En estos momentos Uruguay esta sufriendo una nueva epidemia, “Electoralitis Aguda”, enfermedad que los políticos se empeñan en negar, pero los síntomas son más que evidentes, y la ciudadanía lo percibe, y se pregunta, ¿cuándo se van a dedicar a gobernar y a legislar?
Promesas de campaña aún sin cumplir, del oficialismo y de la oposición, pero ya están tejiendo acuerdos, alianzas, estrategias y nuevas promesas.
En Uruguay vivimos en campaña todo el tiempo, y quien lo niegue no conoce a nuestros políticos profesionales, esos que solo se aprovechan de la política como su medio de vida.
También la ciudadanía sabe que los políticos viven en campaña, y no esta mal que lo hagan, pero sin olvidarse que en primer lugar se los vota para dirigir los destinos de todos.
Lo que ve también la gente común, y no se la puede subestimar, es que con su voto esta apoyando proyectos y promesas, y que una vez y otra vez, siente que se lo estafa cuando la mayoría de las promesas son olvidadas, desechadas o ya se sabía que eran impracticables.
La historia electoral de nuestro país, salvo contadas excepciones que confirman la regla, vemos que los partidos no ganan elecciones, sino que pierde el gobierno de turno.
Le pasó a todos los partidos históricos, donde se incluye hoy día al Frente Amplio, que ya perdió la virginidad de partido salvador y defensor de los pobres, y que ha ido perdiendo electorado de una mayoría parlamentaria de 51 % a un 39 % en la última elección, y no levanta. Una cosa es la elección parlamentaria y otra el balotage, que son consultas distintas.
No es un pecado sufrir de electoralitis, va en la esencia de los políticos y aceptado en el inconsciente colectivo de la ciudadanía, pero no se puede descuidar y dejar de priorizar los temas importantes de la gente, trabajo, seguridad, vivienda, igualdad, justicia social y equidad.
Y por sobre todas las cosas, no jugar con los sentimientos y necesidades de la gente.