DE LOS TALENTOS Y LAS VIRTUDES… Por Daniel García

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“Todas las personas son iguales ante la ley no reconociéndose otra distinción entre ellas, sino la de los talentos o las virtudes.» Texto del artículo 8 de la Constitución de la República, base fundamental de la legislación uruguaya.

Así se expresa ese artículo de nuestra Constitución, producto de la sabiduría de nuestros antiguos legisladores, quiénes con meridiana claridad, establecieron las características claves para diferenciar a las personas, haciendo hincapié en esas dos definiciones.

Los tiempos que corren, el vendaval de nuevos paradigmas, que comprende la hegemonía cultural, que tratamos en parte en el último artículo, a plasmar en la llamada “batalla cultural”, que de pelea, lucha, combate, confronte, a aquellas ideas que la izquierda ha impuesto a lo largo de un trayecto, en el que no hubo obstáculos.

Una cosa es la igualdad ante la ley, el tratamiento digno que todas las personas deben recibir en cualquier circunstancia, dentro de los parámetros de comportamiento civilizado y de buena convivencia, siendo otro, aquel que se promueve o busca deliberadamente, para igualar a las personas, terminando muchas veces en lo contrario o en una injusticia.

En los últimos años, el discurso sobre la desigualdad, ha penetrado profundamente en el pensamiento de muchos ciudadanos, quiénes terminan por creer que alguien, muchas veces el estado, es quién debe ejercer una autoridad que nivele a todas las personas, deben dictarse leyes que nos pongan más cercanos a un ideal de igualdad.

Así hemos visto la insistencia con las cuotas, llamadas de género, el mito de tener que buscar fórmulas paritarias, leyes de violencia de género, una catarata de situaciones donde lo que se resalta, insiste y machaca, es en las desigualdades que alguien debe corregir.

En la última campaña, ha sido uno de los “caballitos de batalla”, con los que la izquierda jugó todo el partido, hasta poder instalar que nos encontramos en el peor de los mundos de las desigualdades que no dejan avanzar al pobre país.

El asunto, en que se ha repartido mal, que aumentó la desigualdad, ha sido un tema, que la izquierda ha utilizado, con la sutileza del que te hipnotiza con un chasquido de dedos, aunque en este caso sea un proceso progresivo, sin pausa, imperceptible.

Porque, si el lector observa y hace memoria de lo que decimos, comprenderá, que todos los dirigentes, sean del Frente Amplio, o de la usina que genera pensamiento, llamada Pitcnt, todos coinciden en repetir, una y otra vez, valerse de estadísticas afines, que el problema es la desigualdad, asunto que una mayoría termina adoptando como cierto.

Y aclaremos, antes que alguien piense que vivimos en la estación espacial, obviamente que en toda sociedad hay desigualdades, puede haber injusticias, discriminación y un sinnúmero de situaciones, que merezcan atención y solución, eso es así, no lo negamos.

De lo que se trata, es de que todos debemos ser igualados, sin tener en cuenta, lo que sabiamente la misma Constitución estableció y que da título a esta nota.

Uno de los mayores obstáculos que la izquierda tiene, es la propiedad privada, un derecho natural, que ha sido bastardeado, para exacerbar el encono, la envidia, pasiones humanas de difícil control, colocando a ésta, como el principal causante de la desigualdad.

Ideólogos de un comunismo primitivo, así lo entendieron, jacobinos de la propia Revolución Francesa, estimulando a un igualitarismo, primero la política que reclama la burguesía frente a las órdenes superiores y luego la igualdad política y económica que reclaman los estamentos más bajos en relación a la burguesía.

Así han dibujado a través del tiempo, esa figura del reclamo permanente en nombre de los desposeídos, los marginados, los más pobres, tomando y tergiversando hasta el mensaje cristiano, en el cual Cristo hacía referencia a los pobres de espíritu.

La izquierda en su propuesta, cargada de “mesianismo” y cierta esperanza, ha recurrido a esta ilusión, de prometer igualar a todo el mundo, a que no existirán diferencias, cosa que han repetido, insistido en el tiempo, siendo este uno de los atractivos que provocan más adhesión a sus ideas fuerza, donde se juzga por sus intenciones y no por sus resultados.

