Hay trastornos psicológicos que persiguen a las personas durante décadas. A veces el tiempo las agrava. A veces y con terapia se puede reeducar.
La compulsión es la resistencia que logra que uno mismo aún siendo o teniendo inteligencia- se le hace imposible frenar algunos impulsos y repetimos una y otra vez conductas no siempre plausibles.
Y se vuelve obsesivo porque nos buscamos las oportunidades y los espacios para repetir una y otra vez esa irrefrenable compulsión. Podemos estar hablando del cigarrillo..o de ludopatía o hasta de morfar panchos.
Algo de eso le sucede a la intendente Carolina Cosse.
Meritoria como pocos. Indiscutiblemente capaz para ascender en una carrera política en la que tuvo que sortear obstáculos y contras de todo tipo. Ella ha ido transitando en cargos de muchísima importancia ganándose su espacio. Yo lo reconozco y no me duelen prendas. Pero la obsesiva compulsión que muestra es algo que no puede disimular.
Vaya donde vaya doña Carolina su compulsión al gasto se mantiene como constante. Se nota que es algo que la supera. No lo puede dominar aunque sepa de antemano que todos ya la están esperando a que repita una y otra vez esa conducta.
Y es una compulsión complicada porque hasta donde vemos le gusta ganar el dinero público. El dinero de todos.
Se pasó de rosca con el dinero destinado en publicidad en Antel. Se excedió en el costo total del Antel Arena. No le alcanzan los recursos que dispone en la comuna para comprar camiones y contenedores y le pide dinero a pagar en 25 años al BID. Y suma y sigue…suma y sigue. Y siempre hablamos de dinero ajeno.
Pero en estas horas y cuando se detecta un desvío inmoral e ilegal de fondos municipales hacia un partido político doña Carolina no sólo lo justifica como «un error» (No lo ve como dolo) sino que además lo califica de error grave. Y cuando uno espera que eso justifique ser considerado una conducta punible; la ING.Cosse nos sorprende alegando «que ya está superado y olvidado».
¡Flaca.. No seas mala! Si es grave y violó la norma al menos danos la tranquilidad que lo sancionas para dar un mensaje al resto de la barra que no se jode con la plata del contribuyente!
Por tanto a la obsesiva compulsión por el gasto ajeno debemos ya agregarle un nuevo trastorno que supone una disociación de la inteligencia perceptiva de valores éticos y el uso criterioso de las normas.
No sabemos ya como catalogar esto porque no somos psicólogos. Pero como simple analista político lo único que percibo es desprecio por el dinero ajeno que se supone debe administrar.
La causa política podría llegar a financiarse con el dinero del contribuyente y nadie perdería ni 5 minutos de sueño con la cabeza en la almohada intranquila porque «París bien vale una misa».
Y saben que? Ya no me preocupa eso. Me preocupa sí un pueblo manso y complaciente que convalida todo esto y que no se escandaliza ni la manda a terapia a mitigar su compulsiva devoción al gasto.
He dicho.
Jrrpuppo