Desde Kiev al salón familiar, falta la paz. Por Pluma Blanca.

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Hemos entrado en un escenario entre Rusia, la OTAN y USA, que parece va a terminar con la paz mundial. Paso a paso vamos entrando en un desfiladero sin retorno. Esta guerra, se sabe cómo empezó, pero no como va a terminar y el panorama es sombrío para todos. La civilización occidental está debilitada, pero aún es poderosa materialmente y esta guerra puede dejar maltrecha a la humanidad, bajo las consecuencias de la irresponsabilidad de decisiones tardías o nunca tomadas. Al odio solo lo vence un inteligente y perseverante deseo de paz. No se puede apagar con fuego el fuego, solo algún gran experto sabría hacerlo y no es el caso. Mirando lo local, los uruguayos también estamos paralizados y no tenemos proyecto común de país. Somos buenas personas, buenos vecinos, buenos padres e hijos. El mundo no es muy distinto. Lo digo desde la experiencia. Dejemos atrás el odio y mejoremos la vida nuestra y de los demás, ya hemos perdido demasiado. Esto se aplica a Kiev y al cuarto de estar de mi casa, quién sabe dónde, en Uruguay.

Pero hay mucho olor a humo de cañones, lamento decirlo, se perdió el hilo de la virtud y la razón.  Ningún sector está actuando con conciencia del peligro de autodestrucción, ni aquí, ni allá. Esa conciencia social que nos ha ayudado estos últimos siglos, y particularmente desde el fin de la segunda guerra mundial va desapareciendo de los informativos y de las columnas de análisis y también de lo que se lee y se escucha todo el día. El sentido común está muriendo y con él el don de gente, el espíritu de servicio público, la amabilidad, el amor al trabajo bien hecho.

No es un tema de Putín que encarnó a Satanás sino de un conjunto de líderes mundiales y locales que no dan la talla, incluyendo a Putín, claro, y a Biden, para empezar. Ellos son hijos de un tiempo de prosperidad sin límites, todos lo somos. Están llenos de miedo y prejuicio, como nosotros. Siempre lo hemos estado, pero algunos han sido beneficiados por la pobreza. El aprender a pasar sacrificios y a ganar el pan, si no nos mató, nos dio en el pasado los recursos morales y físicos para enfrentar a ambos fantasmas y ser. Para actuar provechosamente, primero hay que haber alcanzado el estatus de ser autónomo libre y responsable de sus actos. Falta un Churchill y un Roosevelt que contengan a Stalin y detengan a Hitler y a Hirohito. Falta un Batlle que solo por su persona nos consiga el dinero para evitar el default, contra el coro de los derrotados de todas las horas, los augures de la desgracia. Falta un Larrañaga que nos devuelva el derecho a tener la esperanza de caminar tranquilos por la calle, sin pensar en el asalto o la muerte. Más allá de las ideas, todos ellos fueron hombres de decisiones capitales, personas que ocupan un lugar como salvadores porque decidieron en medio de la incertidumbre. Seres que se comprometían por sus ideales y sabían dónde ponían sus lealtades, verdaderos conductores del barco en la tormenta. Salvadores de pueblos. Líderes con agallas. Por otro lado, los Marx y los Foucault, adalides de las vanguardias marxistas disfrazadas de humanismo, en esencia solo fueron grandes egoístas, llenos de miedo, que murieron locos y drogados sin haber ayudado demasiado y más bien habiendo complicado las cosas. Solo le dieron letra a unos criminales y el producto se vende bien, aun hoy.

La cuestión siempre ha sido entre la libertad y el despotismo y la era que entra estará signada por la prohibición, el control violento y el despotismo. La era que se nos escapa de las manos como el agua clara, en contrario, estuvo dominada por la idea que el ser humano era capaz de vencer por la razón y mediante la bondad en todas sus formas si se le daba autonomía y responsabilidad en sus decisiones. Esos fueron los ejes cartesianos y sobre ellos se ha dibujado una hermosa parábola de progreso constante. Hablamos del Liberalismo y su expresión económica, el capitalismo de libre mercado.

