera constitución.
Así sigue nuestro devenir, la guerra grande, la del Paraguay, Latorre, Batlle y Ordoñez, Terra, el ruralismo, el consejo nacional de gobierno, la guerrilla tupamara, el gobierno de facto, la nueva democracia, el gobierno del frente y la recuperación del robo y la anarquía. Pero este Uruguay del referéndum merece, pese a la inmediatez que induce a la pasión, unas líneas. Es que se trata de un momento bisagra que marcará una vez más la historia de nuestro pueblo. Es un nuevo amanecer y tiene luces de un día brillante por venir. Es una nueva aurora, una que nos devuelve la sonrisa y la esperanza. Es un nuevo despertar y como cada nuevo día trae en sí un milagro nuevo. Claro que los problemas siguen, pero hay esperanza nueva. Esa es una buena noticia.
Aquel Uruguay tuvo sus gritos de libertad que precedieron a la caída del español, Pedro José Viera y Venancio Benavidez marcaron con su admirable alarma el comienzo de la emancipación. Éste tiene a sus augures también. Los hemos escuchado. Se llaman Luis Lacalle Pou, se llaman Jorge Larrañaga, se llaman Guido Manini Ríos y tantos más. Se llaman usted y yo, ella y aquella, madres, hijos, padres, nietas. Aquellos viejos tiempos tuvieron sus mazmorras y sus degüellos y sus abrazos y perdones. Estos tienen su sistema judicial parcializado y decadente, sus amnistías y sus leyes infames y vengativas, sus cobardes en las sombras. Siempre habrá intereses y grupos que pujan por el poder sin medir dolores ajenos. La grandeza de un pueblo no está en sus desgracias, pero sí en sus sufrimientos, cuando son inspirados por buenos valores. Este Uruguay de 2022, conducido por su presidente, se destaca por su anhelo de unión y de libertad con responsabilidad. Esa es otra buena noticia.
Hay un deseo de libertad responsable, firme y buena, que acepta el debate donde sea y se defiende de forma clara y trasparente, de igual a igual, sin bajar la mirada, pero humildemente. Se respira mejor, como es esas mañanas lindas a campo abierto.
El discurso del presidente ante la asamblea general dura algo más de una hora y está en YouTube, por favor véanlo.[i] Véanlo porque ustedes y yo somos el soberano y él nos está dando cuentas a nosotros, que lo votamos, qué ha hecho con ese crédito que le dimos en estos dos años. Él pidió la bolada y nos está informando para qué lo hizo. El presidente hizo un buen racconto de todo lo bueno, sin agresividades, pero con datos firmes y claros, todos bien fundamentados, sin eufemismos ni sarcasmos. Uruguay creció en puestos de trabajo y eso hizo crecer el ingreso de las familias, a pesar de la pandemia. El país redujo casi dos puntos su déficit fiscal, lo cual es bueno y asombroso. Habla de como se han cuidado los dineros de todos. Se está superando la pandemia y pese a las pérdidas de vidas que mucho lamentamos, lo hemos hecho con más de un 80 % con alguna dosis y más de la mitad de los uruguayos con tres dosis dadas. Estamos recuperando el ritmo de la actividad económica y hay cifras que entusiasman. El estado gasta menos y ha reducido su plantilla en 8000 puestos. El costo país se reduce. Se respeta la ley, aunque no se concuerde con ella. Todos saben que hay un gobierno dispuesto a escuchar propuestas serias y problemas reales de la gente. Realmente hace carne el lema que esgrimieron los jinetes autoconvocados en su ofrenda al prócer, el seis de marzo pasado: ¨Por el país que queremos¨.[ii] Vamos bien y esa es una buena noticia.
El bipartidismo de coaliciones vino para quedarse y allí está lo malo.
El frente amplio ha demostrado ser una coalición opositora sin ton ni son, tóxica, que ni siquiera pudo aplaudir al presidente al fin de su intervención, como mero acto de respeto hacia su investidura y su hombría de bien. Esa coalición que ha prometido poner el palo en la rueda, trancar la marcha del gobierno a como de lugar. Esa coalición cuyos líderes ufanos, han dicho que entregarían el gobierno, pero no el poder. El frente amplio acrecentó la plantilla de trabajadores estatales en 70000 empleados y un buen número de esos llamados se hicieron luego del 30 de noviembre de 2019. Empleados públicos de muy dudosa necesidad en la época de la revolución tecnológica. El frente amplio creó oficinas, organismos, ministerios, alentó toda forma de asociación para estatal, desde ONGs. a empresas público-privadas, creando un cerco Gramciano que asfixia la acción de gobierno. He allí lo malo. Un gobierno del frente que quintuplicó la deuda externa y malgastó un excepcional período de aumento de precios de nuestras exportaciones, dejándonos con las manos vacías y con nuevos déficits que aparecen día a día, a medida que las auditorías van dando lugar a la acción de los juzgados. Mil Millones de ANCAP, 280 de PLUNA, 300 de Venezuela, 300 de Aratirí, 300 de gas Sayago, 300 de la central de ciclo combinado, hornos que nunca se usaron tirados en Salto. Para qué seguir. He allí lo malo.
