Obelisco se define, entre muchas maneras como, pilar muy alto, de cuatro caras iguales un poco convergentes y terminado por una punta piramidal muy achatada, que sirve de adorno en lugares públicos.
Nuestro Obelisco, fruto de una época, es una obra en bronce y granito del escultor uruguayo José Luis Zorrilla de San Martín. Inaugurado en 1938. El mismo, honra a los participantes en la Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado, que sancionó la primera Constitución del Uruguay en 1830.
Este obelisco de 40 metros de altura se realizó enteramente en granito rosado uruguayo. En su cara oeste, la aguja central tiene grabada la inscripción “A los constituyentes de 1830”. Incluye tres estatuas de bronce que representan a la Ley, la Fuerza y la Libertad.
Estos días se cumplieron 40 años de un hecho histórico, que se realizó en el año 1983, aún en ese momento bajo el gobierno cívico militar que conducía el país desde 1973, siendo el Obelisco el lugar de dicha convocatoria. El llamado acto del Obelisco
Se vivían momentos de transición en materia política, en camino hacia el restablecimiento pleno de la vida democrática y el gradual funcionamiento de los partidos.
Un camino no exento de dificultades, producto de las negociaciones entre el gobierno y los representantes de los partidos políticos, como los diálogos del Parque Hotel, el plebiscito del año 1980, por el cual se somete a votación una serie de disposiciones a incorporar en la Constitución, referidas básicamente a la Seguridad Nacional.
Con un resultado de aproximadamente un 57% contra un 43%, la opción del No a la propuesta resultó ganadora, quedando sin efecto aquella eventual reforma, cuyo resultado fue respetado por el gobierno del momento, pese a todos los calificativos siempre descargados sobre el mismo.
Qué curioso, que actualmente, haciendo alusión a las recientes elecciones argentinas, se considerarán tan relevantes, cifras similares obtenidas por quien perdió y no se considerara o considere así, la importante cifra obtenida por quienes apoyaron aquella reforma, en fin…
Cumpliendo un cronograma, previsto anteriormente, se habían dado también las elecciones internas de los partidos políticos, para ir definiendo los futuros liderazgos.
El sistema político buscaba afanosamente, acelerar aquella transición, para lo cual se intentaban realizar actos, convocatorias, que permitieran aglutinar gente, explotar un descontento que eventualmente afectaba a muchos ciudadanos.
El 27 de noviembre de 1983 se convocó a ese acto al pie del Obelisco, donde la mayoría del sistema político, que incluía personas habilitadas, como proscriptas de aquellas actividades, con la excepción de haber concurrido, de grupos afines al expresidente Pacheco Areco y algunos grupos del Partido Nacional críticos de ese acto.
Denominado “Río de Libertad” por la cantidad de público que desbordó la esquina de 18 de Julio y Bulevar Artigas en pleno Parque Batlle, se ha dicho que fueron 400,000 personas, cifra que entiendo exagerada, por las dimensiones que esa cantidad de gente abarcaría, aunque ese tampoco sería el tema en discusión.
Pensemos que a pocos metros está el Estadio Centenario y lo que ocurre cuando sus 50 mil asistentes inundan la zona.
Allí se elaboró una proclama redactada entre los Doctores Gonzalo Aguirre y Enrique Tarigo, que fue leída por el actor de la Comedia Nacional Alberto Candeau.
En un tono solemne, de voz engolada y emocional, fue desgranando la lectura, donde se dijeron muchas cosas, que se identificaban con aquel momento especial, en el que, el sistema político tenía necesidad de expresarse y hacer llegar un mensaje cargado de anuncios, expresiones de deseo, demagogia, ingrediente infaltable, por otra parte, en muchos discursos políticos de ayer y de hoy.
