Algunos pueden decir que el columnista se volvió loco, pero no, o por lo menos eso creo, sólo voy a especular un poco, con lo que sucedió con el atentado al ex presidente Trump y sus consecuencias, a pesar de que para muchos, no aprecien que tiene que ver con nosotros y esta actualidad política.
El sábado 13 de julio, mientras se desarrollaba un acto de campaña en Pensilvanya, uno de los estados que conforman los EEUU, el ex presidente Trump hacía un discurso para su futura reelección como nuevo presidente de ese país.
Todos vimos, como se producía un incidente, que buscó la muerte de ese candidato, cuando varios disparos, inclusive una fotografía del proyectil en el aire, pretendían terminar con la vida del Sr. Donald Trump.
¿Era eso nuevo, sin antecedentes, obra de un loco suelto?
Si bien por muchos medios, así se lo quiso presentar, varios indicaban que había ruido de petardos, que habían obligado al servicio secreto a retirar al expresidente, el resultado fue notoriamente diferente y lejos de ser un incidente con petardos, hubo una escena con una decena de disparos, muertos y heridos, incluyendo al mismo Trump como todos vimos.
Desde su anterior presidencia, figuras como Madonna, se despacharon con comentarios de una violencia sin precedentes, como cuando dijo que sentía ganas de volar la Casa Blanca, Robert De Niro y su directo deseo de muerte, o el mismo presidente Biden, haciendo referencia a que al ex presidente Trump habría que ponerlo en la mira.
Varios dirigentes y figuras del Partido Demócrata vienen haciendo declaraciones en ese sentido, exponiendo a Trump en una especie de figura de odio, merecedora de ser aniquilada, por encarnar y representar el mal en si mismo, en una acumulación de un llamativo y constante escarnio sobre la figura de Trump..
Basta seguir estos acontecimientos, para entender, que en un país como EEUU, propenso a la aparición de ciertos personajes que se atribuyen una cuota de mesianismo, por la cual entienden, que pueden llevar a cabo una obra, que los llevará a una posteridad gloriosa, al completar una misión casi de salvación general, el típico “carne de cañón”.
¿Pero quién quiere y porqué, matar a Trump? Algo difícil de explicar, tanto como de entender en este mundo tan global como oculto, donde colisionan tantos intereses.
Algunos analistas prestigiosos, que gozan de poca referencia y difusión por nuestras tierras, nos hablan del llamado “Estado Profundo” “Deep State”, integrado por élites, no públicas, ni mediáticas, que serían quienes verdaderamente dirigen los destinos del mundo, de los estados, quienes determinan desde hace décadas, hacia donde el mundo se dirige, quienes gobiernan, que intereses defender y cual es la agenda a seguir.
Ese conjunto de intereses, digamos a modo de síntesis, contienen metas como la famosa Agenda 2030, una serie de objetivos promovidos por la misma ONU, políticas de disminución de la población, aborto, las llamadas políticas inclusivas, a través de cuotas, las agendas de género, medio ambiente, un mundo único donde los estados tiendan a desaparecer, inmigración descontrolada, etc.
Dentro del propio EEUU, la lucha alcanza extremos dramáticos, cuando los grupos identificados con el complejo militar industrial, quieren mantener su hegemonía, alentando y fogoneando guerras que aseguran su supervivencia y sus cuantiosas ganancias.
Una pesada y poderosa élite, defiende y está encaramada en los resortes del poder, acaparando los medios de comunicación, los que notoriamente generan noticias que casualmente, defienden determinadas posiciones, como a su vez, critican otras siempre.
No pretendo afiliarme a las llamadas teorías “conspiranoicas”, las que en definitiva, terminan desacreditando y generando burlas sobre quiénes echan una mirada más profunda y se animan a correr ciertos velos, que ocultan definitivamente los centros de decisiones y verdadero poder, que además se sostienen de formas más allá de lo natural.
Es muy obvio, que Trump no ha gozado de esos medios para que lo defiendan o favorezcan, una medida de eso, son las noticias que habitualmente nos llegan, donde su figura y dichos, son normalmente ridiculizados o tantas veces tergiversados, lo que tarde o temprano, va moldeando imágenes que deliberadamente se construyen.
El atentado del pasado sábado 13, generó muchísimas dudas, que por estas latitudes no llegan, pero cuando se puede acceder a otros análisis, como serios investigadores, se abren una cantidad de interrogantes que provocan miradas alternativas a lo difundido.
Se suma, no solo algunas declaraciones como repasamos anteriormente, de diferentes figuras que se expidieron casi en términos delictivos, también propuestas de dejar a Trump sin custodia del servicio secreto, pese a ser un derecho de los ex presidentes, una disminución del mismo servicio el día del atentado, colocando varios inexpertos allí.
Una negligencia escandalosa de los propios servicios y la policía, cuando el tirador y potencial asesino, se fue colocando en posición para llevar a cabo el atentado, el que fue advertido y filmado por parte del público, sin que hubiera reacciones inmediatas de la seguridad, pese a testimonios que dieron cuenta de haber alertado a la policía. Raro, no?
El servicio secreto, tuvo en su mira al tirador cerca de tres minutos, sin que la autoridad a cargo, autorizara a disparar, recién después, que aquel efectuara una decena de disparos, en el que uno, milagrosamente, solo rozó la oreja derecha de Trump, el franco tirador a su discreción resolvió abatirlo.
