Para algunos lectores, estos nombres simbolizaban juegos que eran comunes cuando éramos niños, a los que podríamos sumar algunos más, seguramente desconocidos para los pequeños de la actualidad, más apegados y seducidos por entretenimientos digitales.
La alusión la traemos, como referencia a algunos aspectos de la actual campaña electoral, que se parece a un juego de niños, cuando intentamos conocer sobre propuestas de los candidatos en disputa, pero solamente, parece que estuviéramos entretenidos en estos juegos, donde un remolino, deja paso a un farolito, pero apagado.
No es novedad, que la mayoría de la población demuestra cierta indiferencia a la propia campaña, escasa participación en actos, con una magra concurrencia en las últimas elecciones internas, donde votó un 36% aproximadamente de los habilitados.
Esa indiferencia se alimenta con la escasez de propuestas, la inexistencia de debates, la reiteración de críticas sobre hechos recientes, discutidos durante meses, más un nivel muy pobre de algunos candidatos, que demuestran ignorancia alarmante en los temas.
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Nuestro actual presidente, en la campaña anterior, apareció en una ocasión haciendo lo que se conoce como “bandera”, una destreza física sobre una columna, que resultó apreciada por unos y criticada por otros.
Hoy tenemos al candidato del Partido Colorado, quien es filmado haciendo una rutina con pesas en un gimnasio, donde nos muestra sus atributos físicos, mientras va contestando preguntas de diferentes temas.
Seguramente, quiénes lo asesoran, habrán entendido que mostrar un perfil activo, deportivo, enérgico, resaltaría aún más, su perfil de candidato joven, novedoso e innovador, con la intención de generar afinidad, con una porción del electorado, de más de 200.000 jóvenes, que votarán por primera vez.
Si agregamos, que Ojeda nos dice, que sus dos prioridades en temas, son la salud mental y la salud animal, de alguien que responde en ese cuestionario, que está pensando en tener una mascota y que hace 15 años que está en terapia, nos da la impresión, que sus focos de atención no serían los que el Uruguay debería apuntar.
Está muy bien el fomento de la actividad física, como un mensaje, buena sugerencia y recomendación, pero que, en una demostración de capacidad física y corporal, podamos deducir, conocer o interpretar propuestas o un plan de gobierno, nos hace pensar en un gran “remolino remolacha”, en una simple exhibición marketinera con escaso contenido.
De todas formas, Ojeda, se planta bien, en cuanto a que el esfuerzo debe ser, que no alcance el gobierno el Frente Amplio, donde la “farolera” se ha instalado con toda la fuerza de una fórmula, que haría tropezar al Uruguay entero.
Hemos analizado en notas anteriores, varios aspectos del programa del Frente, el cual asegura en sus páginas, una cantidad de buenas intenciones y deseos, los cuales serían llevados a cabo, por un mesianismo utópico, un reparto indiscriminado, una acentuación de la carga tributaria, la cual, ya no se oculta, se dice claramente, aunque parecería, que son muchos los que no perciben esto.
No me quedaría muy claro, si son personas que no leen o carecen de una verdadera comprensión, o tal vez, tengan la fantasía que a ellos no les va a tocar ese aumento impositivo, quedando sí, una porción de la población que se asegura una asistencia infinita.
Cosse, una “farolera”, que tropieza habitualmente, lo expone sin pelos en la lengua, cuando dice, “que hay que aumentar 8 puntos el IRPF”, ese verdadero impuesto al trabajo, que afecta específicamente a la clase media, “para financiar las políticas dirigidas a la igualdad de género”.
No sé si Cosse, pasó por un cuartel y se enamoró de un coronel, como dice la canción, pero es seguro que su determinación en hacer cosas, contra las necesidades o prioridades de la sociedad, ha quedado demostrado con su faraónica obra del Arena, sus gastos en publicidad, o la ciclovía de 18 de Julio y la de la Rambla, dos mamarrachos.
