ALLÁ ÉL… Por el Nelson Jorge Mosco Castellano

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“ALLÁ ÉL…” fue la respuesta con la que Mujica cierra la polémica con el “compañero” Astori, por el impresionante despilfarro de los recursos de la gente durante su gobierno. Prefiere “rascar para adentro” ante los señalamientos de quien fuera su vicepresidente, acerca de que en su administración “…se gastó mucho y MAL”, su gobierno 2010 y 2015. Astori puso otra vez de manifiesto su convencimiento de la enorme dilapidación de recursos de la gente cuando ambos fueron la cabeza del gobierno del frente. Según Astori, “…algunas empresas públicas llegaron a niveles INSOSTENIBLES DE GASTO, y DEJARON UNA SITUACIÓN QUE AL PAÍS (léase a los uruguayos) le costó recuperar, y que se reflejó en el tercer gobierno del Frente Amplio, con los resultados fiscales que tuvimos”. Resultados desastrosos que heredó este gobierno y que pesan sobre la indigencia, la pobreza, la anomia educativa, la inseguridad, la falta de oportunidades de empleo, la emigración de los mejor preparados y los más necesitados. Astori ha repetido en múltiples ocasiones, en forma crítica el gasto bastardo del dinero que aportó con impuestos y sacrificio de oportunidades cada persona en nuestro país. En Búsqueda en agosto de 2017 señaló Astori, que el período anterior de Mujica, había culminado con un déficit fiscal en ascenso, ya que hubo una decisión de adelantar tiempos electorales: “Muchas veces queriendo obtener ventajas desde el punto de vista político, electoral, partidario, sectorial o PERSONAL, se toman decisiones que perjudican al país …”.

Parece que Astori, tardíamente, intenta vanamente quitarse la responsabilidad de cogobernar y denunciar la corrupción de los recursos que fueron confiscados a las personas que se los ganaron trabajando. A nadie que ocupe un cargo en representación de la gente lo eximirá nunca, estar en conocimiento de que se están robando su dinero, y quien lo sabe, cómplice, o coautor, no lo denuncia a tiempo. Hoy la política es un circo sin público. Los políticos quieren ser parte de esa función, pero la gente está afuera. Ellos egocéntricamente meten la pata, la mano en la lata, y se autoperciben impunes, y los que pagamos quedamos fuera. Y todavía cuando reconocen el estupro, nadie asume la culpa.

Astori hizo campaña a favor de Mujica candidato, sacó rédito personal y familiar de ese gobierno. Hizo todo lo necesario para que gane Mujica. Perdiendo totalmente de vista responsabilidades morales, éticas, y acciones penalmente relevantes de su candidato. Y sobre todo, promovió la desviación obscena de la voluntad de votar por su candidato trastocando su prontuario e incapacidad dirigencial, por cualidades falsas de sacrificio y honestidad. Dejando de lado sus intereses políticos y personales, Astori debió alertar a tiempo cómo se iba desdibujando la elección para convertirla en una fantochada, que alteró la intención del voto, analizando hasta las más evidentes desviaciones que a lo largo de su vida tuvo el personaje en cuestión. Pero fundamentalmente, su obligación juramentada con la democracia, y falsear la representación que les concedió el votante para mejorar de la vida de la gente.

La sociedad ha conseguido, en general, un nivel de vida muy superior al que tenía antes de la Revolución Industrial y sus aberrantes consecuencias de conflictividad por el entrecruce de un mundo que agonizaba y uno nuevo que sufría los dolores de parto. Ingenuamente, creímos que ese conflicto terminaba con una confrontación entre quienes querían regresar al mundo de la Edad Media y quienes entendían la modernidad como una oportunidad para todos. El conflicto en realidad entre ganadores y perdedores en esta llamada posmodernidad, está absolutamente presente; VIVE Y LUCHA.

Nuestras sociedades aspiran a convertirse en primer mundo, con todos sus derechos y calidad de vida. No advertimos que aquel mundo ideal se está cayendo a pedazos. Y junto con él, nuestras propias sociedades sufren el dilema cruel de arreglar con alambre una organización social que fue reflejo de aquella, y que ha adquirido, proporcionalmente, todo los vicios y corrupciones que han emanado de especuladores, vividores, y obscenos aprovechadores del poder que la gente les concede. Se caen a pedazos los sistemas económicos en tiempo de teletrabajo, aplicaciones virtuales transnacionales, que van esquivando impuestos y concentrando recursos asombros fuera del Estado, que convierten en millonarios a jóvenes audaces, que experimentan desde el garage.

