Por: Esc. Sebastian Rodriguez Merlo.
Si habrá película que me gusta es Elizabeth Primera. No es la que más he visto – mi vida pasa por re-versionar una película una y otra vez – pero sí me sirve para escribir estas líneas. De qué quiero hablar hoy? De la CheninBlanc.
Se preguntarán, qué tendrá que ver la realeza de Inglaterra con esta uva francesa?…pero sí, hay un punto de conexión: el Duque de Anjou, el pretendiente de su majestad “Queen Elizabeth”, que en la película en cuestión, resulta ser un señor con una vida un tanto “para el juego”- por ser fino-. Así dejamos Londres y nos vamos al valle del Loira.
La cheninblances la protagonista de esta zona de vinos blancos y algún tinto. En su versión corta, te diría que está para hacer espumoso…en su versión madura puede ser la competidora de los Sauternes de la Aquitania (Botrytis). Hay refinamiento en esta zona, se escucha que si alguien quiere hacer un poco de turismo aristocrático: “los Castillos del Valle del Loira” sería un destino propicio. Y por eso mismo, es inevitable hablar de realeza – la casa de Anjou – (Francesa o Inglesa) y reconocer que esta variedad te da ese toque de sutil fruta-acidez, bien para un pescado o frutos de mar, en lo posible.
Salimos temprano a la feria, puestito de pescados, un buen abadejo, perejil, ajo, y un poco de queso para derretir, no puede faltar las papas en el horno, morrones (verdes) y brócoli, y un poco de jugo de limón por arriba de esa universalidad.
Si se emocionaron con estas palabras y les dio para llegar hasta acá, tengo que destacar la jugada de mi amigo Martín Viggiano, de saborear un cheninblanc de plantas de los 90´, con buena acidez y una fruta escondida, pero nada ausente.
No se olviden: no hay que esperar el verano para un blanco, salga que no hace tanto frío como en julio, compre ese pescado y llame a mi amigo Martín. Dios los bendiga!!
