En la década del 70, en un escenario político convulsionado, donde las corrientes ideológicas chocaban y se entrelazaban en un constante vaivén, la figura del Frente Amplio (FA) supo emerger como un faro de progresismo y unidad. Desde su fundación esta coalición supo ser el epicentro de una revolución silenciosa, gestada por una elite intelectual comprometida con la construcción de un Uruguay basado en el diálogo, la inteligencia y el respeto por la diversidad de ideas. Con Líber Seregni como su emblema, el FA abrazó una visión moderada y democrática, en contraposición a las actitudes de ultraizquierda pregonadas por ciertos sectores como el entonces MLN-T (actual MPP) y el PCU. Seregni, con su visión moderada y democrática, buscaba trascender las diferencias partidistas y unificar al país en pos del bien común.
En 1971 obtuvo cerca del 20% de los votos. Con la excepción de Seregni, a quien reclutaron debido a su formación militar, el resto de los candidatos eran graduados universitarios de nivel, lo que denotaba una especie de aristocracia académica. Tras el período dictatorial, la izquierda se alió con los sindicatos en una convergencia natural.
Las discrepancias entre Seregni y los sectores más radicales representados por el MPP y el PCU, se hicieron evidentes con el paso de los años. Estas fricciones se manifestaron en la renuncia de Seregni a la presidencia de la fuerza política en 1996, tras sufrir la hostilidad de los sectores radicales y mantener discrepancias con el candidato presidencial de ese entonces, Tabaré Vázquez.
La crisis interna se agudizó con el tiempo, especialmente durante la propuesta de privatización del Hotel-Casino Carrasco en 1997, que desató disputas entre moderados y radicales. Seregni, en un intento por preservar la unidad del partido, advirtió que los sectores de ultraizquierda debían cumplir con los mandatos de la organización o quedar marginados de la coalición. Esta postura reflejaba las profundas diferencias entre el enfoque moderado de Seregni y las actitudes más radicales de los sectores de ultra izquierda.
A pesar de estos desafíos, Seregni seguía siendo una figura indispensable para mantener la unidad del FA, aunque las discrepancias internas continuaban latentes. En 2004 pudo conciliar un acuerdo entre Tabaré Vázquez y Danilo Astori en un encuentro difundido por este último, les hizo comprender que la conducción política, del país y del partido, no podía despegarse de la conducción económica. Ese mismo año fue propuesto el nombre de Seregni para encabezar las listas al Senado. El MPP, junto al PCU, 26 de Marzo, Corriente de Izquierda y PST se mostraron en contra.
Su fallecimiento dejó un vacío en el partido. Los sucesivos fallecimientos de las demás figuras balanceadoras, como fueron Danilo Astori, Mariano Arana o hasta el propio Tabaré Vázquez, sin tener sucesores reales, terminaron por polarizar al FA.
En 2019 la izquierda pierde el poder luego de 15 años continuos de gobierno. Eso los hace embarcarse en 2020, junto al PIT-CNT, en el referéndum contra 135 artículos de la LUC, con una campaña colmada de mentiras completas y medias verdades. Al finalizar la contienda, y confirmar la izquierda que el país estaba partido a la mitad, pero no a su favor, asciende a la presidencia del FA Fernando Pereira, un sindicalista que con total descaro declaraba en radio que cobraba un sueldo sin necesidad de trabajar por tener un fuero especial del la central sindical.
Es evidente que con el paso de los años los cimientos de esta histórica coalición fueron sacudidos por corrientes divergentes y tensiones internas que amenazan con desdibujar su esencia original. La lucha por el poder y las disputas ideológicas han erosionado la cohesión del FA, llevándolo por senderos inciertos y desafiando los principios que alguna vez lo guiaron.
Con sus luces y sus sombras el economista Mario Bergara, identificado como un defensor de los principios seregnistas, buscaba mantener viva la llama del progresismo moderado en un contexto cada vez más polarizado. Sin embargo, su reciente decisión de respaldar a Yamandú Orsi, candidato del MPP, plantea lógicas interrogantes sobre su fidelidad a los valores originales que decía defender en su accionar político. Además en un eventual gobierno de izquierda sabemos bien que Bergara no tiene ni siquiera una parte de la fuerza de Astori, hombre clave en el gobierno del ex presidente Mujica (MPP) a quien llegaron a montarle un equipo económico paralelo al equipo conformado por el entonces vicepresidente Astori, el ex ministro de economía Fernando Lorenzo y el propio Bergara al frente del Banco Central. Los efectos de estas marchas y contramarchas dieron de lleno en los resultados fiscales del segundo gobierno de Vázquez.
Con este escenario a la vista queda claro que Bergara ha sacrificado los principios que una vez afirmó defender. Su respaldo a un candidato vinculado a los mismos sectores que fueron los verdugos políticos de su mentor no solo socava su credibilidad, sino que también pone en tela de juicio la coherencia ideológica del Frente Amplio. La actitud de Bergara resuena como un rotundo fracaso en la defensa de los valores que decía representar, dejando al descubierto la fragilidad de una coalición política que parece haber perdido su rumbo.
De Seregni ni las huellas.
Si habrá caído el nivel del FA que se extraña a Miranda. No en vano es el FA-PIT con el ingreso de Fernando Pereira a la presidencia del partido.
Ya no es Frente Amplio, es Frente Angosto.
Como dijo un periodista que la tenia clara : Miranda a lado de Fernando Pereyra , es Churchill.
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