El Abrazo de Monzón

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1825 – 29 de abril – 2022

Hay fechas de nuestra gesta Patria que se han desvanecido entre las tinieblas de los tiempos; lamentablemente, también hay fechas que no han llegado al conocimiento de las nuevas generaciones. Ambas formas de desconocer nuestra historia, desgraciadamente, no obedecen a razones técnicas ni naturales, sino a causa de quienes tienen el conocimiento y por diferentes razones, ideológicas, desidia o por diferentes intereses, algunos de estos no lo transmiten a sus semejantes y especialmente a sus compatriotas.

Gracias a Dios, para hilvanar los hechos históricos acontecidos en nuestro pasado, se han mantenido en el calendario varios días feriados, que, aunque laborables algunos y otros no, permiten a la población recordar o preguntar por estas fechas, que fueron jalones en la conformación de nuestro país.

Antiguamente, era general que en estas fechas todas las Escuelas e Institutos de Enseñanza conmemoraran los hechos históricos con actos y según el nivel educativo de que se tratase, un docente o un estudiante hacía uso de la palabra para ilustrar a los asistentes sobre lo que se homenajeaba ese día. Hoy en día, ya son contados los Centros Educativos que disponen unos minutos de su tiempo para recordar el pasado. Esperemos que, con el ejemplo que está marcando el actual Señor Presidente de la República, concurriendo a homenajear los hechos del pasado y a los héroes que nos dieron Patria, en tiempos venideros, se haga tradición conmemorar estas gestas, así como hacerlo el día que les corresponde y no tomar a estas, como un día en que no se trabaja.

En estos días, se cumplió otro aniversario del hito que señala el comienzo del camino hacia nuestra independencia final. Se había logrado por el Gral. don José Artigas la autonomía provincial en 1815, gracias al triunfo de los Orientales sobre los porteños en la Batalla de Guayabos, acción llevada a cabo un 10 de enero del año señalado bajo el comando del entonces Teniente Coronel don Fructuoso Rivera. Fecha que pocos uruguayos conocen y menos conmemoran.

Pero, esta autonomía solo perduró hasta 1820, con el retiro de nuestro Prócer a tierras paraguayas y el dominio de los portugueses sobre nuestro territorio, que se transformó en la Provincia Cisplatina, integrada al Reino de Portugal primero y luego al Imperio del Brasil.

Así se llegó hasta el 19 de abril de 1825, fecha transcendental en nuestra historia, pues se da inicio al período conocido como “Cruzada Libertadora”, comandada por el entonces Coronel don Juan Antonio Lavalleja, en el cual se producirán hechos de tal significación que culminarán con el nacimiento de nuestro país como un nuevo Estado en el orbe.

El “Desembarco de la Agraciada”, concretado por los “Treinta y Tres Orientales”, fue merecidamente conmemorado este año, por autoridades nacionales, departamentales y otros organismos, tanto en nuestro país como en San Isidro, República Argentina, desde donde iniciaron su periplo nuestros héroes. Es muy probable que sean más los uruguayos que conocen esta fecha, lo que sucedió en ella y quienes participaron, aunque anónimos bajo el nombre grupal de “Los Treinta y tres”, que los que aún la ignoran.

Pero lo que pocos recuerdan y menos conocen, es que para que esta “Cruzada Libertadora” tuviera el resultado final triunfante sobre los invasores que dominaban nuestro territorio, es que el día 29 de abril de ese mismo año, diez días luego del desembarco, se produjo lo que la historia recuerda como “El Abrazo de Monzón”, por el cual el entonces Brigadier General don Fructuoso Rivera, Comandante de la Campaña en la entonces Cisplatina, integrando el Ejército brasileño, se unió a los insurgentes orientales, desertando del Imperio de Brasil y pasando a combatirlo.

Este hecho, como muchos, ha sido utilizado por quienes tienen intereses políticos particulares, para denostar a Rivera e incluso objetar a Lavalleja, como que el primero cayó prisionero de los orientales, que para salvar su vida se cambió de filas, y adjetivaciones que por su ignominia no vale la pena mencionar.

Historiando al respecto, son varios los documentos y cartas de la época que señalan la cantidad de personas, que previo al desembarco mencionado, se avecinaron desde la vecina orilla a nuestro territorio, para parlamentar con Rivera y sus Oficiales, a efectos de lograr su adhesión al movimiento, cuando este pisase esta tierra sagrada.

