He de confesar que ya hace décadas que tengo una visión crítica respecto a la política estatal en lo jurídico penal, a lo que inevitablemente atañen las estrategias carcelarias.
La antaño Dirección de Cárceles y Penitenciarias y Centros de Recuperación, como el actual Instituto Nacional de Rehabilitación, han tenido como puede verse en sus propias denominaciones el ingrediente que da tipicidad a uno objetivo constitucional de la reclusión.
Durante mi carrera profesional fui destinado en dos oportunidades a servir en Comisión a solicitud de sendos Comandos de Penales. En la primera tuve la oportunidad de comenzar a conocer “in situ” todo lo atinente a la Misión, las diferentes problemáticas atinentes a los reclusos, sus entornos familiares, el flujo de información referida al sub mundo delictivo; también las complejas como diversas operativas atinentes a la seguridad, reclusión, manejo interno, traslados, custodias, salud, internación, alimentación, y un tan largo etcétera que muy pocos suelen aquilatar.
En esos años existía solo el Escalafón Penitenciario, de policías uniformados, pertenecientes al Subescalafón Ejecutivo y tuve el alto Honor de lucir el vivo color gris en las charreteras y la cinta de gorra. Hay que haber servido en Penales para comprender el profundo y sincero sentido de pertenencia que atesora la cifra: “Viva la Guardia”. Esa exclamación, ese grito aguerrido representa mucho ese enorme Espíritu de Cuerpo de la antigua “Guardia Blanca”, aquella que mi propio abuelo materno – gallego nacionalizado – integro como Inspector primero en Miguelete y luego en Punta Carretas, luciendo aquel escudo que rezaba: “Sin luces no hay Razón”. Cuánta razón para recordar a don Juan Carlos Gómez Folle.
Mis cuestionamientos para el sistema político, primero para los partidos fundacionales, ahora también al conglomerado frentista que de manera innegable ha quedado atrapado por su discurso, ya que a lo largo de tres lustros hizo algo, pero poco y notoriamente insuficiente para que haya realmente rehabilitación y reinserción social de quienes privados de libertad quedan alojados en condiciones terribles, esas de las que uno se encuentra realmente embretado para cambiar por si mismo, aun cuando realice los más ingentes esfuerzos.
Quienes han estado o están al frente de establecimientos para la privación de libertad constatan esa orfandad, descubren la verdadera y asfixiante soledad del Mando y lo sienten casi a flor de piel. Uno observa consternado las condiciones de hacinamiento, la totalmente inadecuada forma de pernoctar, las terribles condiciones de racionamiento alimentario, las regulares condiciones sanitarias, la lucha individual por la sobrevivencia y la integridad física de las P.P.L.; al tiempo la fría mirada del político; el cuasi abandono de los uniformados tanto como de los presos. Y a pesar de nuestra preocupación y esfuerzos, poco ha cambiado. Incluso me atrevo a decir que ha ido empeorando durante los últimos veinte años. Y no es por el mero aumento del número de reclusos; tampoco porque los policías penitenciarios no luchen cada día por cumplir sus tareas. No, se trata tal y como en otros aspectos de la realidad estatal e institucional de la afectación que produce la inconciencia de los que recién llegados, de los que llegan con sus propios “libritos”, sus grandes ideas, sus preconceptos, cargados de estructuras ideológicas intocables. Porque a las doctrinas impuestas ciegamente no se las puede combatir, son como un perfume o un aroma muy penetrante, casi imposibles de hacer desaparecer y uno solamente puede conformarse y soportarlas estoicamente.
Así, de pronto, genial y obtusamente fue creado el escalafón “S”, al que los verdaderos penitenciarios conocen “sotto voce” como a “Los Pitufos” – debido al primigenio color celeste de su vestimenta – que trabajan en los días hábiles; los 365 días del año, las 24 horas de cada día, son únicamente los policías penitenciarios quienes siguen honrando su juramento y “aguantando el palo de la carpa”.
Mientras según una de las leyes de Murphy: “Si quieres que algo no salga, crea una comisión” por lo cual una y otra vez asistimos a la repetida creación de una nueva Comisión, de otro Órgano Asesor, o quizás ora “Mesarasa” – como en tono de guasa denominamos a la creada en diciembre de 2023 a la medida del Ministro y su asesor estrella– así pues ayer, como hoy, lo primero que esbozamos es una sonrisa socarrona, casi irónica, para luego tener una actitud crítica, descreída, tal vez cínica y que de forma paulatina se ira tornando en desesperanza y desaliento. Otra vez un novato fungiendo de “sabelotodo” y sin comprender que los conocimientos teóricos no alcanzan y hace falta algo más.
Sin embargo y a pesar de las declaraciones altisonantes de algún nuevo jerarca, las propuestas de un bisoño asesor, preñadas de citas de programas primer mundistas, nombres en inglés y planificación concebida por organismos internacionales con un sesgo neocolonialista o al menos eurocéntrico, que resultan de incierta efectividad, de escasas certezas para nuestra cultura y sociedad, el sistema a los tumbos, sigue en pie.
Parece de Perogrullo que se hayan concebido, sufrido y soportado, un collar de afecciones sistémicas, de una serie totalmente arbitraria y muy desordenada de iniciativas institucionales, de OO.NN.GGs., etc. de programas, actividades, en fin acciones supuestamente bienintencionadas, para hacer teatro, música, canto y hasta murga.
