Quiero desde esta columna recordar a uno de los más prominentes liberales del Río de la Plata, me estoy refiriendo a Juan Bautista Alberdi, nacido en Tucumán un 29 de agosto de 1810. Lo considero un compatriota por tres razones: nació en 1810 cuando la entonces Banda Oriental pertenecía, en proceso de desintegración, al Virreinato del Río de la Plata;por causa de la tiranía de Rosas se refugió en Montevideo bajo la protección del Gobierno de la Defensa y por último siempre consideró un desgarramiento de la Patria la creación del Estado Oriental del Uruguay, fruto de los designios imperiales de Gran Bretaña y del Brasil.
En 1824 huérfano de padre y madre llega a Buenos Aires, en usufructo de una beca, a estudiar al Colegio de Ciencias Morales. En 1831 inicia sus estudios de Derecho en la Universidad de Buenos Aires, en 1834 se traslada a la Universidad de Córdoba donde obtiene el título de bachiller en Derecho.
En 1837 publica su primera obra jurídica “Fragmento preliminar al estudio del Derecho”, al año siguiente se exilia en Montevideo ante el incremento de la represión contra los liberales por parte del Gobernador de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina Brig. Gral. Juan Manuel de Rosas, en 1841 en Montevideo obtiene su título de abogado que no había querido gestionar en su país para no tener que jurar fidelidad a la tiranía.
En 1843 abandona Montevideo y viaja a Francia donde se entrevista con el Gral. José de San Martín, en 1844 se embarca hacia Valparaíso (Chile) donde revalida su título de abogado, ejerciendo la profesión y el periodismo, gestiona con éxito que un destacado economista liberal francés Jean GustaveCoucelleSenevil se radique en el país trasandino.
Al caer Rosas en la Batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852,en Valparaíso redacta: “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina” que contiene un proyecto de Constitución liberal, republicano y federal, que se lo envía al Brig. Gral. Justo José de Urquiza; dicha obra sirve de base a la Convención Constituyente de Santa Fe para redactar y aprobar una Carta Magna el 1 de mayo de 1853, la cual a partir de 1862 regirá para toda Argentina.
En 1855 es designado Encargado de Negocios de la Confederación Argentina ante diversos Estados europeos, el año anterior había escrito su magna obra “Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina”. En Estados Unidos se entrevista con su Presidente Franklin Pierce y en Europa con Napoleón III en Francia; la Reina Victoria en Gran Bretaña; la Reina Isabel II en España y el Papa Pío IX en Italia. Incluso en su periplo británico se entrevista con Rosas que se encontraba exiliado.
En 1862 el Presidente Dr. Bartolomé Mitre lo destituye como diplomático, Alberdi se opone al tratado de la triple alianza y a la consiguiente Guerra del Paraguay (1865-1870). En 1868 polemiza con el Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield autor del proyecto de Código Civil Argentino al que se opone por sus convicciones liberales.
En 1869 escribe “El crimen de la guerra”, donde abomina de los enfrentamientos bélicos. En 1879 es electo diputado por Tucumán y en 1880, año de la federalización de la ciudad de Buenos Aires, recibe el homenaje de la Facultad de Derecho de la UBA y dicta una conferencia magistral titulada “La omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual”.
En 1881 se embarca para Francia donde morirá un 19 de junio de 1884, en 1889 sus restos son repatriados y sepultados en el cementerio de la Recoleta. Fue un hombre erudito, que dejo una cuantiosa obra literaria, histórica, jurídica y económica. Liberal a carta cabal, defendió el liberalismo como una integridad indivisible tanto en lo político como en lo económico, luchó contra la tiranía de Rosas y se opuso a Mitre y a Sarmiento, entre otras cosas, por su acendrado pacifismo en el drama de la Guerra del Paraguay.
En el campo jurídico sus ideas parcialmente se plasmaron en la Constitución Argentina de 1853 que rigió hasta 1949, año en que Perón la reformó a su medida, restablecida en 1958 estuvo en vigencia hasta 1994, obviamente fue violada por las dictaduras de 1930-1932; 1943-1946; 1955-1958; 1962-1963; 1966-1973 y 1976-1983.
En cuestiones jurídicas más profundas se afilió a la postura de que el Derecho no es lógico sino praxiológico, lo cual en el siglo XX desarrollaría admirablemente, entre otros, el ilustre jurista italiano Bruno Leoni.
Fue un hombre superior, visionario y vanguardista que siempre es pertinente tener presente a la hora de optar por las cosas que vale la pena aventurar la vida.
Les dejo a los lectores como conclusión una frase que resume su lúcido pensamiento: “En este sentido, la libertad no es ni más ni menos que el gobierno expedito de sí mismo. Ser libre, es gobernarse a sí propio. La libertad es el mejor de los gobiernos, por esta razón palpable y natural: que como nadie es más amigo de sí mismo que uno mismo, nadie es mejor juez ni más fiel administrador de lo que interesa a su propia existencia que uno mismo”.