Para lograr ese progreso, cosa que poco se dice, se usó la imposición de la paz como pilar básico. Una paz tutelada por un acuerdo internacional de la ONU y respaldada por los nuevos hoplitas de New York y Washington D.C., desde 1948.  La paz se impone mediante un poder dominante. La ONU y USA fueron ese poder.[i] No se evitaron los conflictos que los hubo por millares cada día, pero por primera vez en la corta historia del hombre de la que tenemos registro, se logró reducir sus efectos, evitar que escalase. Se evitó mucha destrucción y se aumentó en buena medida la comprensión entre personas y pueblos, pero sobre todo creció el bienestar. Y tal vez allí está parte del problema. El aumento del bienestar tiene una contracara, la pérdida de valores, la pérdida de aptitudes para la supervivencia.

Se podrá preguntar por qué es necesario que se use la fuerza para garantir la Paz. Tomo una frase de José Gervasio Artigas como intento de respuesta: ¨Es muy veleidosa la probidad de los hombres¨. O sea:  la honestidad de lo humano está sujeta a sus paciones que son muchas y muy fuertes. Ese es el origen de la corrupción, esa que Vargas Llosa definió hace unos días en su última visita a Montevideo, como el mal general de América Latina. En ese sentido, el ser humano se abstiene de cometer delitos cuando sabe que su falta será descubierta y castigada, sin duda alguna. Podrá ser más leve el castigo o más fuerte, pero debe ser seguro para que pueda ejercer su poder disuasivo. Esto era entonces lo que decía el prócer en su discurso inaugural del Congreso de abril de 1813 y luego agregaba;

¨….la energía es el recurso de las almas grandes, ella nos ha hecho hijos de la victoria…¨.[ii]

 Esta última da en el centro del problema. Los líderes deben decidir y deben hacerlo de manera informada, lógica y oportuna. La frase lo define como tomador de decisiones. Podemos vislumbrar un líder que vivía en un contexto de peligrosas presiones, seguramente mayores a las de hoy, en términos de peligro personal y familiar, entre muchos otros. En su mundo el respeto de la ley era todavía una quimera y se requería una acción decidida y valiente para garantizar la paz. El quizá no obtuvo la felicidad de su pueblo en el éxodo, pero fue fiel a sí mismo y la gente lo siguió. Nos dejó mucha Paz sembrada para los dos siglos que siguieron en la forma de buenos valores que la escuela Valeriana replicó y la tupamara eliminó. La Paz es un proceso en construcción permanente para todo grupo social y siempre tendrá detractores, ora fanáticos del odio, ora mercaderes de la violencia y el caos, que medran con la desgracia de los pueblos.[iii]Artigas fue lo opuesto, fue un precursor valiente, conocedor de la naturaleza humana, justo y coherente con sus principios, y además comprometido con la investidura de líder que lo hacía portador de una bandera que muchos miraban con candor primigenio y por ella estaban dispuestos a dar la vida de ser necesario. Y es su sombra la que buscan….

El Uruguay y con él el mundo o gran paste de él, fue ganando en los dos últimos siglos un período de relativa prosperidad y progreso, que fue paulatinamente más abarcador en términos de cantidad de personas, especialmente luego de la derrota de las potencias del Eje Berlín- Roma- Tokio. Sucede que, en términos generales, la historia muestra que a medida que se aprende como sociedad a respetar el sistema jurídico y económico que sustenta la paz, a medida que se culturiza y se enseñan valores de bondad, ésta hace carne en la conciencia colectiva. En unos cincuenta años de trabajo, la Escuela Pública del Uruguay lo llevó a ser la tacita de Plata, La Suiza de América. Es negocio bueno disfrutar la vida en familia si uno puede ver felices a su gente. Los nórdicos lo han logrado por momentos y nosotros los uruguayos también. En los 60 crecí en esa escuela de vida. Mis hijos en los noventa ya no. Estaba infiltrada por las ideas marxistas. Hoy hasta la universidad lo está.

Pero hoy estamos despidiendo el último y más grande período del imperio de la razón y el humanismo jamás registrado por los historiadores y juglares. Ese que nos dio unos años de paz a la romana. Aquella duró 200 años, la nuestra anda por allí, aunque ya pasó esa cifra para la mayoría de nosotros y ha sido incomparable en desarrollo humano y tecnológico. Podemos decir que hemos sido testigos de la mejor época de la humanidad hasta ahora. Y no solo porque hubo paz, sino por los adelantos en salud, buena y abundante comida, techo y calor y un gran milagro comunicacional que nos envuelve a todos para volvernos aprendices y maestros permanentes.

