SECUNDARIA, ES PRIORIDAD. Por Daniel García Castro

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Primero que nada, una mención en este día tan particular, en el que se conmemoran cincuenta y un años de hechos que enlutaron la vida nacional, cuando en una mañana ya lejana del año 1972, hubo cuatro asesinatos premeditados y planificados por el MLN Tupamaros.

Nuestro recuerdo a esos mártires salvajemente asesinados por el terrorismo tupamaro.

Quiero aprovechar un acontecimiento en que participé hace pocos días con amigos de toda una vida, para referirme a un tema relevante y actual.

Mi enseñanza secundaria se concretó cuando concurrí en primer y segundo año al Liceo N° 16, conocido como Bauzá Viejo allá en la Avenida Agraciada.

Año 1970, un Uruguay convulsionado transcurría entre el caos de paros, huelgas, ocupaciones, violencia, atentados, secuestros y demás hechos que tenían en jaque a la sociedad.

Ese primer año, a mitad del periodo, se llegaron a suspender las clases por la anarquía en que se vivía a todo nivel, pero con extrema virulencia en el ambiente de la educación secundaria pública.

Por lo tanto, muchas familias buscaban encontrar tranquilidad, continuidad y la seguridad de completar normalmente la formación de sus hijos.

Para ello, una de las opciones era dirigirse a la enseñanza privada, con el consiguiente gasto, al que no todas las familias podían acceder.

Otra posibilidad, venía dada por el ingreso al Liceo Militar.

Para ello, un día fuimos con mi madre para conocer sus instalaciones y condiciones de ingreso.

Así que, en el año 1972 ingresé para completar tercero y cuarto año, como eran los planes de la época.

Uniforme, pelo corto, un mundo dirigido por militares, oficiales jóvenes, que para nosotros eran una mezcla de líderes ideales y nuevos padres que nos instruían en costumbres, movimientos, voces, formaciones, en fin, un mundo nuevo.

El cambio era fenomenal para quienes veníamos de la enseñanza pública, ya que todo era diferente en esa realidad de tambores, trompetas y bandas, voces de mando para ejecutar movimientos sincronizados en formaciones perfectas.

Casi todo se debía hacer en colectivo, comer, ir de una clase a otra, siempre había una autoridad disciplinaria cercana, para orientar jóvenes de 14 años.

Exigentes clases de educación física complementaban la formación académica con un conjunto de profesores de alto nivel cada uno en sus disciplinas.

Estas vivencias más otras experiencias inolvidables, como podía ser las maniobras en terrenos lejanos y agrestes del interior, fueron moldeando vínculos y amistades que han perdurado por más de cincuenta años.

Alguien tuvo la iniciativa que sería una buena oportunidad, conmemorar los cincuenta años de ingreso al querido Liceo Militar, para lo cual se fue creando un grupo de comunicación vía whatsapp, al que se fueron sumando compañeros llegando a ser unos noventa aproximadamente.

Una comisión se encargó de recolectar un dinero para comprar y colocar una placa recordatoria de esta generación, así como testimoniar nuestro agradecimiento a la Institución, para lo cual se entregaron equipos de informática para el aula y unas máquinas secadoras de ropa, necesarias para los alumnos del Departamento de Tacuarembó, sede del liceo en el interior.

Quiero destacar con este pequeño racconto, lo que ha significado para personas que cursamos hace cincuenta años, dos años en ese liceo, los vínculos generados de amistad, pertenencia y cariño a una Institución que tanto nos impactó en todo sentido, en nuestra temprana adolescencia.

Algunos seguimos la carrera de las armas en sus diferentes Escuelas de Formación de Oficiales, en mi caso, luego en la actividad privada muchos años, otros continuaron en una actividad ajena a lo militar.

El día del encuentro, fue necesario colocarnos un cartel con nuestros nombres y a qué sector del Liceo pertenecíamos, para poder identificarnos, personas que dejaron de verse durante cincuenta años y que estábamos sometidos al paso de los años.

Hasta aquí y para no extender sobre más detalles que podrían ilustrar mejor el hecho, quiero hacer referencia a lo que es hoy en día la enseñanza secundaria.

