Quienes promueven el inconveniente jurídicamente e insustentable financieramente proyecto de reforma constitucional sobre seguridad social, son sectores políticos, sindicales, estudiantiles y sociales, en su abrumadora mayoría adscriptos a la ideología marxista.
El marxismo se sustenta en un atávico error intelectual, que precede a Marx, que consiste en la teoría objetiva del valor determinada por el trabajo humano de las mercancías, de ahí el concepto de explotación o plusvalía que surge de la obra El Capital iniciada por Marx y culminada por Engels luego de la muerte de aquél.
De todo ello proceden los prejuicios hacia la propiedad privada del capital, el empresario, el lucro, el sistema financiero y bursátil, etcétera. El marxismo para sobrevivir a las sólidas refutaciones, que a lo largo del tiempo ha sido objeto, se ha convertido en una religión, una fe, una creencia, esto lo han demostrado desde Russell, pasado por Jaspers, hasta Aron.
Por ello es pertinente repasar los principios elementales de la economía.
Desde finales del siglo XIX gracias a los aportes de Menger, Jevons, Walras y Marshall, surge la corriente marginalista y su principio rector de la teoría subjetiva del valor de las cosas y su consecuencia la utilidad marginal decreciente, ello fue una revolución en el plano económico, que Marx no previó, como tampoco Smith y Ricardo.
Pero como la envidia igualitaria ínsita en la condición humana está presente en todas las sociedades la teoría marxista prosperó políticamente, ayudada por las concepciones cristianas tribales, denunciadas por los propios católicos de la Escuela de Salamanca del siglo XVI, pero retomadas por la teología de la liberación en las décadas del sesenta y setenta del siglo XX, cuando un sector del cristianismo fue captado doctrinariamente por el marxismo. Ello le costó sangre, sudor y lágrimas a Iberoamérica y diseminó la semilla del error que aún no ha sido eliminada aunque sí morigerada.
Es incontrovertible en una economía libre o de mercado que el capital es fruto del ingenio, innovación y creatividad del empresario con el propósito de resolver el problema de la escasez, que no se puede eludir en economía. Los precios son mecanismos de transmisión de información que se reflejan en valoraciones subjetivas de parte de los sujetos que intercambian en el mercado, que es un sistema de cooperación social espontánea.
El lucro o ganancia es también una valoración subjetiva, en el intercambio voluntario no hay uno que gane y otro que pierda (suma cero), por el contrario ambas partes ganan o lucran, el lucro unilateral, tan afecto a los colectivistas, conlleva una confiscación de la propiedad ajena dado que la gratuidad no existe en economía. Los impuestos deben ser justos y neutros para no desestimular la producción de riqueza.
Los salarios están determinados por la productividad y no por el merecimiento o necesidad del trabajador, quien lo determinan son las preferencias de los consumidores. Cuando en la década del veinte del siglo XX Mises llegó a la sorprendente conclusión de la imposibilidad del cálculo económico en una economía socialista, los economistas marxistas Lange y Lerner intentaron controvertirlo sin éxito, pero Lange sostuvo que Mises, por plantear una cuestión no advertida por Marx, debía ser honrado con una estatua en cada Escuela de Economía.
Los más lúcidos estrategas soviéticos, en la época en que parecía inevitable que el socialismo se impusiera en toda Europa, convinieron en que había que dejar que Suiza siguiese siendo capitalista para que operase como vector, que impidiese el colapso del sistema.
El marxismo es atractivo afectivamente, pero sin sustento científico alguno. La praxis ha desmentido su endeble y simplista formulación teórica.
Uruguay es un país de fuerte tradición liberal en lo político, pero de secular condición estatista en economía, no obstante, con mayores o menores restricciones, ha mantenido una economía libre en lo sustancial.
El Frente Amplio es hoy una fuerza política predominantemente socialdemócrata, cosa que no fue en su génesis, ello es producto de un hombre de la talla intelectual del Cr Danilo Astori, que supo operar en su interior una conversión a la economía social de mercado, y que dejo una corriente numerosa de economistas que ocuparon cargos de relevancia en los tres gobiernos frenteamplistas y que ahora tiene su exponente en otro converso el Ec Gabriel Oddone.
La fundada exhortación de 111 académicos de izquierda contra el proyecto de reforma constitucional previsional es un ejemplo elocuente al respecto. No obstante anidan en el seno del Frente Amplio los Partidos Comunista y Socialista que influyen decisivamente en los movimientos sindicales, estudiantiles y sociales, y que no se resignan al objetivo de sustituir una economía de mercado-impropiamente denominada capitalista- por una economía socialista o colectivista. Es un ideal espurio, dado que aunque ello no sea su intención, lleva inexorablemente a transformar una sociedad de individuos libres en esclavos de la colectividad, la experiencia histórica es elocuente al respecto.
Las sociedades humanas están llenas de inequidades e injusticias, que podemos morigerar pero jamás eliminar, la ilusión igualitaria y distributiva, sin criterios económicos, sólo conduce a la colmena o a la termita. Promovamos la solidaridad social hasta donde ella sea posible, pero no destruyamos los principios de una economía que genera prosperidad y libertad. Los promotores de la reforma constitucional previsional están cegados por el dogma marxista, del que felizmente se ha liberado, con matices, parte importante de la izquierda nacional, como los socialistas alemanes en 1958 y los socialistas españoles en 1978. Del buen tino de la ciudadanía depende la salud económica del país.