Años antes, en 1823 el Cabildo de Montevideo y en particular el Movimiento llamado de “Los Caballeros Orientales”, procuró el concierto de Rivera para que comandara acciones bélicas para liberar nuestro suelo, pero este les manifestó por escrito, que no estaban dadas las condiciones ya que las diferencias de fuerzas entre los Orientales y brasileños era muy favorable a los ocupantes y la ayuda que se presumía en ese momento, que se podría recibir de las otras Provincias del Río de la Plata, no era viable por las condiciones en que se encontraban.

La acción iniciada por Lavalleja, se presenta en un tiempo diferente, tomando como base, el triunfo logrado por los Patriotas el 9 de diciembre de 1824 en la Batalla de Ayacucho, lo que definió la suerte de América del Sur al ser vencidos en el Perú las fuerzas españolas, que aún seguían procurando reconquistar su imperio perdido en nuestro continente. Con este escenario favorable, se decidió la invasión a la Provincia Oriental, contando con apoyo material y logístico de diferentes personalidades argentinas y coordinada la incorporación de fuerzas de otras provincias.

No entraremos en la polémica sobre la incorporación de Rivera al movimiento oriental, pero si destacaremos, que es poco creíble que luego del parlamento por unas horas entre Lavalleja, Jefe del Ejército Oriental y Rivera, Jefe del Ejército Brasileño, se culminara con la adhesión del supuesto “prisionero”, como 2do. Jefe del Ejército al que tenía órdenes de combatir.

Lo importante a tener en cuenta es que, sin la adhesión de Rivera y la casi totalidad de las tropas por él comandadas, la llamada “Cruzada Libertadora” no hubiera tenido posibilidades de éxito, ya que las tropas de la Provincia de Santa Fé, que estaban dispuestas para apoyar a los Orientales, tuvo impedido el paso por la Provincia de Entre Ríos, dado que su Gobernador, temiendo ser atacado por las tropas brasileñas, no solo no apoyó a los orientales como se había acordado, sino que no permitió el paso por su territorio de los santafecinos.

Por esta situación, como dice un poema, “los Orientales solos” lograron vencer al Ejército brasileño en nuestro territorio y dieron el primer paso para lograr nuestra independencia.

Tal es la importancia del “Abrazo de Monzón”, que además de la incorporación de las tropas que actuaban como policía rural en nuestro territorio, en su gran mayoría orientales, pero también contando en sus filas con algunos brasileños; lo más significativo para la adhesión de toda la campaña oriental, fue el ver a los dos grandes caudillos que se destacaban en la época, actuar juntos en la procura de la libertad de su tierra.

El supuesto “prisionero”, convocará a todas las tropas bajo su mando a que obedezcan a Lavalleja y el mismo se pondrá a sus órdenes. Evidentemente, por sus características personales y el conocimiento de Lavalleja sobre su “compadre”, ya que se conocían desde la Batalla de las Piedras y toda la campaña emancipadora del Gral. Artigas, le dejará libertad de acción, particularmente en la zona centro y norte del país. Y ahí, se materializará un segundo apoyo inconmensurable de Rivera a la búsqueda del triunfo oriental, aportando a nuestras fuerzas 8.000 caballos sustraídos a los brasileños. No solo de le daba una gran movilidad a los nuestros, sino que dejaba sin caballada a una gran facción del ejército brasileño. La “Batalla del Rincón”, un 24 de setiembre, será un hecho importantísimo que permitirá el desarrollo de las acciones orientales y llegar en igualdad de condiciones a la “Batalla de Sarandí”, del 12 de octubre, hecho que señala el determinante triunfo que permitirá a los Orientales el dominio de toda su campaña, menos la ciudad amurallada de Montevideo.

Es a propósito, que señalamos en este escrito algunas fechas que pasan desapercibidas para la mayoría de los uruguayos, excepto para los habitantes de los lugares donde acontecieron. Respecto a la fecha que nos ocupa, del “Abrazo de Monzón”, un 29 de abril, la población de la ciudad de Cardona (distante unos 12 kilómetros de las costas del Arroyo Monzón), se ha encargado de que este hecho, no pase desapercibido para su gente, organizando en años anteriores marchas ecuestres que, en la actualidad, por la pandemia del Covid-19 se han visto suspendidas. Por su parte, el Municipio de esa localidad mantiene el predio en custodia de la Intendencia Departamental de Soriano, donde además de vestigios del pasado e instalaciones parquizadas para asueto de quienes hasta allí se acerquen, hay un monolito que se ha levantado en el lugar del suceso, del cual reproducimos una fotografía al inicio de estas letras y que dice así:

“Aquí, con el abrazo fraterno de dos héroes,

Se plasmó la orientalidad.