Un Uruguay, al que muchos han identificado, como que jugamos al empate, usando un simil futbolístico, aplica esta mística en asuntos como, que los niños elijan a quién será el abanderado, o que estas distinciones sean rotadas, para que nadie se sienta excluido o discriminado, dando un tiro de gracia al esfuerzo, al mérito, sacrificio y el éxito.

No puede sorprender, que no preparemos emprendedores, o que los llamados a concursos en empleos públicos, los postulantes sean contabilizados en miles.

Tampoco, que proporcionalmente, muchos concursos o estudiantes en destaque, inclusive a nivel internacional, provengan del interior, donde las condiciones de la formación, parecen estar un poco más lejos, de esa igualdad artificial que se promueve, como distante, de la masificación política e ideológica sindical montevideana.

Las famosas “Bases Programáticas”, que el Frente Amplio diseñó, que pocos han leído, muchos menos entendido, es el lugar desde donde los ideólogos, han plasmado, el camino a seguir y la referencia a la que se nombra.

Cuando el futuro ministro Oddone, dice o lanza alguna idea propia, que puede contener cierto grado de racionalidad, como ha sido la edad de jubilación, rápidamente es corregido, por Castillo o la misma Carolina, con un contundente, “se deberá respetar y aplicar el programa”, el que por supuesto, propone otros caminos.

Para ello basta leer en cualquiera de los capítulos, para percibir que el tema de igualdad es repetido y recurrente, desde las llamadas minorías, afrodescendientes, indígena, migrante, a las cuales parece que se debe atender, asegurando todo tipo de prioridades, laborales, de vivienda, salud, derechos, etc.

Esas bases, hasta hacen hincapié en que no existan los llamados “barrios tipo burbuja”, ya que entienden que eso aumenta la segregación entre las clases sociales.

“Por ese motivo, profundizaremos el cambio cultural que ha promovido nuestra fuerza política durante sus períodos de gobierno, en dirección a una sociedad más igualitaria”.

Así se despachan las bases programáticas, con una visión obsesiva a lo largo de las mismas, donde el problema a resolver son las desigualdades, cosa que obviamente necesita de las mentes “iluminadas” que resuelvan éstas, que han sido expuestas en los discursos de todo tipo de dirigentes.

Los dedos de una mano, son todos diferentes, a pesar de ser de la misma mano, siendo esta comparación, una forma de poder explicar cómo es y funciona la sociedad, donde cada persona es diferente, con actitudes, historias, formación, temperamentos, objetivos, voluntades, capacidades, que varían y que hacen que seamos diferentes.

Los dedos de esa mano, en diversas funciones, ha permitido al hombre, construir todo lo que usamos, desde ropa, casas, aviones o un puente, cosa que seguro no acontecería, si la creación los hubiera hecho a todos iguales. 

Lo definen las bases, “Impulsar el proyecto de ley de Paridad, Proponer la integración paritaria en los tres niveles de gobierno, Implementar acciones de transformación cultural”

Las propuestas impregnadas de ideología de género, atraviesan las 107 páginas, sin olvidar, que leyes ya dictadas, han hecho su trabajo de demolición, como las que inculpan al hombre con la sola acusación por parte de la mujer, triturando la igualdad ante la ley.  

“En este sentido se destaca que las desigualdades asociadas a la clase, al sexo-género y a la ascendencia étnico-racial son requisitos para el funcionamiento del sistema capitalista, el cual, a su vez, las agudiza y reproduce”.

Lo anterior, es definición del Frente Amplio en sus bases programáticas, donde se atribuye al capitalismo que agudiza las desigualdades, cosa que es un errado diagnóstico, donde se mezcla clase, razas, sexo-género, ya que las diferencias de las personas son el motor del desarrollo, cuando se estimula adecuadamente la iniciativa privada.

Nuevas transformaciones nos esperan, que, según nuestra visión, aumentarán los estímulos negativos cuando se dicten leyes que busquen igualar más.

El país necesita emprendedores, gente que busque superarse, ir a las raíces de tantos inmigrantes y antepasados nuestros, que supieron abrirse camino, superar dificultades, construyendo muchas veces desde la nada, familias que han perdurado y progresado.

El Frente Amplio ha construido paradigmas con el tema de la igualdad, en una batalla cultural que ha ido imponiendo criterios de medición, como mitos, a los que la sociedad debe marchar, a través de leyes y medidas artificiales que nos hacen olvidar, que lo que nos debe distinguir, son los talentos y las virtudes.

Daniel García

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