Mostrar rebeldía y cierta osadía desafiante a las autoridades, seguro era parte de la estrategia, en la cual se enunciaron cosas tales como:
“la victoria está próxima y es segura. Victoria que nos dará una vez más una justicia única e independiente, cuyos magistrados no jurarán respeto sino a la Constitución, una prensa libre a la que ningún Torquemada podrá clausurar por decir su verdad, una enseñanza prestigiosa y una gran Universidad Autónoma…, un movimiento sindical que actuará con entera libertad en defensa de sus legítimas aspiraciones de progreso y mejoramiento social, unas cárceles que solo albergarán delincuentes y no dignos ciudadanos víctimas de su integridad moral y de su altivez cívica”…
A 40 años de aquel acto, poca cosa podríamos decir sobre la proclama, que no sean más que una cantidad de simples expresiones de deseos, que hoy vemos graciosamente incumplidas y lastimosamente burladas por una realidad tan contundente como caprichosa.
Una enseñanza devastada, que expulsa a la mayoría de sus estudiantes, con resultados de atraso fenomenal, la Universidad, convertida en una fábrica de agentes culturales serviles de la izquierda, haciendo gala de esa perversa autonomía y nefasto cogobierno, que transmite exclusivamente una insaciable demanda de recursos.
Un movimiento sindical, escandalosamente politizado, que estrangula la producción y educación del país, en una campaña de hostigamiento sin descanso, cárceles que hacen gala de un hacinamiento sin precedentes, convertidas en escuelas del crimen y el delito.
En una burla a la racionalidad y la justicia, viejos soldados, que dieron su vida y lucharon contra el terrorismo agresor de la Nación, presos sin condena, rehenes de una venganza de quienes habiendo perdido la guerra, han obtenido una siniestra victoria política.
Pero hay una parte significativa, que resaltamos específicamente, cuando se hace una defensa tan cerrada, como jugada, a favor de quienes podían estar detenidos aún, por pertenecer a los movimientos terroristas, que a través de la lucha armada pretendían tomar el poder.
Es un aspecto grave, que por desgracia sigue teniendo consecuencias actualmente.
Calificar de dignos ciudadanos, a quienes cometieron asesinatos por la espalda, secuestraron, pusieron bombas y robaron millones de pesos, que jamás devolvieron, es por lo menos, una temeraria e irresponsable proclama, que coloca a quienes promovieron, escribieron y aplaudieron calurosamente, del lado de la delincuencia, el delito y el terrorismo.
Ese día se selló un pacto ignominioso entre los políticos que apoyaron al movimiento insurreccional y los terroristas entrenados y financiados por Moscú, vía La Habana.
Ese día unos pocos impolutos dirigentes, a sus ojos, limpiaron sus vestidos en el bronce y el granito oriental y sacrificaron, al hacerlo, la verdad histórica para siempre.
Los mismos, que años antes, frente el accionar de esos grupos, votaron en el parlamento, el Estado de Guerra Interno, convocando a las mismas FFAA a las que se les insultaba, denigraba y desconocía en su función y representación como parte integrante de la Nación.
El lunes 27 de noviembre 2023, a iniciativa del Partido Independiente, quien no tiene habitualmente, ideas significativas, propuso reeditar aquel acto, en el mismo lugar y horario que aquel de hacía 40 años.
La suspicacia se enciende, si no hubo una oculta intención, de dejar a algún dirigente en evidencia, ante sus discrepancias con la proclama a leer, en fin dudas….
Concurrió la mayoría de los dirigentes políticos y expresidentes, así como el presidente en ejercicio actual.
Un supuesto acto para reivindicar la democracia, condenar, una vez más, como tantas veces acontece, en la liturgia del sistema político, a la dictadura, con la presencia en primera fila de integrantes de los grupos armados que provocaron tanto caos y muertes.
No parece ser, una buena señal, de que se transite por el camino más adecuado y sano para la institucionalidad republicana.
En cada acto, como apreciamos este año, a 50 años del Golpe de Estado, o como en este caso que nos ocupa, el sistema político se reúne para hacer un gran “lavado de manos”, en el cual, ninguno fue responsable, todos son inocentes de lo que ocurrió.