Días pasados la televisión nos mostraba incidentes en algunos liceos en los cuales varios adolescentes se tomaban a golpes de puño, en hechos lamentables como reiterados.

No vamos a ser ingenuos y decir que esto nunca sucedió, porque es obvio que son situaciones que han ocurrido también en el pasado.

Cambia si el entorno de la sociedad en la que estos se dan, cuando apreciamos que buena parte de esta, convive con la violencia y el desacato como algo normal.

Que padres concurran a una escuela y terminen agrediendo a las autoridades como hemos visto tantas veces, nos dice que hay algo que no está funcionando adecuadamente, la sociedad padece una profunda herida en primarios valores.

Ver grupos de personas, insultando y desafiando a la policía, arrojándole todo tipo de objetos, debería interpelarnos, sobre si no se han sobrepasado varios límites del respeto.

Las autoridades informan, que contratarán sicólogos para tratar el asunto con los menores, en un intento de modificar conductas.

Mis sicólogos fueron mis padres, mis tíos, a veces mis amigos, otras algún profesor.

Muchas veces esas charlas fueron la mano tendida que rescató mi comportamiento y lo volvió a la senda de lo socialmente aceptable, porque la vida en sociedad exige respeto mutuo para poder ejercer la libertad.

No voy a discutir si los profesionales incidirán favorablemente o no, porque sería hacer futurología.

Creo yo, que se debería comenzar, por convocar a los alumnos a una gigantesca tarea de limpieza de fachadas, ya que los institutos parecen cualquier cosa menos un centro educativo.

Las fachadas no se pintan solas, así como una cama no se tiende sola.

Pinturas grotescas, empapelamientos, dibujos y pintadas de todo tipo, afean y dan una sensación de abandono y anarquía.

Entiendo, que una forma de comenzar a revertir conductas sería fomentando la defensa y el cuidado de los propios centros, ya que parece una tierra de nadie, pasible de que cualquiera se apropie y estampe lo que le viene en ganas hacer.

Hace poco, en ocasión de una ocupación del Instituto de Profesores Artigas, los que estudian allí, o sea los futuros docentes, solicitaban que las autoridades les debían entregar los muros para que tuvieran un lugar donde expresar sus consignas, reivindicaciones y reclamos.

Quiere decir, que el sentido institucional, patrimonial o de conservación de sus lugares de estudio no está presente en esas conciencias, que al minuto vemos como reclaman más y más recursos en una demanda interminable e irracional.

El cambio en la educación, tema hoy presente en el debate, tiene que contener otros ingredientes además de lo referido a programas o métodos.

Si no está asentado en bases sólidas, principios y valores firmes, todo será un gran tembladeral y cada tanto se buscará hacer otra reforma porque la anterior no dio los resultados esperados.

Si los jóvenes son formados haciéndoles creer que todo es relativo, que no existen criterios de verdad, que todo es cuestionable, que la autoridad es algo que se puede burlar fácilmente o como decía el tango “Cambalache”, “es lo mismo un burro que un gran profesor”, poca cosa se podrá modificar.

Hay que enseñar ética ciudadana, moral occidental, los jóvenes deben saber de dónde vienen, cuáles son sus raíces culturales y cuál es el derrotero que lleva nuestra civilización republicana y democrática, no hacerlo sería suicida.

Cada vez que entrevistan a un delegado estudiantil, su forma de expresarse, sus supuestas reivindicaciones o medidas que plantean, nos entristece al ver adolescentes convertidos ya en potenciales agitadores y agentes ideológicos.

Los episodios recientes de la ocupación del IAVA, solo reafirman el deterioro profundo de la educación y la falta de autoridad por parte de quienes son los responsables o referentes de gestionar un instituto.

Es inaudito que exista una verdadera “cueva” con ese aspecto desagradable dentro de un instituto de ese calibre y que eso sea un lugar de reunión de los estudiantes. Personalmente entiendo, que eso debería erradicarse.

Tres días un menor, estuvo en el centro de atención, por lo menos montevideana, cuando todos los medios, programas y periodistas, han estado pendientes de lo que decía o hacía este nuevo personaje, algo verdaderamente inaudito.

