Este era el nombre de un viejo programa periodístico que se emitía en Radio Carve, con la conducción de Omar de Feo, ya fallecido, en el que la política era su condimento.
Tomamos su nombre a efectos de hacer un pequeño análisis de la política actual, en el respeto que nos merece, tanto el nombre de aquel programa, como el de su conductor.
“Te habla un viejo que se está despidiendo de la vida”, así se despachó Mujica en un recordado spot televisivo, en campaña rumbo al balotage, cuando lo vimos en una situación de deterioro, sin sus dientes postizos, en una clara actuación, de las tantas, con pretensión de que la emoción suplantara las vagas y pocas ideas en discusión.
Sin embargo, este sábado en ocasión de comenzar el nuevo periodo legislativo, se le vio con buena presencia y como de costumbre, con su avidez de hacer alguna declaración, que el periodismo, además busca, en esa interminable catarata de declaraciones, balbuceos y reflexiones de boliche, aunque nunca contiene preguntas molestas.
A escasos días de que asuma un nuevo gobierno, la Coalición no ha encontrado explicaciones que den respuesta a la pérdida del gobierno, cuando se intenta medir o explicar, como puede ser, que un presidente con una popularidad tan alta, como de un 58%, la ciudadanía optó por la Coalición de izquierda.
Un presidente que asumió con muchas expectativas, en cuanto a determinadas medidas que la ciudadanía reclamaba, una obligatoria revisión profunda de 15 años de gobierno frenteamplista donde los malos negocios, despilfarros, un sinnúmero de medidas fracasadas, no fueron debidamente auditadas ni investigadas, dejando gusto a poco.
El tema inseguridad, un talón de Aquiles del gobierno de izquierda, terminó convirtiéndose en un boomerang hacia la propia Coalición Republicana, al no haberse tomado acciones y medidas que recomendaban, los que más sabían del tema, no intelectuales formados bajo visiones teóricas, que por algo se les convoca para continuar en el nuevo gobierno.
La educación, base significativa del futuro siempre, requería una profunda reforma, que incluía, un abandono de todo lo relacionado a la ideología de género, un mal de dimensiones incalculables, que no se atendió debidamente, sino que fue incentivado y promovido en sus perversas intenciones, no disimuladas, sin combatirlas realmente.
Una Coalición que funcionó a los golpes entre los propios integrantes, cuando las polémicas han sido públicas, no porque se deban ocultar, sino por una mínima salud política, en la que las diferencias se deberían tratar en una interna sobria, evitando una “guerra” de desprestigios, pases de facturas, que han dejado una imagen de desavenencias.
Una serie de escándalos, que fueron erosionando la imagen del gobierno, cosa que la izquierda supo aprovechar, aportando suficiente leña a un fuego, que, con un simple soplido, sus potentes llamas, cual crematorio, convirtieron en cenizas a toda la gestión.
Luego de 15 años de gobierno de izquierda, ya vimos que el saldo fue muy cuestionable, no obstante, en el 2019 perdieron solo por 30.000 en el balotaje, a pesar de una fórmula poco atractiva y de dudosos antecedentes, cosa no analizada suficientemente, tal cual acontece en la capital, su calamitoso gobierno municipal, pero que sigue tan campante.
No se entendió, que la irrupción de Cabildo Abierto, fue quien dio la diferencia necesaria para consolidar aquel triunfo, el que se hipotecó, cuando la aparición del novel partido, fue considerada como un rival a quien habría que evitar creciera, no se acompañaran sus propuestas, sin dejar de tener en cuenta, todos los errores propios de este partido.
Muchas ideas planteadas, que hoy resuenan como ignorancia estratégica no haberlas aplicado, cuando el mundo denuncia y deja en evidencia la perversidad, los cuantiosos recursos dispuestos para implantar la ideología de género y demás acciones que buscaban estimular agendas globales, como Trump acaba de desmantelar y denunciar.
