RETÓRICAS HEROICAS. Por Joise Manuel Morillo

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En reciente fecha un influencer de los medios sociales realizó un vídeo que motivaba al interlocutor a obtener exito en la oratoria,  y el principal punto abordado fue perder el miedo de hablar ante el público.

Venciendo el miedo aunado al poder de convicción para motivar las masas; el líder de algún proyecto independentista o vindicador de los derechos sociales del ciudadano, tiene la primera batalla ganada en su lucha.

Ésta reflexión anterior tiene mucho de relatividad y efectos en la conducta del oyente o interlocutor, derivado precisamente del poder de la oratoria y en función de que. En otras palabras, el discurso tiene como objetivo sembrar una idea en la mente del oyente. El mismo puede ser, verás y probable o Falaz y demagogo. Por otro lado, plantear ambigüedad entre lo que se dice y lo que se hace.

El individuo, sea líder o no, y que posea un objeto de cambio en el haber de lo cotidiano, sea social, científico o político, debe tener suficiente voluntad y valentía para expresarlo. Sin embargo, con esta voluntad debe primar discreción; dado que, el cambio de información con otra gente no afiliada o familiarizada con el proyecto dado o adversarios, trae como consecuencia -en porcentaje elevado- la tergiversación del tema y con esto el fracaso de cualquier proyecto. El discurso debe ser emitido conciso y convincente hacia un público que desea un cambio en el momento más propicio.

Un ejemplo histórico ha sido la intención de apaciguar el miedo  de soldados caraqueños independistas ante una catástrofe ocurrida en el  siglo XIX en la ciudadanía de Caracas. Para ese entonces en la escena causada por  un terremoto -26 de Marzo de 1812- el cual había sido señalado por la curia católica como un castigo de Dios por luchar contra el imperio dizque divino de España reinado por Fernando II, Simón Bolívar (el libertador) se dirigió ante sus soldados con un mensaje cuyo motor era darles aliento, cito parafraseando:

“Si la naturaleza se opone a nuestro deseo de libertad, lucharemos contra ella y la venceremos”

Al interpretar estás palabras con razón y conocimiento de la naturaleza, se ha de tener por cierto que Bolívar sabía con propiedad la causa del terremoto y no que era un designio divino. Sin embargo utilizando de mejor forma la inteligencia se dirigió a su gente sin descalificar ni negar ninguna causa del caos sísmico. El objetivo fue logrado, los soldados marcharon sobre los escombros y siguieron el fin que se les había asignado.

Descalificar con propósito destructivo y no correctivo la versión del opositor es en mayor medida, cobardía. La detracción implica un valor negativo en el contendiente, esto representa, odio resentimiento envidia y rencor. La guerra en términos generales es producto de esta praxis, sin descartar factores de las más diversas índoles, incluso absurdas, irónicas e infames.

Aún cuando en el estudio de la historia se especula que describe la victoria y su protagonismo, lo cierto es que ésta; objetivamente, debería describir imparcialmente el espíritu de las épocas y su cronología. Lo cual debe determinarse como su verdadera impronta y objeto.

Argumentos como el señalado a continuación podrían catalogarse como enajenantes y parcializados para crear una imagen que linda con lo incierto y; tergiversa, no un capítulo sino eventos tristes registrado en la historia, cito:

“El motor de la historia es la lucha de clases” (K. Marx)

A esto con intención de corregir propongo lo siguiente:

“Falso, el motor de la historia es más probable que sea la voluntad de transformar con iniciativa propia y; en función colectiva, los recursos que la naturaleza nos brinda gratuitamente. En otras palabras, es el advenimiento de la cultura, teniendo como consecuencia la civilización y con ella su registro en la historia. 

La lucha de clases es, precisamente, lo que se registra en la historia como una actividad negativa. Es lo que ha distorsionado en la sociedad humana la voluntad de progreso creando de la riqueza un estigma. Y, con ese panorama, un proceso mezquino de victimización de pueblos vulnerables, causado con el manejo de su ignorancia, el sometimiento con doctrinas sofistas y la demagogia.

“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad” (Albert Einstein)

Esta última máxima y la de Bolívar aunada a muchas más productos del pensamiento idóneo de muchos genios y filósofos son verdaderas retóricas heroicas.

Joise Morillo

[email protected] 

Venezuela USA 

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