Si nuestra sociedad no es capaz de cuestionar semejante desastre, no pretendamos que la enseñanza secundaria obtenga resultados aceptables y ni siquiera sea capaz de terminar su tarea formativa como acontece con tanta cantidad de estudiantes.

Hace pocas semanas, un espectáculo montado por la Intendencia de Montevideo traía algunas artistas con un cierto renombre y fama.

Repasando la pobreza de algunas letras, lo ordinario y el mal gusto, así como su nulo aporte cultural, sabiendo que miles de adolescentes son seguidores y corean estas canciones, el cóctel parece estar servido y no debería llamar la atención, que esto no colabora en nada en mejorar a nuestros adolescentes.

Los resultados medidos en todas las pruebas de carácter internacional nos dejan muy mal colocados en cualquier estadística, siendo estos alarmantes.

Que más de un 60% de los estudiantes no terminen secundaria, nos debería interpelar, para tomar medidas urgentes de manera de revertir estas tendencias, siendo este un verdadero problema y no sus eventuales expresiones gremiales.

Es el futuro de los jóvenes el que está en juego, son las futuras generaciones que se van enfilando rumbo al fracaso, la frustración y desesperanza al ver un panorama sin expectativas para sus años venideros.

¿Quién les advierte a los jóvenes que el trabajo no calificado va desapareciendo y conduce a la pobreza, quién les enseña a ser creativos y autodidactas, quién les inculca que deberán ser aprendices permanentes y que la constancia paga?

¿Qué se hace para revertir esas estadísticas negativas? ¿Los sicólogos tienen algo para aportar? ¿Dirán que las diferencias económicas, la mala distribución de una sociedad egoísta y explotadora provoca esto? ¿Serán solo orientadores ideologizados?

Porque estos eslóganes se los escuchamos a cada rato a esos sesudos analistas que, formados con premisas falsas, solo pueden arribar a conclusiones erradas.

El principio de autoridad está cuestionado hace años, el de padres, madres, abuelos, jefes, o cualquier persona que represente una cierta autoridad.

La sociedad nuestra carece de una ética de la disciplina, en el amplio sentido del término, que forme a los ciudadanos en lo que sea perseverancia, tesón, esfuerzo, pasando a ser algo con poca publicidad o defensores que lo destaquen y más bien se la confunde con rigideces sin sentido.

Si desde la escuela, hacemos creer que cualquiera puede ser abanderado o estar en el cuadro de honor, cuando para llegar allí debería contar el mérito, disciplina, esfuerzo y tesón, vemos que  se pretende igualar a todos hacia abajo, estamos en una sociedad que desvaloriza el esfuerzo y sus resultados tarde o temprano serán negativos.

En estos días el Sr. Civila, secretario general del partido Socialista, se indignaba por la cantidad de efectivos militares y se preocupaba por el contenido de la enseñanza militar y peor aún, se escandalizaba por la existencia del Liceo Militar.

Habría que recordarle entonces, que el Liceo Militar, tiene la menor tasa de repetición de toda la enseñanza media, el mayor egreso de estudiantes que finalizan y que prepara futuros ciudadanos con una excelente formación y disciplina, que los hace destacar y valorar en cualquier actividad que esos alumnos elijan para su futuro.

Tal vez, cuando se buscan soluciones para revertir resultados, o como frenar una violencia irracional, no estaría mal, mirar un poco e intentar averiguar qué hacen otras Instituciones que son ejemplo en enseñanza secundaria.

Cuando finalizamos la jornada de encuentro y homenaje y nos retirábamos del Liceo Militar, vimos una cantidad de entusiastas jóvenes que se preparaban para una intensa actividad física, seguro brindarían su máximo esfuerzo para cumplir la misma y entonces, no dejamos de recordar un instante, que cincuenta años atrás, también estuvimos ahí.

¡Secundaria, es prioridad!

Daniel García

2 COMENTARIOS

  1. Comparto totalmente lo expuesto en tú hermoso relato de un tiempo pasado que supimos recorrer en mi persona 1971-72 LMGA. Orgullo de haber vivido esos años en la Ca. 2 los canarios.

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