El nuevo gobierno estrena, muestra y exhibe, lo más representativo de todo esto, cuando le da el cargo en la Secretaría de Derechos Humanos, a un hombre que se viste como mujer, que se hace llamar Alejandra, donde en algunas declaraciones nos dice: “su objetivo es mantenerse en el cargo hasta el final del período y contribuir a que el país sea un ejemplo en el respeto a los derechos humanos de “todas, todos y todes”. Textual amigo lector.
Un estado que no ha hecho ningún esfuerzo por achicarse, solo muestra que no hubo ideas, como tampoco el coraje, de hacer cosas diferentes con el objetivo de obtener resultados distintos, dejando un estado de ánimo complaciente con las demandas interminables de seguir repartiendo y alimentar ineficiencias que consumen millones.
Quienes asumen, lo hacen bajo la consigna de agravar el problema, ya que sus políticas, propuestas y programas aseguran mayor intervención estatal como motor principal de la economía, un aumento de las asistencias y planes, sin obligaciones por parte de los beneficiarios.
Más ministerios y seguramente, un debilitamiento o anulación de algunas normas que en este periodo fueron aciertos, incluso sometidas a plebiscito, pero, ya han anunciado que serán “revisadas”, lo que equivale a un desconocimiento de aquellos resultados, como ya aconteció con la ley de Caducidad en dos ocasiones, antecedentes que no ayudan.
El bolsillo de los uruguayos, seguramente la clase media, deberá sufrir el embate de la voracidad fiscal, que buscará saciar su ilimitada necesidad de recursos, en ese mito instalado de que el estado debe encabezar, tener iniciativa, legislar, generar normas para atender tantas actividades que terminan asfixiando las iniciativas privadas.
El poder judicial y sus nuevos sistemas de fiscalías, muestra un deterioro alarmante, por una pérdida de confianza ante decisiones polémicas, acuerdos abreviados, donde en definitiva la delincuencia negocia sus penas, filtraciones inexplicables de declaraciones reservadas, atrasos en investigaciones y una clara invasión de la política en su marcha.
Esto tampoco fue atendido por la Coalición saliente, dejando que acontecimientos turbios, fueran formando parte de una opinión pública que interpretó esto como desidia, caos, poca credibilidad y confianza.
El desborde sindical que invade y domina el ámbito laboral, parando el país o las actividades que sean, tampoco tuvo el tratamiento y atención necesaria, que permita una regulación, un marco mínimo, en el que su razón de ser, se remita a eso y no opere como una organización política e ideológica que actúa con poderes ilimitados.
Malas noticias tenemos, ya que para este periodo el sindicalismo en una identidad ideológica con el nuevo gobierno, mostrará su accionar a pleno, aprovechando para seguir formando y modelando dirigentes políticos como es notorio sucede y que el Frente Amplio exhibe ampliamente.
La Revolución Cultural en marcha, no ha tenido contrapartida en ningún ámbito, en actuales épocas carnavaleras, las letras de los conjuntos apuntan siempre al mismo lado, complaciendo a los oyentes y concurrentes, que absorben realidades que se cantan desde el escenario, en reiteración real y sesgada.
La reiteración real comprende, además, la permanencia, como el aumento de “presos políticos”, que en una violación de normas básicas del derecho, plebiscitos, referéndum, colocan al sistema político bajo el dedo acusador de no hacer nada, permitiendo que fiscales ilegales operen en forma casi monárquica con personas ancianas y enfermas.
Una justicia que funciona en base a convicciones, autopsias históricas y que juzga hechos sucedidos hace más de 50 años ya prescriptos, no genera ningún ruido.
Parece ser un asunto de cobardía y complicidades que abarca al sistema político, que no preocupa a la mayoría, ni siquiera cuando notorias figuras de la política, como Topolansky y Mujica, nos hacen saber que hubo testimonios falsos y que hay personas mal presas.
En fin, tomar el pulso a la República, da resultados contradictorios, cuando de repente parece que no lo sentimos, ante tanta inoperancia y abandonos, pero a continuación ese pulso se acelera, cuando nos indignamos al ver que los caminos a transitar son de resultados tan inciertos, con una conducción que no brinda confianza.
Daniel García
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