EL ODIO Y LAS REGULACIONES SE COMEN LA DEMOCRACIA Y LA LIBERTAD.  Por Vanesa Brener

1
227

Todos los días hay hechos de violencia o que muestran sentimientos de odio; antes se veían, a veces, en la televisión pero ahora se han generalizado. Un día son algunos estilos de manifestaciones, otros son discusiones en el tránsito, gritos, expresiones del Arte y muchas cosas más que deberían interpelarnos como sociedad.

Dos ejemplos de lo que digo se dieron en los últimos días; son la parodia del «Mercader de Venecia», de W. Shakespeare, que hace el conjunto de parodistas Caballeros, y los fragmentos de la murga La Gran Muñeca que en su representación acusa a Israel de genocidio y limpieza étnica. Estas ridiculizaciones soeces antisemitas, que llaman la atención por el momento histórico en que se hacen, estarían amparadas por el marco legal que protege la Libertad de Expresión en Uruguay pero quedan sujetas a la opinión y/o realidad de cada uno.

Pero esto no es sólo lo que pasa en nuestro País. Un día y al otro también pueden leerse diversas publicaciones sobre odio y violencia que reflejan la supuesta superioridad moral de quienes las divulgan. Compartirlas o no es subjetivo pero volvió a estar de moda encontrar predicadores que dan sermones sobre estas acciones, olvidando que son cualidades o sentimientos que han estado presentes en el mundo y en la Historia, dejando en evidencia que no son más que operadores ideológicos.

Estas personas expresan «sus» posiciones aunque no defienden, por lo menos directamente, proyectos o programas de gobierno, no aparecen para intercambiar o debatir sino para hablar de odio y violencia. Fomentan la famosa «grieta» porque en el fondo no toleran a los que piensan distinto, a los que les atribuyen perversiones intrínsecas. También influencian sobre las opiniones de los ciudadanos poco informados y/o formados, coadyuvando a que voten a quienes con sus políticas los afectan y llevan fuera del estado ideal de seguridad y bienestar.

El problema es que la política hecha en torno al odio nubla la democracia, la libertad, la justicia y cualquier pacto posible. No puede ser que entre ciertos manejos e inconsistencias se fomenten «fake news», politicas de cancelación y manipulación. Mucho menos que algunos «odiadores seriales» con cargos de responsabilidad sean inmunes cómplices.

Los ciudadanos, más que los militantes partidarios, no debemos dejar la política, o sus brazos, en manos de estas personas. Podremos hacer poco o mucho pero vale la pena porque uno no se puede quedar de brazos cruzados cuando se da la batalla cultural contra formas de destrucción cultural. Claro, no deja de ser una lucha simbólica.

Promover odio ayuda a construir la idea de un «enemigo » que tiene todas las culpas, como el «destrozo» que hizo el neoliberalismo según la izquierda, y reporta ventajas a unos pocos por definición. Lo cierto es que la estrategia discursiva de la izquierda llega a movilizar a aquellos que de otra forma no se moverían, aunque sea como consecuencia del equilibrio constante entre desinformación y psicopolítica.

Peor que esto es la idea latente de la regulación de la Libertad de Expresión y censura. Ya pasó hace unos años que la Secretaría de Prensa de Presidencia anunció que bloquearía opiniones en su Twitter (hoy X) y la censura en medios públicos.

Uruguay es un país pacífico, con una democracia plena y tradición republicana, donde destacan la Libertad, el respeto por la diversidad, la tolerancia. No podemos ser pasivos al advertir, o solo pensar, que podríamos perder la libertad de expresión.

Las Bases Programáticas del Frente Amplio hablan de avanzar en la regulación de servicios de plataformas digitales de «streaming», algo que casi todos sabemos.

Lo que está disimulado es la censura a las redes sociales, moda importada de Brasil y

Venezuela, por ejemplo. ¿O en qué se piensa cuando dicen «la protección de los derechos de las y los ciudadanos será por lo tanto uno de los ejes fundamentales de la política regulatoria en el mundo digital»?

¿Otra vez no estarían gustando las opiniones discrepantes?

El odio y las regulaciones se comen la democracia y la libertad.

Mala tos se le siente al gato.

1 COMENTARIO