Lo feo es la fractura, el enfrentamiento, el freno a la acción de gobierno, usar como argumento la defensa del criminal, la defensa del microtráfico de drogas, increpar porque se haga respetar la autoridad de nuestros policías que imponen la ley a pesar de su seguridad, por mero sentido del deber ciudadano. Lo feo es el uso de cualquier clase de argumento falaz y mentiroso para sostener una argumentación que se desmorona. Pasar a la descalificación personal cuando no se puede tener razón usando la razón. Eso también es lo feo.
El frente amplio no ha hecho una verdadera autocrítica, entiende que el pueblo se equivocó y viene con más de lo mismo. Hace un gran esfuerzo por convencer al pueblo de su error y lo hace con cualquier recurso incluso la violencia en todas sus formas, psicológica, directa, indirecta, verbal y física. Un Andrade en lugar de un Mujica, un Pacha Sánchez en lugar de Topolansky, un diputado Nuñez en lugar de Astori. El frente se ha renovado radicalizándose. No reconoce la amenaza a la democracia de las dictaduras de Maduro y Miguel Diaz Canel. No quiere oír hablar del Grupo de Puebla y menos del Foro de San Pablo. Se busca en cambio que el gremio educativo siga embruteciendo generaciones, enseñándoles a no ir a clases, a dar la mitad del programa, a no aprender a investigar a buscar fuentes confiables ni a falsear una hipótesis. En fin, nos quiere llevar de nuevo al siglo XVIII, cuando la mejor opción era lavarse el pelo con aceite de vaca y habitar en tolderías. Si es de Izquierda no es corrupto sigue apareciendo como latiguillo ideológico y su autor, reaparece agazapado, como recordando que tiene más secretos para dar a conocer, y cada vez que lo hace recordamos los tristes tiempos de su presidencia de ANCAP, he allí lo feo.
Lo lindo de este tiempo de referéndum pasa sobre todo por nuestra gente de a pie y de a caballo. Esa que aprendió a autoconvocarse cada vez que su forma tranquila y respetuosa de vida se ve amenazada. Ese movimiento espontaneo que nació en el duraznazo, ese que se niega a caer en el maniqueísmo y el descrédito del otro. Son esos jinetes que salieron de Bella Unión el primero de marzo de 2022 para llegar el 6, con varias tormentas arriba, cansados y contentos a juntarse con otros 1500 que llegaron de todas partes. Esos que se congregaron en las Plazas de las capitales departamentales o donde pudieron. Ellos nos enseñaron a ondear banderas y pabellones de paz. Se expresaron sin insultos y con muy pocos gritos, todos cargados de respeto, sin descalificaciones groseras. Lo lindo fueron los niños y mujeres vestidas de patria en la Plaza independencia. Si hasta parecía un 25 de agosto o un 18 de Julio de esos de antaño.
Lo lindo fue ver encarnar nuestra forma de ser tranquila y buena, esa que sabe bien de renuncias y sacrificios necesarios para la convivencia, esa que sabe de trabajo y de paciencias en las madrugadas de invierno, bajo la lluvia y el frío. Todo lo que hace a una buena vida, eso es lo lindo y sale de adentro de nosotros, de cada uno y depende de cada uno hacerlo florecer, como las plantas y los bichos, no vienen solos, hay que ayudarlos con una buena actitud y mucho sudor. Eso es lo lindo.
Pero tal vez lo más lindo para mí fue ver un presidente en el llano, caminando de a pie entre los jinetes y las chinas, ofreciendo su mano agradecida, uno más entre nosotros, nuestro empleado, como el usa decir. Porque nos hizo sentir pueblo y soberano a la vez. Otros muchos lo imitaron y la ola crece y crecerá. Todos a la sombra del pabellón celeste y blanco coronado por un sol de mediodía. Todos juntos festejando la democracia.
No se ha hecho todo lo que quisiéramos, pero se ha hecho mucho y bien. El domingo seis de marzo se respiró respeto, felicidad, familia, libertad, se respiró Uruguay. Ese domingo de marzo quedará en el recuerdo como el domingo de la Unión entre los uruguayos. Gracias coalición multicolor y que éste sea solo el mejor comienzo de una nueva era de paz y felicidad, con respeto, libertad y responsabilidad.