Lo que no ha habido son intenciones serias o al menos no se ha podido por impericia lograr incrementar de verdad, el número de P.P.L. trabajando y estudiando, a pesar de que el Convenio No.29 sobre el Trabajo Forzoso de la O.I.T. definió en desde 1930 en su Art.2do.Nral.2, Inc. C que “…para los condenados por sentencia judicial no se considera trabajo obligatorio o forzoso cuando se les imponga siempre que no sea en beneficio de una empresa privada” lo que nuestro Parlamento ratifico por Ley No.16.643 de 8 de Diciembre de 1994.
Debería considerarse que la Remisión de las penas únicamente se hará mediante la aceptación del trabajo ocho horas diarias de lunes a sábado, mediante escalafón que se reglamentará y concomitantemente el estudio también en ese régimen Voluntario-Obligatorio, mediante el cual hagan primaria los analfabetos, culminen secundaria, U.T.U. o bien U.T.E.C. todos los que sea posible y los que tengan mayor nivel, entonces si tengan acceso a otras técnicas, oficios e incluso acceder a clases virtuales a esos efectos de la U.de la R. Porque no?
Sin duda ante la disyunción exclusiva trabajo y redimo, además de producir un peculio compartido, que podrá llegar a esposa e hijos; o cuando los vagos no lo hagan, seguirán desocupados y perpetrando estafas telefónicas, extorsión a los nuevos, rapiñas entre módulos, etcétera. Del mismo modo hacerlo con el estudio, el cual se sumaría al trabajo para descontar pena. Pero en serio, con disciplina y control efectivos, para que se terminen los anuncios cómicos de algún jerarca que engorda con los plurales, dando explicaciones que ya no son de recibo.
Nada de regalo, solo ofrecer posibilidades positivas y de reconstrucción del propio proyecto de vida. Trabajas? Entonces redimís, no trabajas? Pues cumplís “a toda tranca… Estudias? Entonces redimís… No tocas un libro?… Ccero privilegios. Es tan viejo como el mundo. Es tan sencillo, como frio, todos los derechos sí; pero a su vez obligaciones, las mismas que no supo o no quiso aceptar en libertad y probablemente lo llevaron a estar recluido, entonces ahora se le da la oportunidad de que de forma voluntaria y por medio un acuerdo con el Magistrado y su Defensa acepte ocupar el tiempo de manera positiva y abandonar el “dolce far niente”…
Esto sin duda debe hacerse poniendo etapas o fases de ejecución, por ejemplo una vez promulgada la ley y con base en los números de reclusos trabajando y estudiando deberá aumentarse un cincuenta (50)por ciento el primer año y luego duplicar en el siguiente y así sucesivamente para llegar a involucrar a la inmensa mayoría, salvo los prospectos de indisciplinados reclusos gangsters, criminales a ser alojados en la Cárcel de Máxima Seguridad(de administración militar), la cual deberá ser erigida en un punto alejado, de difícil acceso, fácilmente defendible, en la que serán segregados y en compartimentos estancos para que no puedan seguir operando. Serán los malhechores vinculados al Crimen Organizado Transnacional y a la violencia narco, tales como sicarios y jefes de clanes del tráfico de drogas.
Esto es duro, si por supuesto que debe serlo clara y definitivamente es lo necesario para enfrentar los fenómenos que afectan a nuestra sociedad y que inexorablemente nos llevan por un camino tenebroso y que ya ha sido recorrido por otros Estados latinoamericanos.
Por todo lo expuesto volvemos a plantear uno de los puntos sobre los que viene insistiendo Cabildo Abierto por diversas vías: el Trabajo Obligatorio, que ha sido puesto sobre la mesa una y otra vez como proyecto; por escrito a las autoridades de la cartera que lamentablemente y al parecer no han tenido tiempo o no han podido “agarrar el toro por las astas” y bien poquito se ha hecho para sumar como es debido al número de los que trabajen y estudien. Lo que en buen romance quiere decir que en vez de estar recostados durmiendo – en el mejor de los casos – o maquinando que maldad hacer y planeando nuevas ilicitudes, y hubieran podido estar “sudando la camiseta”.
Saldrán al paso quizás algún novel precandidato o un bisoño tecnócrata tal vez, marcando que no se puede, porque ni Gulliver ha podido; remarcando que Caperucita y el lobo no se han puesto de acuerdo; o que la Bella Durmiente y los enanitos están en eso e integran una asesoría honoraria o un equipo multidisciplinario.
Basta por favor, ya basta de tanta cháchara inconsecuente y de cuentos infantiles, pongamos todos de una y seriamente manos a la obra, no más palos a la rueda y tal vez, tirios y troyanos, consideremos en los programas de gobierno y luego en un Nuevo Compromiso con el País la idea del trabajo Voluntario-Obligatorio.
Los que se opongan, probablemente será buscando apoyos económicos exógenos – para contraer más deuda – o de los votos de las minorías que atacan a los vecinos y ciudadanos honestos. Sera usted amable lector quien elegirá en las ya próximas elecciones internas primero y luego en octubre, a quien quiere para representar sus intereses?
Los unos seguirán argumentando tibiamente a favor del “no toquen nada” con ideas proclives al “gattopardismo” o inclusive algunos de los afectados de esa arcaica enfermedad venal – la demagogia – propia de los políticos profesionales – sin importar el signo – que siempre están cuidándose, timoratos, pusilánimes, sin una pizca de vergüenza y tal vez, mirando para el costado como han venido haciendo desde que tenemos memoria política no?
Eso si de vez en cuando y unos meses antes de que hablen las urnas, propondrán un par de medidas o anteproyectos rimbombantes, panacea de nada y habrá que aguantarlos tomándonos el pelo tal y como si todos fuéramos legiones de ignorantes.