Por: Raúl Blanco.
Estamos asistiendo al continuismo de lo que se puede llamar, el alejamiento de las ideas de Batlle, y un acercamiento muy peligroso al herrerismo de algunas figuras importantes del Partido Colorado.
Este llamado telefónico es para los viejos colorados. Aquellos viejos batllistas, los de Pepe Batlle, y que son invocados cada cinco años, y nada más.
El Partido Colorado está teniendo un rol “casi” incondicional, por no decir “incondicional total”, con algunas cortinas de humo disfrazando su participación en discusiones de distintos proyectos, pero es muy notorio, cuasi descarado, el alineamiento con el partido de Gobierno, y en especial con el sector herrerista.
Y lo advertimos como compitiendo a veces quien es más batllista con el otro socio de la coalición, Cabildo Abierto.
Además se percibe como una especie de entrega, de claudicación, de decadencia política que salpica lo institucional, las ideas y lo electoral.
Es como dejar perder la rica tradición del Partido que gobernó más veces y por más tiempo la República. Artífice de una identidad que perdura en el inconsciente colectivo de los uruguayos.
Y ahora se lo aprecia como una expresión cuasi testimonial de aquello que fue y lentamente se va perdiendo, a la sombra de la figura de José Batlle y Ordoñez, y casi nada más.
Ya en los últimos dieciocho meses de esta Administración Nacional va quedando el tendal de figuras de este Partido Colorado, que renuncian, o los renuncian, y eso hace mella en la credibilidad del mismo, del sistema y del Gobierno.
¿Se elige bien? o se agarra lo que hay, que por lo general no es lo mejor.
Y así va el Partido Colorado, despacito por la bajada.
Suena el teléfono, y el que lo atiende, sigue siendo Sanguinetti.