Esta voz militar indica en una formación, que todos los allí presentes, deben
mirar hacia la derecha para buscar quedar correctamente alineados en su fila.
Este movimiento, puede ser realizado hacia la izquierda también, pero debido a
lo que queremos significar, entendemos que hace mucho tiempo estamos
mirando hacia la izquierda, política e ideológicamente hablando.
En un proceso de décadas, venimos asistiendo a cambios en costumbres,
paradigmas, dirección hacia donde marchan nuestras sociedades, padeciendo
ese cambio de valores que todos percibimos, pero que no siempre podemos
explicarnos, solo vemos que se da en todo el mundo casi a la vez, ¿qué
curioso no?
Foros, congresos, reuniones a nivel mundial, dirigidas por organismos
internacionales, van imponiendo esos cambios en legislación, normas, pautas
de comportamiento, visiones filosóficas, que se adueñan de los resortes del
poder, siendo hoy traducidas en lo que se conoce como la Agenda 2030, una
serie de consignas y objetivos que todas las naciones se van obligando a
cumplir.
Y como estas imposiciones no le gustan a todo el mundo, van apareciendo
líderes que se oponen a esos objetivos globales, que, como consecuencia, van
vaciando de contenido a las diferentes naciones, destinadas a cumplir esa
agenda, en una inexorable y previsible pérdida de independencia.
Hoy vemos reacciones en España, Hungría, Italia, Suecia, lo vimos en EE. UU. y
ahora en Brasil, donde aparecen líderes que levantan su voz en contra de esos
poderes mundiales que todo quieren avasallar.
Y son poderosos, disponen de ilimitados recursos, mueven casi todos los
medios de comunicación, por lo que aquellos que no siguen o acatan los
lineamientos, pasan a ser descalificados rápidamente, el término “fascista,
ultraderechista, reaccionario, intolerante”, será utilizado toda vez que haya que
referirse.
Brasil ha sido una demostración de esta reacción, donde la duda de un posible
fraude en investigación, al momento de escribir esta nota, hizo que
espontáneamente, millones de brasileros salieran a la calle en todos los
estados.
Cosas que los medios se han encargado de ocultar, pese a lo contundente del
reclamo, la gente auto convocada, sin que ningún comité los haya incitado,
ningún dirigente político haya arengado para esta multitudinaria movilización.
Los que hemos visto esto, en una clara reacción natural y genuina, apreciamos
a los ciudadanos vistiendo camisetas de Brasil y portando su pabellón nacional,
reclamando a viva voz la intervención federal y de las FFAA, cosas
establecidas en su constitución.
Pruebas de que algo sucede en tantas personas, que reaccionan y apoyan a
nuevos líderes que interpretan un sentimiento de hastío y cansancio ante tanto
deterioro.
No debería desatenderse este fenómeno, porque Uruguay no es ajeno a esto
tampoco.
Cuantos, con la esperanza de un cambio verdadero, de una puesta en su lugar
de tanto descalabro provocado por quince años de gobierno “progresista”, de
tanto despilfarro y negocios desastrosos, de una inseguridad, casi cómplice del
propio delincuente al ofrecer tantas garantías y protecciones, apostamos a
quienes nos ofrecían modificar el rumbo de este barco antes de chocar el
iceberg.
Alinearse a la derecha significa, por ejemplo, aliviar el peso del Estado en la
economía, que permita la inversión y la iniciativa privada, ya que la economía
es privada en su origen, es anterior al Estado como tal.
Aplicando el principio de subsidiariedad, por el cual el Estado asume aquellas
funciones que no puede por su magnitud o relevancia, dejar en manos de
privados.
La carga fiscal hoy es agobiante sobre personas y emprendimientos, lo que
atenta directamente con la inversión y la creación de empleos.
La educación de la que tanto se habla, debe fomentar valores, los de la familia,
los del respeto, los de las leyes y normas por encima de gustos y modas
políticas, debe desterrar la perversa ideología de género, que opone hombres
contra mujeres.
Que pretende que niños adopten roles contrarios a su sexo, como forma de
que “experimenten” otras sensaciones, fomentando una política de corte
perverso, al buscar que niños aún no maduros sicológicamente, actúen como
adultos, que enseña que el sexo no existe, que es algo que cada uno se auto
percibe, dándole un violento puntapié con esto a la propia biología.
Una educación que reivindique nuestra historia, sus héroes y se cultiven las
tradiciones que nos distinguen como Nación, que se implemente la educación
bilingüe, que prepare ciudadanos capaces de comunicarse e interactuar con el
mundo.
Creo que se debe defender una visión de la vida, donde lo espiritual juegue un
rol preponderante, e insertemos en la educación la visión que aporta la
Creación, que explica mucho más, que admitir que venimos de una amiba, que
luego de múltiples transformaciones pasó a ser mono y hoy se convirtió en ser
humano.
