Escribo hoy 8 de marzo en el que se conmemora el llamado Día de la Mujer, pero en lo personal, también era el cumpleaños de mi padre, así que un recuerdo para él.
Desde hace un cierto tiempo, nuestra sociedad viene asistiendo a algunos cambios culturales, en valores, paradigmas, creencias, que gracias a un largo proceso que contiene múltiples acciones y actores, nos han puesto en esta realidad.
En pocos renglones, que comprenden una columna como esta, no vamos a pretender incursionar en tan vasto tema, que requiere traer antecedentes históricos o citas de pensadores, por ejemplo, que requerirían de un largo tratado.
Pero, intentaremos algunos pincelazos, para entender o desglosar algunos acontecimientos.
No es casualidad que estas marchas siempre tengan como destino o inicio la Universidad de la República.
Esto está ligado a que es el lugar emblemático de la cultura, donde se forman los profesionales de todas las ramas y desde donde se proyecta y transmite la llamada revolución cultural.
Famosa es la visita del Ernesto Che Guevara al paraninfo, por ejemplo, donde reconoció que no estaban dadas las condiciones para la lucha armada en el Uruguay, pero que habrán hablado de Gramsci y de Goebbels, no sabemos. Lo cierto es que de allí salen los que dirigen la batalla cultural de izquierdas.
Nunca saldría o sería convocada marcha alguna desde la Barra de Santa Lucía, por dar un folclórico ejemplo, no habría concurrencia ni tendría repercusiones en un lugar tan apartado y que es más bien para pescar, y no para militar.
En cambio, allí vemos que colman 18 de Julio miles de personas, que han sido adoctrinadas en centros culturales, generalmente intelectuales universitarios, o gracias a la injerencia de agitadores sindicales, que promueven esta visión militante feminista, arrastrando tantos incautos, sobre todo jóvenes, que es su objetivo.
Un fantasma llamado “patriarcado”, ha pasado a ser el demonio por combatir y destruir, por ser el culpable histórico de los supuestos males que padecen las mujeres. Uno se pregunta si los hombres no padecen violencia, discriminación, acoso, explotación, ninguneo, burla.
También podría ser el FMI, los empresarios o cualquier otra creación que oficiara de encarnación del mal, cualquier división que permita enfrentar la sociedad contra si misma. Empantanarla y atrasarla.
Entonces, allá van las hordas encolumnadas con cánticos casi de guerra, con caras y cuerpos pintados en una asonada a la que se le quiere revestir de reivindicaciones y lucha por la igualdad.
Hoy escuché en varios programas a unas cuantas “iluminadas” explicar con cifras las supuestas desigualdades, las diferencias que existen entre hombres y mujeres en tantos niveles y asuntos.
Es un discurso que lo cubre todo, aunque carente de objetividad en muchos casos y casi siempre exagerado en el tono.
Hay un guion que nos transporta al siglo XVIII o XIX, donde nos quieren mostrar como en una película un panorama de esclavitud y explotación.
El mundo nos muestra presidentes mujeres, jefas de gobierno, vicepresidentes, intendentes, legisladoras, gerentes de grandes empresas, en donde las representantes del sexo femenino ocupan cargos de alta responsabilidad gracias a su trabajo, estudio, preparación o capacidad.
Sin embargo, cada 8 de marzo, parece que nos llega otra realidad que un discurso politizado con una clara tendencia, donde como sucedió y hemos visto y escuchado, ahora la marcha es contra el hambre y el capitalismo.
Se advierte que Mr. Abdala metió la mano en el discurso este año. El Señor se les robó el día a las damas. Perdón que lo diga, pero las dignas mujeres perdieron la batalla política contra el PITFA.
Además, estas marchas y sus consignas nos enseñan que es casi una situación negativa, que las mujeres tengan una mayor carga en el hogar o en el cuidado de los hijos.
Parece que está mal que una madre elija criar a sus hijas e hijos. Es como que la inducen a creer que está perdiendo su vida, su realización personal.
¿Es que acaso ser padre y madre no es de lo más hermosos y gratificante que nos da la vida? ¿Acaso no es allí, en la maternidad y la paternidad donde nos alejamos del egoísmo y nos acercamos al amor en su más pura acepción?
Confieso que no salgo del asombro, porque me es difícil entender como deberían funcionar entonces los hogares, quien debería ocuparse de algunas tareas o responsabilidades.