Lavalleja y Rivera,

Soldados de la Patria.”

Aprovecho a destacar, la existencia en varias localidades del Interior del país, de grupos de historiadores, investigadores, docentes y aficionados a las tradiciones del país, que periódicamente realizan encuentros de Geohistoria Regional, en la cual cada grupo o individualidad, pone en conocimiento o resalta entre sus pares, los acontecimientos que sucedieron en sus respectivas localidades. Esta es una muy buena forma de mantener latente entre todos los uruguayos y de expandir el conocimiento entre quienes no han tenido la oportunidad de conocer hechos de nuestra historia, de valorar la Patria que hoy tenemos, la cual no fue obtenida por gracia de extranjeros, sino por Orientales que vivieron en tiempos pretéritos, en que nos dominaros potencias o intereses extranjeros y dejaron familia, fortuna y hasta la vida, por ver a su tierra libre e independiente, como nosotros hoy la disfrutamos.

Sobre el hecho que nos ocupa, también encontramos en la localidad de Cardona y alrededores, personas dedicadas a la investigación histórica y aficionados a esta materia, que han transmitido en libros o en acciones, su interpretación del “Encuentro de los Compadres”; y así leímos con este título, un capítulo en el libro “Raíces de Soriano” del periodista local don Raúl Darío Balao, quién en base a investigaciones en “Memorias” y cartas de los participantes o testigos del hecho, hace una interpretación del encuentro, con una descripción del lugar, que ya había ganado su espacio en la memoria como lugar histórico, por haber pasado años antes por allí el Gral. Artigas con el “Éxodo del Pueblo Oriental”.

Afirma y con razón, este patriota periodista, que este encuentro “constituyó un bien meditado, largo, complejo y laborioso proceso en que intervinieron los principales actores militares, mediadores, conspiradores, agentes y “chasques” confidenciales, secretos, etc., de mucha responsabilidad y relativa ilustración y cultura”. Nos lleva a pensar con esta última frase, que estuvo leyendo algunos escritos de la época, en que es muy común encontrar escrituras que, para hoy, se asemejan casi a jeroglíficos, pero cuentan sin firuletes las cosas como pasaron.

Explica que “Ambos caudillos obraron leal, generosamente y sin tapujos, acordándose recíprocas y necesarias concesiones”, siendo demostración de esto, que, a partir de ese momento, Rivera ocupara la segunda comandancia del naciente Ejército Oriental.

Y concluye con que, la condición de “prisionero” de Rivera fue, “primero para conformar al grupo de sus hostiles y segundo por su propia seguridad frente al Imperio ya movilizado por su deserción con serias represalias contra él y su familia”. Agrego aquí, que por relatos que han sido documentados por participantes en aquellas circunstancias, que estando parlamentando el Gral. Rivera, aún montado en su caballo, fue despojado de su espada por el entonces Teniente Coronel don Manuel Oribe, con quién ya existía desde 1817 enconos personales, que ante la designación por el Gral. Artigas de Rivera como Comandante de la División que actuaba en el sur contra la invasión portuguesa de la época, se produjo discrepancias y la posterior deserción de Oribe de las Fuerzas Orientales, presentándose a cumplir funciones bajo las órdenes del Directorio porteño, ya en ese momento manteniendo graves diferencias con Artigas. De ahí que mencionara “hostiles” en el momento del encuentro.

  Vale la pena reproducir una sentencia que nos relaciona la historia pasada con la realidad en que vivimos:

“Lavalleja y Rivera, han sellado, por segunda vez en el “Monzón histórico”, la tan ansiada Unidad Nacional.

¡Qué gran ejemplo para los Orientales del presente, aquel magnífico gesto de aquellos dos Hombres, distanciados –tiempo atrás- por motivos muchos más lacerantes y trascendentes, que las desgraciadas discordias que hoy nos separan y que no son insolubles cuando se procede con lealtad, con desinterés, con patriotismo y sin intromisiones ajenas”

“El Abrazo de Monzón” nos muestra para la perpetuidad, que, si los Orientales nos unimos para un fin común, como lo hicieron el 29 de abril de 1825 el Gral. Don Juan Antonio Lavalleja y el Gral. Don Fructuoso Rivera, lo único esperable es lograr el éxito en lo que nos propongamos.

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