 Todo eso lo disfrutaron los que se subieron al tren de la civilización capitalista de mercado libre. Pobres los otros que quedaron fuera por acción de sus tiranías. Millones de hambrientos en la URSS, en CHINA, en diversos lugares de ÁFRICA. Parece una ley contrastada empíricamente en forma reiterada, que, si se olvida el pasado y no se aprende de él, el hombre cae una vez y otra en ese círculo de corrupción y odio que pulveriza cualquier civilización, al degradarla. Si no respetamos la libertad responsable premiando y castigando con justicia, destruimos la mejor energía del hombre. Formamos autómatas dependientes e irresponsables.

Estamos a las puertas de un nuevo medioevo. Estamos a punto de entrar en otros cuatrocientos años de estancamiento y muerte. En esta nueva Roma del siglo VIII, nadie quiere enfrentar a Atila y los Hunos no entienden otra cosa que no sea saquear. No hay dónde refugiarse. Es hora de armas tomar. Las armas de la libertad. El único enemigo es el despotismo.

La etapa póstuma de occidente se ve dominada por una serie de dictadores anómalamente inexpugnables, que serán, probablemente, regidos desde Pekín. Putín será uno, sin duda, Kim Jong Un[iv], será su ladero en la atribulada y oculta Corea del Norte, Maduro y Lula se perfilan varios lugares detrás, pero no menos disolutores de sus naciones una vez prósperas.

Seguramente Orsi será nuestro representante en la mesa del gran salón de los nuevos duques reales chinos. Cuanta ignorancia supina, cuanta maldad orgullosa y avara. Cuanto poder corrupto. Carlomagno era analfabeto sí y bastante brutal, pero supo unir a Europa, tenía un sentido que lo guio, más allá de acrecentar sus cofres de oro y plata. Estos nuevos Jarls sabrán separarnos y empobrecernos, dominarnos y diezmarnos mejor que lo hicieron los Vikingos con Inglaterra, mejor de lo que jamás imaginó Maquiavelo. El tiempo vuelve atrás. Es una nueva era de barbarie. De irrespeto por el mérito, la autoridad y la razón, los tres pilares de nuestra civilización que ayudó a disolver el evangelio del odio creado por Carl Marx y Federico Engels, luego complementado por los invaluables aportes de León Trotsky, Antonio Gramsci y Jorge Abelardo Rodríguez, por citar algunos notorios trovadores del desamor.  Ellos supieron disolverlo todo con su idea única y repetida como un mantra de una sociedad industrializada e injusta, dividida en clases, donde surge el proletario que está condenado a la esclavitud por el patrono. Gracias a ellos hemos vivido tiempos de robo y muerte en Uruguay y el mundo y nos enfrentamos a un abismo latinoamericano que ya es insondable, luego de la caída de Cuba, Venezuela y ahora la amenaza cierta sobre Chile, Brasil, Perú y Colombia, sin olvidar a Nicaragua y México. Quién se beneficia de tanta desgracia, esa es la pregunta del siglo.

Los Estados Socialistas Latinoamericanos que vislumbró Trotsky[v] hace un siglo se van haciendo realidad. Tiempos de oscuridad y sombras. Allá vamos con las velas desplegadas y los ojos bien abiertos. Dios nos de la fuerza para no cejar en nuestra cruzada libertadora. A recuperar la razón y la bondad, la entrega y la grandeza de espíritu, el espíritu de servicio y de sacrificio. Son los únicos antídotos contra el odio hecho escuela política desde el jardín de infantes. Sembremos esperanza a nuestro paso, veamos lo rescatable y tengamos fe en que nuestro gobierno hará su parte con el valor que la hora reclama. A apretar los dientes y respirar hondo. A no darse por vencidos, a discutir cada argumento falaz o tergiversado desde la calma. No cedamos terreno. La lucha es por los valores, la lucha es por el relato. Y ellos tienen dinero, tiempo y preparación. Son un rival duro, pero el pueblo uruguayo no es tonto y no se dejará engañar ya nunca más.


[i]https://www.oas.org/36ag/espanol/doc_referencia/carta_nu.pdf

[ii]http://www.chasque.net/vecinet/discurab.htm

[iii]https://enperspectiva.uy/documentos/declaracion-del-xxiv-encuentro-del-foro-san-pablo/

[iv]https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-59707914

[v]https://www.marxists.org/espanol/marxistas.htm

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