IMPUESTOS: SIEMPRE RESISTIDOS

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Recuerdo mi año en el Sahara Occidental. No habían «impuestos» pero se aplicaba el «zakat», la limosna obligatoria en el Islam. También se le conoce con el nombre de «sadaqa» (caridad). 

En Timor Oriental, el novísimo gobierno creó un impuesto, pero su recaudación fue impracticable.

No había forma de recorrer la selva y sus aldeas, menos aún durante el «Monzón humado» (llovía a mares).

En Afganistán los «señores de la guerra» cobraban impuestos por transitar por un camino, por las pasturas, por usar un puente en los ríos y, por su «seguridad», las familias afganas pagaban 200 afganis (unos cuatro dólares en 2005).

Las tradiciones referían el cobro de impuestos por parte de Alejandro Magno y Gengis Khan, una aplicación de corte geopolítico que permitía controlar las poblaciones de las regiones conquistadas. Mas acá en el tiempo, Paquistán empleó a los Talibán para una acción estratégica: le encargó la custodia de los camiones de los contrabandistas para el traslado de mercaderías desde Asia Central, que sufrían el cobro de abusivos peajes en las rutas afganas, fuente de cuantiosos recursos para los «señores de la guerra» y que facilitaba a estos sus acciones estratégico-insurgentes.

El dictamen político-religioso de Jesucristo, pragmático muchas veces en su discurso, sentó una de las bases del Cristianismo, pero no eximió de pagarlos: «Dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar». (Evangelio según San Lucas).

En 1966, los Beatles sacudieron el «establisment» británico (que procura mantener y controlar el orden establecido), con la canción «Taxman» (Recaudador de impuestos). Harrison se quejaba del cobro de impuestos: «si caminas, te cobran un impuesto»/ si te sientas en una plaza, te cobran un impuesto» y así por el estilo.

Desde siempre, en todas las épocas, la resistencia a pagar impuestos ha sido sempiterna, sin principio ni fin.

En Uruguay, el ciudadano «de a pie» no percibe un retorno de su aporte, una contrapartida de resultados y beneficios.

Y entonces ha llegado a la conclusión de que, en el escenario impositivo, lo primero que debe hacer es aprender a defenderse del gobierno y sus órganos de succión de recursos. La DGI es el monstruo cuyos tentáculos tienen un alcance ilimitado y los empresarios, comerciantes, emprendedores y los ciudadanos están en un estado de resistencia permanente porque prefieren guardar la plata en su bolsillo y no entregarla al Estado.

¿Por qué se pagan impuestos?

La primera razón es el sostenimiento de los gastos públicos. La principal fuente de ingresos públicos son los tributos, y dentro de estos los impuestos. Otro fin importante es la redistribución de la renta. Para ello se debe establecer una obligación de pagar en función de la capacidad económica.

¿Qué es un tributo?

Cantidad de dinero que los ciudadanos deben pagar al estado para sostener el gasto público.

(ejemplo: «el IVA es un tributo de naturaleza indirecta que recae sobre el consumo»

¿Qué es un impuesto?

Cantidad de dinero que hay que pagar a la Administración para contribuir a la hacienda pública.

(ejemplo: «impuesto sobre el patrimonio»

Son definiciones técnicas traducidas en lenguaje coloquial como «lo que se lleva el gobierno» y que los ciudadanos pagan resignados.

Tal vez falta cultura cívica que cambie la mentalidad de los ciudadanos. Cumplir con sus obligaciones tributarias forma parte de esa cultura cívica, pero falta lo segundo: hacer notar al gobierno que, si el ciudadano paga impuestos, el Estado debe cumplir su obligación de emplear lo recaudado donde deba ser empleado. Y si vamos más allá, también debe adquirir el hábito de reclamar cuando se considere esquilmado.

Todas las personas que viven en el Hogar Público que es el Estado tienen que contribuir a financiar los gastos comunes. Es decir, todos los ciudadanos, tienen que pagar los impuestos.

Pero… (siempre tenemos un «pero»): El objetivo de un sistema impositivo no debe ser redistribuir ‘per se’, sino financiar un buen diseño institucional y proveer de forma pública aquellos bienes y servicios que necesita una sociedad.

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