Que enseñe a comer sano, como se deben complementar los alimentos, que
advierta sobre las drogas y sus efectos, para permitir que se formen
ciudadanos sanos y que en el futuro no deban gastar millones de dólares en
recursos propios y del estado en atender enfermedades y dolencias evitables
en el tiempo.
Que fomente la actividad física y el deporte en general haciendo ver lo
favorable del mismo.
Inculcando el respeto a los mayores, la autoridad en general, las normas que
se deben cumplir, las que seguramente nos acompañaran durante nuestra
vida.
Resaltando el sentido de responsabilidad, la puntualidad, el respeto hacia el
prójimo, que sepa desde siempre que aquel que no cumple, recibirá un
correctivo o sanción correspondiente.
Atendiendo a aquellos más frágiles o desvalidos, buscando la forma de
ponerlos en carrera para que se inserten en la sociedad rápidamente, no con
planes eternos que no estimulan a dejar de estar en esa situación.
Respetando a las fuerzas del orden en su rol preventivo o de reprimir cuando
así sea necesario, haciendo saber lo grave que es violar este principio.
Por supuesto que en una verdadera visión de derecha no hay lugar para la
droga, su fomento o estímulo al consumo, no puede el Estado estar involucrado
en ser cómplice de algo que provoca tanto daño en jóvenes y destruye familias,
el combate debe ser frontal, la salud debe ser prioridad.
Ser de derecha implica estar a favor de la vida, por lo tanto, no se puede estar
a favor del aborto, que significa la muerte de un ser en gestación, la vida
comienza con la concepción, la madre es dueña y podrá hacer lo que quiera
con su cuerpo, pero no con una vida distinta, que crece y siente, la ciencia más
moderna así lo ha demostrado.
La eutanasia tampoco puede estar en una agenda o programa de derecha, la
vida primero y se defiende, los cuidados paliativos pueden brindar el alivio
necesario para evitar el sufrimiento, el juramento Hipocrático es la guía, el faro.
Pero estos puntos, a cuenta de tantos otros, debemos separarlos de la
generalidad con la cual la izquierda califica de “derecha” a cualquier corriente
política que se oponga a su visión.
Esto es importante distinguir, ya que aquellos dirigentes o partidos, que
terminan apoyando todas las políticas de género, votan financiamiento para
múltiples organizaciones que fomentan esta visión, terminan siendo funcionales
a quienes se supone que se oponen.
Nada los distingue, cuando no son capaces de defender aquellos principios
filosóficos que deben distinguir a la verdadera derecha, que defiende otros
valores diametralmente opuestos a aquellos.
Han sido sumisos y cooptados por asuntos tales como admitir el femicidio o la
violencia de género, provocando una división y desigualdad en la ley
consagrada en nuestra Constitución, que no distingue más diferencias entre las
personas que la de los talentos y las virtudes.
Por definición violencia de género, es la que corresponde a que un hombre
cometa un homicidio o actúe con violencia sobre una mujer, por el mero hecho
de ser mujer.
No hay indicios de que los casos catalogados como tales, sean por esta simple
y absurda razón, lo cual es un invento amañado por grupos femeninos
radicalizados y replicados por tantos cómplices de turno, que anhelan ser
“políticamente correctos”, habiendo convertido al hombre en blanco del
problema.
Nuestro entorno está repleto de estos representantes, hemos visto en países
cercanos como finalizaron su gestión, cuando traicionaron el mandato que la
ciudadanía les otorgó, por su tibieza, por su permanente ceder ante quienes
terminaron por quedarse con el poder.
Aquí también tenemos una muestra de esto, cuando el gobierno elegido, ha
relegado tantas promesas, ha incumplido tantas expectativas generadas
genuinamente en la esperanza de poner el barco en dirección al orden,
caricaturizado en aquella frase “se acabó el recreo” utilizada por el presidente.
Uruguay necesita reaccionar como sociedad ante estos embates de avasallar
nuestra soberanía, de un globalismo que se ha deslizado en el planeta
llevando, pregonando e imponiendo sus consignas que en sus objetivos
producirá seres humanos vacío de alma, sin sueños, anhelos ni trascendencia.
Es imprescindible dejar atrás temores infundados, esa persistente prédica de la
izquierda que alerta en forma mentirosa, sobre una alternativa política que
viene abriendo y conquistando su espacio y que representa el sentir natural de
hacer las cosas pensando en el ser humano y la familia.
El paso que dar es, por la derecha, ¡alinearse!
Daniel García
Mientras sigan apareciendo estos falsos mesías de la política el pueblo se verá amenazado …y no hablo del pueblo uruguayo..me animo a decir los pueblos del mundo…
Felicitaciones D.G.por tu interpretación varaz de los hechos… abrazo fuerte!
Muchas gracias Claudia por el comentario. Estos mesías se reproducen y son impulsados por quienes fomentan el llamado globalismo. Tienen la capacidad de convencer y hacer equivocar a tanta gente continuamente. Marcar claramente la opción ideológica desnudando los objetivos perversos y ruinosos de lo que promueven es parte de esta batalla cultural.
Cordial saludo!