La ventaja actual de Trump para volver a la Casa Blanca, hacía innecesario un auto atentado, como algunas mentes pro Hollywood han pretendido mostrar, lo cual no resiste análisis ni proporción, para que alguien se exponga a tamaña prueba casi suicida, cuando el otro candidato, el presidente Biden, no resiste nada, ante un notorio deterioro general.
El seguro cese en la ayuda militar de EEUU a Ucrania, que suma cerca de (doscientos mil millones de dólares), que salen del bolsillo del contribuyente norteamericano, es una de las prioridades de Trump, lo que obviamente enoja y pone de punta a ese “Estado Profundo” que antes mencionáramos, como el gran hacedor de los destinos mundiales.
Cualquier observador, podrá coincidir con nosotros, en que el presidente Biden, no está en condiciones de dirigir ni la comisión del edificio, por lo que imaginemos, lo que significa dirigir la primera potencia del mundo, con las responsabilidades y decisiones que se deben tomar, no solo a nivel nacional, sino con el planeta en si mismo.
Por tanto, es solo una prueba más, que hay otras personas detrás del telón, que son las que mueven los hilos generalmente y con más razón y pruebas hoy en día, cuando un senil anciano de 80 años, confunde hasta el nombre de su vicepresidente.
EEUU padece y sufre graves problemas, con todos los síntomas de un imperio en decadencia, con una inmigración descontrolada, un altísimo consumo de drogas, muchas duras y letales, una esplendorosa otrora, industria en ruinas, con miles de desocupados y desencantados, un interior profundo y conservador que clama por volver a sus raíces.
Buena parte de esas reivindicaciones las representa Trump, quien aspira a encarnar esos anhelos, su discurso valora y traduce esas aspiraciones en el entendido de devolver a EEUU a ser una potencia respetada, pujante, cabeza de la innovación y con un alto potencial industrial.
Cosas estas, que chocan con ese otro mundo de las finanzas, que reduce billones de dólares de la droga y los canaliza a circuitos bancarios, con ese complejo militar industrial, el que hace décadas advertía el presidente Eisenhower, en cuanto a su poderío e influencia en los destinos norteamericanos, el que hoy ya es incalculable.
Esa élite global, se opone y es enemiga de Trump, como de todos aquellos que pretendan caminar por otras rutas, que estos amos del mundo quieren imponer, cuentan con poder, recursos ilimitados, o hacen intervenir sociedades secretas, para alcanzar sus objetivos, así aconteció con Kennedy cuando intentó denunciarlos u oponerse y lo liquidaron.
Usted lector podrá preguntarse, bueno, muy bien, ¿pero que tiene que ver todo esto de EEUU con nosotros?
Las elecciones de noviembre e EEUU pueden derivar en acontecimientos insospechados, no solo dentro de ese país, sino en el resto del mundo, ya que lo que allí acontece, difícilmente no tenga consecuencias en el resto del globo.
Si no sucede algo antes de esa fecha, posteriormente, puede desencadenarse hasta una guerra civil, ya que los antagonismos en disputa son de alta volatilidad, importancia y sensibilidad, el sistema no tolera seguir imprimiendo dólares y acumulando deudas hiper millonarias por lo que, cualquier cosa puede encender la pradera, como se dice habitualmente.
Trump de resultar ganador, cosa altamente probable, tendrá un gobierno que recibirá críticas, oposición y palos en la rueda de todo tipo, al que se le generarán dificultades de todo calibre, internas y externas, ya que la élite no puede permitir perder sus privilegios, menos que sus objetivos y maniobras queden expuestas o sean pasibles de denuncias.
Un clima hostil a nivel mundial, no sería favorable a nuestros intereses, conflictos graves, como ya vimos en Ucrania, afectarían inevitablemente al país.
Coincide en ese tiempo, que tengamos nuestro periodo electoral, el que definirá los próximos 5 años, por lo que resulta fundamental, que tipo de gobierno se elija, en cuanto a seriedad, visión estratégica, hombres capacitados que asesoren al gobierno en situaciones delicadas, por lo que no hay lugar para improvisados, cuenteros y opinadores, una fauna bien autóctona y abundante.
Viendo nuestra oferta de candidatos, a disputar en octubre las titularidades, solo incertidumbre se nos cruza por delante, ya que estos temas, parecen estar ausentes del debate, la consideración o del periodismo en general, que solo parecen preocuparse por los diarios “conventillos” que ocupan a las comadres del barrio.
Cual es la visión estratégica del Uruguay en su relación internacional, no parece ser tema de discusión o que nos afecte, quedando en un plano secundario, cuando están sucediendo hechos a nivel mundial, que nos deberían estar llamando la atención.
El Uruguay no es ajeno tampoco, a la influencia o designios de la élite globalista que fija caminos y destinos, aquí sus peones trabajan y responden a través de organizaciones internacionales, distintas ONGS, la Academia, diferentes élites universitarias y buena parte del sistema político, que hoy vemos, que hay pocas cosas que los distinguen en sus propuestas o bases ideológicas..
Le acaban de disparar al ex presidente Trump en un intento de asesinato, y no nos preguntamos, que hubiera pasado si esa bala hubiera dado de lleno en la cabeza de Trump y hoy hubiera muerto realmente, que cosas estarían sucediendo en EEUU y en el resto del mundo.
Lo que vimos por ahora es, que Trump se salvó, pero que si mataron a Biden, quien seguro no será reelecto, aunque pueden haber más balas perdidas…
Daniel García