En un desliz declarativo, nos hizo saber que, de aprobarse el plebiscito que intenta hacer legal el allanamiento nocturno, buscaría la forma de no aplicarlo.
Algo que no debería sorprender, ya que el Frente Amplio, desconoció dos veces la voluntad popular, cuando interpretó la derogación de la ley de Caducidad.
La candidata, luego quiso arreglar aquello, cosa peor, cuando se quiere aclarar algo, que normalmente obscurece y en este caso, Cosse es experta.
Allí aparece don Yamandú Orsi, el ganador de la interna frenteamplista, un personaje fuera de serie, en el que se funden, el “remolino remolacha, la farolera, pero agregaríamos, lo que seguro no debería faltar, la “rueda, rueda, de pan y canela”.
Orsi, “Orsiquea”, según brillante definición de Rodríguez Puppo, o sea, la forma de hablar sin decir nada, una situación que se aprecia, en franco y temeroso aumento, en la medida que el candidato es exigido en definir temas, asuntos, posiciones o propuestas, quién además nos recuerda al entrañable Cantinflas, en sus conocidos monólogos y discursos.
No hay forma de descubrir que piensa Orsi sobre los plebiscitos, afirma, niega, va para adelante y para atrás, da vueltas, no define claramente, lo mismo con cualquier otro asunto de los que aparecen en la agenda pre electoral, como cuando se le ha preguntado sobre si Venezuela es una dictadura o no, un derroche de marchas y contramarchas.
Las redes son lapidarias en esto, ya que podemos acceder a todo tipo de declaraciones o entrevistas, donde cada partido y candidato, opina, define, responde o propone, cosa que se torna imposible con el Sr. Orsi, que emulando los juegos que dan título a la nota, expone un remolino inentendible, tropezando en reiteración real.
Lo preocupante, es saber que existe un 45%, tal vez, de ciudadanos dispuestos, según las encuestas, a dar el voto al Frente Amplio, con Orsi como candidato a presidir los destinos del país.
Uno no puede dejar de imaginar, situaciones complejas que los países pueden atravesar, como aconteció con la pandemia, la sequía, etc., que ponen a prueba a los gobiernos, sus líderes, cuando deben tomar decisiones trascendentes o estratégicas.
Me cuestiono seriamente, si quiénes votarán al Sr. Orsi, reflexionan sobre la capacidad de su candidato para enfrentarse a situaciones delicadas, donde la toma de decisiones es la diferencia entre acertar o errar, con consecuencias que pueden resultar catastróficas para un país.
Ponga un gobierno encabezado por Orsi en marzo del 2020, enfrentando a la pandemia mundial, imagine lo mismo, pero lidiando con una sequía rebelde como la que sufrimos y le invito a que piense en un gobierno de Orsi, que deba administrar un plebiscito con resultado favorable, que hoy impulsan varios de sus socios y que puede colocar al país en el abismo.
Si las consideraciones anteriores, lo inquietan, lo dejan pensando y lo llenan de dudas, entendemos que esta nota cumplió el propósito de alertar y advertir, que no estamos en un juego de niños como hemos titulado esta columna.
Podemos entender la pasión y el fervor político, las afinidades ideológicas, las tradiciones partidarias, que hacen, que muchas personas mantengan la fidelidad a votar determinados partidos o candidatos, sin que se cuestionen en lo más mínimo sus decisiones.
Pero, deberíamos evaluar, que lo emocional en algunas ocasiones, debería dar prioridad y paso a la racionalidad en esa toma de decisiones, cuando las mismas son tan importantes y contundentes en sus consecuencias.
En próximas notas, volveremos en el análisis de nuestra opción de voto, argumentando el porqué de esa elección, pero hoy debe quedar claro, que de “remolino remolacha, a la farolera tropezó” en esta campaña hay varios que piensan que todo es como un juego de niños y alegremente no definen ni sabemos, que piensan sobre asuntos tan serios.
Daniel García