BOMBAS DE AGUA Y BOMBAS DE HUMO. Por Daniel García

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Parece que nunca como ahora, todos deseamos sentir que caiga una buena bomba de agua como se dice a nivel popular, cuando la lluvia fuerte se hace sentir.

La crisis hídrica ha provocado últimamente, que buena parte del país se encuentre en discusiones para determinar quien es el culpable, quien no hizo las obras necesarias, quien fue el que no tuvo previsiones, tomó medidas, que merecen el calificativo de tardías e insuficientes, según el inefable Pereira.

Las controversias están contaminadas por la política, que generalmente termina invadiendo todos los temas, provocando las distorsiones naturales que la lucha preelectoral, además, introduce y lleva la discusión a terrenos embarrados.

El primer aviso al sistema político debería ser, que pese a estudios realizados en la década de los años setenta que daban cuenta de la inminente necesidad de realizar obras para asegurar un abastecimiento adecuado a la zona metropolitana en el sur del país, casi nada se hizo.

Y lo que se hizo, que hoy permite que hayamos podido sobrevivir a una segura catástrofe, es la represa de Paso Severino, de la que se habla a diario, aunque se oculta deliberadamente que fue construida bajo el gobierno cívico militar, lo que deja en evidencia y cuestiona el accionar e inoperancia del sistema político.

Siempre estamos por un tema u otro, revisando el pasado, buscando explicar porque tal cosa o tal otra, cuando no, la búsqueda de culpables como siempre.

Lo que reclamamos, es que se desarrolle en el país una visión de largo plazo, estratégica, con acuerdos de algunos temas que deben ser de carácter nacional y por lo tanto, deben trascender a los diferentes gobiernos.

Es por estas cosas, que hoy estamos pendientes de los pronósticos meteorológicos a la espera que la bomba de agua nos salve, aunque sabemos también, que muchos ciudadanos y dirigentes políticos anhelan que esto no suceda y de esa forma puedan seguir alimentando su discurso pesimista.

La intendente Carolina Cosse ha tomado la posta en esta batalla mediática con intervenciones casi a diario, o es muy capaz y le sobra el tiempo, o no atiende debidamente la ardua tarea que debe tener un cargo de esa magnitud, ya que ha realizado todas las intervenciones posibles con el asunto agua.

Ha intentado tramitar préstamos, ha lagrimeado en cámaras, ha solicitado ayuda de gobiernos extranjeros, asumiendo un rol que no le corresponde, así como dar un espectáculo cercano al ridículo al adoptar una postura de emoción sensiblera.

Esto no debería llamar la atención, ya que, como fiel representante del partido comunista en las próximas elecciones internas del Frente Amplio, recurre a todas las artimañas y acciones que dicho partido nos tiene acostumbrados en su triste historia, en su interminable camino de imponer su revolución, hoy cultural.

Pero convengamos, que no son acciones aisladas, sino que son parte de la estrategia de acción del Frente Amplio en unión indisoluble con la central sindical, cuyo objetivo es estrangular al gobierno y a todo lo que no comulgue con su visión ideológica o su desempeño práctico.

Recientemente fuimos testigos del accionar en Maldonado, de una verdadera patota sindical, quien quería imponer en forma violenta, la adhesión de trabajadores de una construcción a un paro en reclamos de sus consignas.

Afortunadamente, parecería que un importante grupo de trabajadores, no se dejó amenazar ni chantajear y se negó a detener sus actividades, generando la furia de algunos dirigentes, que como vimos, en una postura de casi enajenación, proferían gritos amenazantes y descalificantes hacia esos “compañeros desobedientes”.

Bienvenida esa actitud, que solo refleja, algunas cosas que la LUC aprobada, tiene como legítimo objetivo, que es asegurar la libertad de trabajo para quienes determinan su voluntad de hacerlo, además de tener en cuenta que la construcción en particular viene atravesando un largo periodo de pleno trabajo.

Pero no es ni más ni menos, lo que el aparato sindical del partido comunista ejerce como método desde hace décadas, donde el propio sistema político, y quien sabe, obedeciendo a que siniestro pacto o acuerdo, ha entregado graciosa y complacientemente el monopolio de representación de los trabajadores a esta politizada y marxistizada central sindical.

Pero la esperada bomba de agua, como decíamos anteriormente, nos acercó otras novedades, ya que apareció otra bomba, pero en este caso de humo.

Un video recientemente aparecido, en ocasión de la apertura de sobres de la licitación que adjudicará obras para una nueva represa, que asegure el abastecimiento de agua potable en la parte sur del país, tuvo como acontecimiento inusitado, que se arrojaran bombas de humo como protesta dentro de las instalaciones del propio organismo o sea en la OSE.

Los límites han sido traspasados en forma grosera, irracional y delictiva, en una acción que merece el repudio, así como la condena de la sociedad toda.

Aunque esto último es difícil que suceda, ya que nos hemos ido acostumbrando, recomiendo leer sobre la llamada “Ventana de Obertón”, para entender como las ideas más descabelladas o las cosas más irracionales terminan siempre contando con defensores, cuando no, imponiéndose como verdades.

Así que esta acción de lanzar bombas de humo dentro de un ente público, por parte de dirigentes sindicales que allí trabajan, no debería generar dos opiniones discordantes en cuanto a la gravedad, así como a la aplicación de severas sanciones, por lo que entendemos, que se debe destituir a un funcionario que cometa estos actos y no debería haber discusión.

Pero, estamos en el Uruguay y salvo casos muy puntuales, no hay muchas autoridades que se animen a destituir a un funcionario, además dirigente sindical, sin que un cierto “terremoto”, no medible en ninguna escala, ponga a la izquierda toda con sus tambores de guerra a pleno, hoy bidones de plástico y hasta se pinten la cara.

Habrá que esperar la investigación correspondiente, aunque varios gremios, como el del ferrocarril, el de Fucvan, los taxis y algunos más por allí, intentan desviar la atención del hecho en sí, relativizándolo, llevando el debate a la calidad del agua, la sal y demás bombas de humo acostumbradas.

Parece que lejos estamos de lograr acuerdos de largo plazo, todos los preciosos y emocionantes discursos con ocasión del cincuentenario del “Golpe de Estado” ya se disolvieron como otra “bomba de humo”, que solo justificó encontrar el culpable de siempre, lavarse las manos de responsabilidades y mostrar que pensar en los ciudadanos y el país es una tarea harto difícil.

La ciudadanía aguarda soluciones, acciones de gobierno serias, menos discursos, estrategias de políticas nacionales que miren hacia el futuro y que mientras esperamos la bomba de agua, no nos tiren más bombas de humo.

Daniel García

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