En esta sociedad, y en este tiempo, no tener una dirigencia política orientada a poner rumbo cierto a la realidad que cada vez es más compleja y ha consagrado una organización social caduca que exige auxilio al colapso. Mientras tanto, nuestra realidad económica fue asumida por el frentismo con ilimitados poderes de agobiar con impuestos y regulaciones “políticamente correctas”, que le devolvieran el poder de “igualadores”, se demudó en amiguismo, compañerismo, selección por antecedentes terroristas, electoralismo que esquivó responsabilidades políticas, económicas, penales, y sobre todo sociales.

Un circo político sin público. El público, nosotros, estamos fuera. Discuten en el ámbito legislativo, judicial o ejecutivo, asuntos que tienen nula relación con nosotros. Aumenta la división cada vez más marcada por las urgencias de la legión de los caídos en desgracia; entre quienes sacan más ventaja de la anarquía y quieren profundizar volver a la Edad Media. Un señor feudal rico y fuerte (el político) y todos los demás dependientes de las migajas que caen de su mesa o trabajando como esclavos. Del otro lado, una cofradía política que quiere hacer pervivir SU sistema de utopías vende humo, busca parches que anestesien conflictos. Si ocurriera una profundización de la violencia alentada por el sector recalcitrante del cambio regresivo, las opciones serían reprimir; o como todos los que apoya Mujica, los “Lula” de la vida: hacerse amigo del Supremo y conseguir a prepo ganar una elección.

Una encrucijada que hace que cada día miremos sin ver al sistema político que elegimos, ajeno a nosotros, o peor, enemigo. No resuelve ninguno de los dilemas cotidianos que nos desafían; en algunos casos porque no puede o no sabe ordenar su propio gasto, o por condicionamientos corporativos absurdos. Una transferencia electoral del desastre que apenas deja la opción de disimular, enterrar, o mentir soluciones. Basta evaluar la situación crítica de enfrentamiento violento en la Educación, que hasta Mujica declaró sindicalmente copada. La constante inseguridad se acerca cada vez más a la vida de todos, hasta a los que se refugian en ghetos privilegiados. La claudicación del llamado sistema integrado de Salud, que ha pergeñado una recaudación que distribuye por cápitas de acuerdo a la edad, y ha hecho colapsar definitivamente al sistema mutual, ya antes desfinanciado, y hoy fundido. Desesperado por incorporar los socios que pagan más, para ocultar, falsamente, que está fuera de servicio. El precario sostenimiento del empleo formal, siempre pendiente del lugar, la formación, y la audacia de cada modesto emprendedor, para superar el peso de la carga tributaria, esquivarlo, o pasar directamente a la informalidad. La contingencia de quienes viven en la frontera y compran barato al lado, mientras cierran los comercios y las pequeñas empresas, y con ellos sus empleos y su salario desaparece. La alternativa de gobiernos ineptos y corruptos como el argentino, y el sacrifico para mantener girando su actividad de subsistencia, enmarcan una vida que apenas esquiva la miseria. Crece algo la economía de sectores consolidados, pero no alcanza a la economía precaria de tantos compatriotas, o expatriados inmigrantes en la más absoluta precariedad.

Las “reformas” para emparchar una economía nacional que dejaron enterrada, Mujica y Astori, se resiste a incorporar orden a una burocracia desbordada, en la que lo urgente condiciona a lo importante. Lo urgente está desbordado por años de constante deterioro nacional e internacional, que hacen que el político llegue al gobierno para hacer “la plancha”, auto satisfacerse y distribuir prebendas.

El conjunto político discute enardecidamente una reforma de un sistema previsional colapsado, para corregirlo dentro de 30 años. Un saludo a las calificadoras de riesgo que castigan los intereses de la deuda que dejó Astori y Mujica, y que seguirá castigando a futuras generaciones. Nuestros problemas intestinos explotan, en algunos prolifera la envidia, la desesperación, o la desolación inevitable. Una confrontación entre una clase media que es abusada, y una clase pobre e indigente definitivamente estancadas.

El problema del trabajo está rigiendo a toda la sociedad. Confronta entre el modelo democrático insatisfactorio y el autoritario. En fondo de esa discusión está la economía que no da los niveles de bienestar que la gente aspira, pone en tela de juicio la legitimidad de los que mandan; y empieza a corroer la democracia como sistema electoral fallido. Una declinación que inicia a mediados de la década del 70, cuyo principal escenario son los cinturones de pobreza que circundan a las ciudades principales, otrora escenario de la expansión de la industrialización, de la creación de una clase media competitiva, de una sociedad integrada. El mundo que forjó Batlle y Ordóñez en ascenso social, lo agarró en caída libre Batlle Berres. Sus sucesores fueron armando un sistema de poder apalancado sobre todo en atender la pobreza, hasta llegar a la pobreza como fenómeno sistémico.

