LA IZQUIERDA Y LAS FUERZAS ARMADAS. Por Hilario Castro Trezza.

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Con motivo de las recientes elecciones presidenciales venezolanas, de más que sospechable resultado, inscriptas en el marco de un gobierno dictatorial que ha conculcado todas las libertades y ha sumido al país en el caos económico y social, el Senado de la República se abocó a debatir el tema. En el curso de la sesión algunos Senadores frenteamplistas se mostraron agraviados por manifestaciones de Senadores oficialistas referidas a la defensa de los valores democráticos, y enfilaron contra ciudadanos blancos y colorados que colaboraron con la dictadura militar uruguaya (1973-1985).

Los legisladores manifestaron que la izquierda nunca propició ni defendió golpes de Estado, ni apoyaron pronunciamientos militares. Pero la realidad histórica tanto a nivel hispanoamericano como nacional indica lo contrario. El comunista alemán Karl Liebknecht afirmó “la revolución no se hará sin el Ejército, ni contra el Ejército, sino con el Ejército”. De ahí en adelante los comunistas no han desistido de captar la simpatía de los militares, cuando no de infiltrar los institutos armados con fines revolucionarios.

Sin perjuicio de múltiples antecedentes, comencemos por el apoyo de la izquierda nacional a los Golpes de Estado y a los gobiernos surgidos de ellos, a saber: el del Gral Juan Velazco Alvarado en Perú (1968-1975); del Gral Omar Torrijos en Panamá (1969-1981); de los Generales Alfredo Ovando y Juan José Torres en Bolivia (1969-1971) y del Gral Guillermo Rodríguez Lara en Ecuador (1972-1976).Todas esas experiencias dictatoriales, tuvieron como signo distintivo su antiimperialismo y una política de nacionalizaciones y colectivizaciones que terminaron en un rotundo fracaso, no obstante haber alentado el sueño revolucionario.

Aún en un gobierno constitucional de izquierda como el de Salvador Allende en Chile (1970-1973) se da un caso peculiar, del 2 de noviembre de 1972 al 27 de marzo de 1973 los Ministerios del Interior; Obras Públicas y Transportes, y Minería, le son asignados al Comandante en Jefe del Ejército el primero y a Oficiales Superiores de la Armada y de la Fuerza Aérea los otros dos. Esto llevó a que conforme a la Constitución, en caso de ausencia del Presidente de la República asuma la Vicepresidencia el Ministro del Interior, por ello cuando Allende realiza una gira internacional, que dura catorce días, el Poder Ejecutivo es ejercido por el Comandante en Jefe del Ejército Gral Carlos Prats.

Del  9 de agosto de 1973 al 23 de agosto de 1973 los Ministerios de Defensa; Hacienda; Obras Públicas y Transportes, y Tierras y Colonización les son asignados a los Comandantes en Jefe del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea y al Director General de Carabineros respectivamente. A partir del 23 de agosto de 1973 y hasta el 11 de setiembre de 1973, los Comandantes en los Ministerios son sustituidos por Oficiales Superiores de cada una de las Fuerzas, con excepción de Defensa que se designa a un civil, pero en compensación se le da al Ejército el Ministerio de Minería.

El involucramiento de las Fuerzas Armadas y Carabineros en la gestión gubernamental produjo divisiones al interior de cada Fuerza, y lo más relevante acostumbró a los militares en actividad a desempeñar cometidos ajenos los específicamente profesionales.

El Gral (R) Líber Seregni, Presidente del Frente Amplio, entre fines de marzo y principios de abril de 1973 realizó una breve gira por Perú, Chile y Argentina, manifestando a su regreso al país, al diario Ahora, que la participación de los militares en el gabinete del Presidente Salvador Allende había sido una experiencia positiva dado que “encerradas en el límite de los cuarteles se transforman… en brazo armado del sistema imperante. Solo cuando… participan activamente pueden lograr una real vinculación con el pueblo… es en ese mismo esquema que juegan la experiencia argentina, la peruana y la chilena, tan diferentes, peculiares y en algún caso opuestas…”

En Portugal el 24 de abril de 1974 una sublevación militar  termina con un gobierno corporativo que duró cuarenta años, pero el Poder estaba en el Movimiento de las Fuerzas Armadas liderado por Oficiales que habían sido influidos por el Partido Comunista, fue indescriptible lo que debieron luchar los demócratas portugueses para evitar que su patria se convirtiese en una “democracia popular” como las de la órbita soviética.

En 1975 la periodista Oriana Fallaci entrevista para la revista París Match al Secretario General del Partido Comunista Portugués Álvaro Cunhal quien le expresa: “lo que le quiero decir es que las elecciones no tienen nada que ver con la dinámica revolucionaria, quiero decir que en Portugal no habrá Parlamento, se lo digo y se lo prometo, adoro a los militares porque los necesito mucho, ya que no conozco el ejemplo de una revolución que haya podido hacerse sin el concurso de los militares”.

Qué decir del papel que hoy cumplen las Fuerzas Armadas, con la asesoría de militares cubanos, en el gobierno de Venezuela, recordemos que el Tte Cnel Hugo Chávez tomó notoriedad al encabezar un Golpe de Estado fallido el 4 de febrero de 1992.  

Algunos de los hechos relatados son anteriores y otros posteriores a los sucesos uruguayos de febrero de 1973, surge sin hesitación de clase alguna, que la postura asumida por los principales partidos de izquierda y la central obrera en aquellos dramáticos acontecimientos fue la de que sí hubiese triunfado la supuesta línea peruanista dentro del Ejército Nacional, ellos la habrían apoyado y hubiesen aportado Ministros, Embajadores y Consejeros de Estado.

Los hechos, muy a su pesar, discurrieron por otro carril y dentro del Ejército Nacional triunfó una línea nacionalista de derecha, con las consecuencias conocidas. No obstante la huelga general se levanta con una exhortación a las Fuerzas Armadas al cumplimiento de los Comunicados 4 y 7, y el Partido Comunista promovió la edición del semanario “9 de febrero” que se editó hasta su clausura el 7 de abril de 1975.

Antes de hacer profesión de fe democrática, es aconsejable que cada uno examine los hechos con mayor rigor histórico.       

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