Han encontrado al culpable ideal, las FFAA, a quien se les puede atribuir todo lo malo, sentarlas en el banco de los acusados, decir todos los insultos posibles, porqué además saben perfectamente, que cuando las necesiten, allí estarán firmes para cumplir la misión.
Escuchábamos al inefable Sr. Mujica, protagonista negativo de tanto dolor, recordar sobre aquel acto, que, en esas fechas, “estaba tirado en un calabozo”, merecidamente, agrego yo, por todas las fechorías cometidas.
Pero Mujica, no recuerda, que también estuvo “tirado” en el propio Hospital Militar, donde fue intervenido para salvarle la vida, como sucedió con tantos otros sediciosos, heridos o enfermos.
La generosidad y el humanismo de las FFAA, no dudó en poner al servicio de la vida, sus propios servicios sanitarios, aunque sean detalles que se pasan por alto deliberadamente.
El Obelisco como sabemos, tiene tres figuras, la Ley, la Libertad y la Fuerza, como símbolos distintivos del estado, aunque vemos a la Ley, que no se respeta, como la de Caducidad, con el respaldo de dos plebiscitos; diferente a lo acontecido en el del 80, la Libertad por su parte, condicionada a las consignas de un globalismo insensato; y una Revolución Cultural que se lleva todo puesto a su paso.
La Fuerza, permanentemente cuestionada, acusada y ninguneada en sus necesidades, nos deja con una sensación triste de incertidumbre y desazón, cuando vemos a los responsables de la conducción nacional caminar cerca del precipicio.
¿Cuánto hemos avanzado, en términos políticos, desde aquel parlamento que apoyó a Erro? Nada, creo yo, o muy poco, seguimos sin reconocer al enemigo ni a la batalla cultural que estamos perdiendo.
No sé, que piensa usted, pero algo si se y es que la república está cada vez más debilitada y a merced de la barbarie socialista del siglo XXl.
Seguir haciendo actos, donde no existe ni un gramo de autocrítica, se palmean, se aplauden entre los asistentes y al rato están en una riña de gallos que luce actuada, para ver quien es más categórico en sus críticas y acusaciones, siendo portadores de un largo collar de actos bochornosos de los que pocos se salvan, nos hacen pensar y preguntar:
¿Los Obeliscos lloran?
Daniel García
De las ollas podridas sale comida ..y en esa olla entran vegetales,carne y hasta sobras y cocinando con habilidad se puede comer…así es la política y que me desmientan lo que digo…en esta receta todo sirve y en un abrazo en una misma olla se cocina con los más variados ingredientes …y parece que a todos les sirve o les gusta porque ni derecha ni izquierda se quiere perder el plato,y sentarse en la mesa !!!
Muchas gracias Claudia, el ejemplo de la olla podrida es muy elocuente para entender lo que sucede y como a todos les gusta sentarse a la misma mesa y comer.
Cordial saludo
Excelente y valiente comentario, respetado Daniel García. La inconsciencia, y cobardía de la clase «dirigente» es alarmante. Su alcance «visual» apenas le llega a la nariz. !!!
Muchas gracias Sr. Walter, el sistema político tiene obsesión por salvar su «profesion» de cualquier sospecha, culpa y para eso no importa con quien buscan aliarse, aunque sean los que los que los ahorquen.
Cordial saludo
La clase política ha sido hábil en lavar sus vestidos de la sangre derramada. Pero las manchas de sangre están aunque no se vean. Su experticia llega a extremos tragicos, como el caso Sendic o aún peor, el caso Astori que supo financiar desastres como Ancap y Pluna con el IRPF y nos dejó gravados para siempre el ahorro y el gasto, para que no los olvidemos! Los salvadores reales siguen presos y sin condena! Pero hay justicia en los cielos! En la tierra pasan los hombres! Gracias Daniel por mostrar lo que nadie muestra y muchos ocultan!
Muchas gracias Raúl, es asi tal cual. La mayoría de la clase política no asume responsabilidades, los héroes siguen presos y se siguen violando todas las normas del derecho.
Cordial saludo