El pobre pasa a ser un actor alrededor del cual se organiza la sociedad. Lo descubre en su potencialidad política el Uruguay Seregni, y lo terminan de utilizar Vázquez y Mujica. En el año 74 teníamos un nivel de integración social (distancia de patrimonio que hay entre el más rico y el más pobre) en declinación, pero se sostenía el sueño de ir ascendiendo a una clase media pujante. Hoy estamos entre los países que tienen un sistema económico que se ha convertido en una fábrica de pobres; que degrada a la política con una tentación cortoplacista de clientelismo. Hay un deterioro de la vida de la gente ya sea por expulsión o por exclusión. Exclusión, el impedimento de alguien que quiere ascender y no lo dejan: gente que es pobre, nietos de pobres, bisnietos de pobres, y varias generaciones pobres atrás. Y expulsión, de aquel que estuvo en un sitio socio-económico mejor y no vuelve nunca a estar. Un obrero que tuvo un salario digno, cobertura social médica para su familia, vacaciones, una jubilación digna, y ahora le dicen te fuiste de ahí, pasaste a la pobreza y no vas a poder volver; pero él se autopercibe de clase media. Muchos pobres viven en el corto plazo. Viven para poder llegar a la noche, al fin de semana, y les cuesta futurizar. Imaginar cómo va a ser su vida, o planificarla. Otros, intentan que sus hijos tengan un nivel educativo básico como alternativa de salida. Pero hay un grupo muy grande de personas que viven el cortísimo plazo. Ahí aparece la tentación política de darles corto plazo. En el fondo eso es EL POPULISMO DE MUJICA. Los lazos clientelares, por el cual yo te cambio tu voto por un favor inmediato: un plato de comida. Depende de qué nivel de integración y evolución de una sociedad, cambia su voto por cosas primarias y más elementales. Eso se ha hecho un sistema que tiende a votar por quien le promete satisfacer necesidades básicas. Eliminando la posibilidad de competencia a quienes piensan a futuro en salidas más dignas.   

Hoy lo que hay que pedirle a la política es que te permita soñar un futuro en pos del cual yo estoy dispuesto a hacer renunciamientos, porque si no hay un futuro muy claro, que me enamore, es imposible que yo renuncie a lo poco que tengo. Es lo que pasa hoy con los subsidios al pobre. El agotamiento económico lleva a la descomposición de las configuraciones conocidas. Estamos en viaje a una tierra desconocida. No apostar a recomponer la economía, implica el espiral depredador de decrecimiento inexorable para avanzar hacia un territorio unívoco de pobreza general y autoritarismo mafioso.  

Se necesita un proceso de desarrollo que implica 30 años continuos de crecimiento sostenido. No promesas de corto plazo. Y se requiere de una población votante que tenga la paciencia, y sobre todo la expectativa fundada de mejorar. De lo contrario, la convocatoria política a afectar las posiciones asistencialistas, o privilegiadas, garantiza a otro candidato que cuente con el voto del MPP y del PCU, ya que a la mayoría de pobres perdió la paciencia.

Hay que pedirle a la política que te permita soñar un futuro en pos del cual cada uno esté dispuesto a hacer renunciamientos. Si no hay un futuro muy claro, que me enamore, es imposible que cada uno renuncie a lo poco que tenga. ¿Porqué voy a renunciar a mis subsidios; en función de qué? ¿A qué me vienes a convocar? ¿Porqué voy a renunciar al arancel que protege mi mercado, y que me da lo poco que tengo para producir y vender, si soy un industrial prebendario? ¿Por qué voy a renunciar al clientelismo si mis votos para ocupar un cargo resultan de sectores marginales que me sirven de trampolín? ¿Qué recibo a cambio, y cuándo? En la contracción, domina el miedo y la retención. Si todos vamos para abajo, lógicamente nos aferramos a lo que tenemos. Salvo que un conjunto de dirigentes políticos nos diga, es para allá y si hacemos estas cosas vamos a vivir de otra manera, empezando por sus propios renunciamientos. Esa es la función de la política, la voluntad del político de intervenir en el proceso y revertirlo.

Los dueños políticos del Circo quizás no comprendan que el suyo ya NO TIENE PÚBLICO.

ALLÁ ÉL…Mujica si piensa que será expiado por la historia por el dinero de los trabajadores que desfondó. Lo mismo creyeron Stalin, Hitler, Fidel Castro y ahora hasta Cristina Kirchner. Dinero del esfuerzo, que se traduce en oportunidades que él, y sus ex terroristas quitaron a los trabajadores; a los que dejaron desempleados, a los que perdieron la oportunidad de formarse para ascender, a los que perdieron la esperanza para salir del calvario de la miseria, a los que prometieron rescatarlos, pero, les quitaron la esperanza y los hundieron mucho más. ALLÁ, BIEN LEJOS ÉL, EL OTRO y TODOS ELLOS…

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