Lustemberg, futura ministra de Salud, ha planteado la revisión de la ley del aborto y sus plazos. Según sus propias palabras: “En la mayoría del mundo es de más de 12 semanas, hasta de 19, 20”. Sin embargo, este enfoque deja de lado un aspecto fundamental: el reconocimiento del feto como sujeto de derechos, incluido el más básico de todos, el derecho a la vida.
Al tratar al feto como un objeto, como un tejido sin valor inherente, se abre la puerta a consideraciones alarmantes, como su utilización con fines que nadie detalla con claridad, transformándolo en materia prima, despojándo de su humanidad. Es una visión aberrante que ignora el significado profundo de la vida y reduce a un ser humano en gestación a la categoría de «deshecho».
Esta postura oculta una cruda realidad: la incapacidad de enfrentar un embarazo no deseado desde una perspectiva que respete tanto la vida como la dignidad humana. Optar por la solución más fácil, la eliminación de una vida, no solo niega derechos, sino que también borra el futuro de un ser humano.
Quienes asumen el juramento de proteger la vida y la salud de nuestra sociedad no pueden traicionar esos principios fundamentales. BORRAR LA EXISTENCIA DE UNA VIDA es incompatible con la responsabilidad ética de ser cuidadores de la salud pública.
Roberto Alfonso Azcona
El Ciudadano