Puede haber padres excepcionales y buenos esposos, pero nunca se puede sustituir ninguna de las dos imágenes básicas, porque entre los dos, en colaboración y amor, surge el fuego que forma almas felices. Este es uno de los secretos de occidente, su marca distintiva, ¿Acaso queremos perderla?
Esto es claramente renegar de la condición de mujer, de esa figura materna que siempre ha sido referencia en la formación de los hijos, la jefa del hogar.
Mi padre me enseñó el concepto de lucha, de trabajo, de excelencia, mi madre de amor, de paciencia, de sacrificio, de fe. ¿Acaso debo avergonzarme de ellos?
En forma paralela, no es casualidad el aumento de baja natalidad que viene demostrando nuestra sociedad, lo que pone en riesgo inminente nuestra permanencia como tal.
Y es tendencia en el mundo, sobre todo en el hemisferio occidental.
Ninguna de estas consideraciones implica que el hombre no deba contribuir con su tiempo y dedicación a las obligaciones del hogar, sucede que hay algunas que son inherentes a la condición de mujer, quedar embarazada, amamantar, tener una primordial significación en la educación y la transmisión de valores culturales.
Por eso las quieren fuera del juego, que nadie lo dude, objetivos ocultos difíciles de desentrañar.
Hoy vemos en forma por demás elocuente, jóvenes que ven lejos, cuando no, ni siquiera se plantean, la posibilidad de formar una familia que no está en sus planes.
Esto debería llevarnos a cuestionar como será el porvenir poblacional y cultural del país, en unos pocos años más.
Viendo y leyendo algunas consignas que circularon en la marcha llamada 8M, portadas y vociferadas por mujeres, solo me resta hacer pública mi tristeza, de ver una degradación sistemática de los verdaderos roles de éstas, de sus imágenes deterioradas con un comportamiento casi de manada.
Esto contribuye en gran forma a desprestigiar y ridiculizar la formación de familias cuando tantas concurrentes adhieren a sus postulados destructivos.
La imagen de la madre, seguramente para muchos de nosotros, es el ideal de mujer que tomamos como referente y solo el recuerdo de la mía, por lo que me enseño y de ver como procedía, reafirma lo que aquí digo.
La Ideología de Género ha irrumpido en nuestras vidas para traer divisiones, imponer visiones que apuntan a la línea de flotación más importante que es la familia, base y sustento de la propia sociedad.
Poner en pie de igualdad, al matrimonio natural del hombre y mujer que asegura la extensión de nuestra especie, con las uniones de personas del mismo sexo, fomentar que esto deba estar presente en cada película o serie para mostrarlo como algo normal, solo indica los objetivos ocultos de estos experimentos sociológicos. Ya no parecen experimentos sino planes claramente establecidos.
Fomentar la hormonización de niños que supuestamente se perciben como del sexo contrario es de una perversidad extrema, cuando además se comprueban posteriormente los trastornos que se causan por decisiones apuradas o incentivadas.
En Europa hay una alta tasa de arrepentimiento, donde estas prácticas llevas unos pocos años más.
Nos abruman diciendo que el sexo es como nos percibimos, por lo tanto, la puerta queda abierta para imaginar lo que nos venga en gana, en una especie de disfrutes sin freno para ser lo que me parezca, traducido hoy en día en cientos de alternativas ya imposibles de enumerar.
Aquel famoso, “pienso, luego existo” ha trastocado todo el pensamiento, ya que no caemos en la cuenta, que, para pensar, primero debemos existir, habiendo quedado abierta una puerta al abismo, que da crédito para pensar ajenamente a la realidad, de ahí que seamos testigos de tantos y diversos disparates.
Apenas nos hemos referido a algunos puntos de un tema complejo, aunque lo hemos tratado en otras notas anteriores.
Lo que siempre queremos significar y más bien alertar, es que estamos viviendo un proceso acelerado, que atrás del mismo hay recursos inmensos para solventar, imponer y fomentar estas nuevas visiones que claramente con objetivos definidos, apuntan a destruir nuestras bases de convivencia y sustento.
¿Hay una Revolución Cultural? Claramente SI
Felicitaciones por el encare de la nota!!mi aplauso de pie!
Exelente visión de un flagelo que azota a la sociedad toda!!
Muchas gracias Claudia, es asi bien definido, un verdadero flagelo que va agregando cada día nuevas acciones disolventes de nuestra sociedad. Advertimos esto porque cada día será peor.
Cordial saludo!