En un artículo publicado el 10 de agosto del 2024, en el diario El Nacional, el columnista Carlos Sarmiento Sosa hace un análisis del concepto Fascismo intentando hacer llegar al público en general el conocimiento de quienes son en verdad fascista. En varias oportunidades he afirmado – mediante artículos y ante interlocutores personales- que para ser fascista el protagonismo de esa praxis opresora debe estar en el manejo del gobierno de una nación, por lo menos. Lo contrario no existe. Tales afirmaciones coinciden con lo que Sarmiento describe como el verdadero espíritu del fascismo y no la pretensión que los zurdos -comunistas, progresistas etc- tienen. O sea, hacer creer que sus oponentes -los diestros- la derecha, demócratas liberales son fascistas y no es así.
El Sistema propagandístico del modelo represivo socialistas-comunista en sus discursos se regodea en calificar a toda oposición de fascista. El modelo represivo del fascismo compete al manejo de la mentira como patrón de información. O sea, en el socialismo como en el fascismo, la desinformación es un recurso infalible en su discurso comunista prima la falacia condimentada con el sofisma, el chauvinismo y el eufemismo. El Propósito es abordar a la población sensible, ignorante de política y civismo, con el fin de enajenar su mente. En otras palabras, convidan al miserable al victimismo, el principal mentor del victimismo en el siglo XX fue Antonio Gramsci quien exhortó al liderazgo izquierdista a invadir los sistemas educativos con la propaganda victimizante como método de sembrar desprecio a todo lo que contempla obtener riqueza mediante la iniciativa propia y culpar a los ricos de la situación de miseria de los pobres.
Por ello, debo citar algunos párrafos de este importante artículo de Sarmiento, empezando por manifestar la tergiversación del concepto y el espíritu de su protagonismo, cito:
“En cuanto a calificar como fascista a los disidentes, hay que decir que con ello sólo se puede negar el auténtico significado del fascismo y la gravedad histórica que lleva consigo, pues no todo autoritarismo o nacionalismo es fascismo y, en consecuencia, el uso del término para descalificar a los oponentes no sólo puede obstruir el diálogo y la comprensión mutua y fomentar la polarización y la demonización de los adversarios, sino que, cuando se emplea de manera generalizada sin tener en cuenta sus características esenciales y su contexto histórico, se revela una falta de información y de profundidad académica, aparte de que su uso sensacionalista o exagerado contribuye a la desinformación, enfocando el discurso en etiquetas despectivas y desviando la atención de los argumentos sustanciales.”
Ante esta ignorancia producto de una propaganda goebbeliana, el libertador Simón Bolívar antes de la liberación política de Venezuela afirmaba que con el engaño nos han vencido más que con las armas. Los comunistas imputan a otros, como los Nazis, el caos que ellos mismos producen.
En Venezuela el sistema electoral es manejado por un ente complaciente creado por el castro chavismo, el Consejo Nacional Electoral (CNE). Éste es un brazo corrupto del régimen totalitarista de Nicolás Maduro. ¿No lo ven parecido a lo que describe Sarmiento? El columnista acerca de esto describe lo siguiente, cito:
“En materia electoral, el fascismo considera necesario hacer creer que respeta el derecho del ciudadano a ejercer el voto en elecciones. A tal efecto, controlando al árbitro electoral, facilita la celebración de comicios alejados de los principios de libertad y competitividad, e impone sus reglas para asegurar el resultado de las elecciones, incluyendo el fraude cuando sea necesario. A título de ejemplo, en las elecciones italianas de 1924, el Partido Nacional Fascista utilizó tácticas de intimidación y violencia para obtener una mayoría parlamentaria. Posteriormente, en 1928, el régimen cambió la ley electoral para que solo una lista aprobada por el Gran Consejo Fascista pudiera ser votada, eliminando cualquier verdadera competencia electoral: Permanecer en el poder es su único objetivo, incluso despreciando la voluntad popular.”
En Venezuela los poderes legislativo y judicial están secuestrados por el poder ejecutivo del Chavismo. Sarmiento señala que:
“Desde el punto de vista jurídico, el fascismo concibe un modelo legal a su medida, rechaza la separación de poderes y la existencia de instituciones independientes que puedan limitar la autoridad de su máximo líder y promueve la supresión de los derechos fundamentales y la imposición de la voluntad del líder y su partido sobre el estado de derecho (…) Por otra parte, ese modelo legal conlleva un sistema corporativista en el que los intereses del estado, de los sindicatos y de los empresarios son fusionados bajo el control del gobierno para evitar conflictos de clase y promover la unidad nacional.”
Como proemio, Sarmiento afirma del fascismo lo descrito a continuación, cito:
“El fascismo se caracteriza por promover un sistema político autoritario y nacionalista en el que prevalezca la supremacía del Estado sobre el individuo; se fundamente en principios como el nacionalismo extremo, la militarización de la sociedad, el rechazo a la democracia liberal, el corporativismo y la centralización del poder; y enfatice la importancia de la acción directa y la violencia como instrumentos para alcanzar sus objetivos políticos.”
La herramienta más poderosa que tiene el comunismo es la calumnia, la descalificación y el desprecio en contra de toda oposición. Aunado a estas formas de desprestigio consecutivas mediante la propaganda, se tiene en su mensaje discursivo un intento constante de enajenar y desmoralizar al pueblo con la inducción de un victimismo gramsciano.
En pocas palabras, la perversidad rinde culto al espíritu siniestro del comunismo desarrollado entre los siglos XVIII-XXI.
Principalmente a los que son seguidores de la gleba marxista-leninista. La Utopía de Moro es un paraíso soñado; mientras, el socialismo marxista y el Castro chavista en Latinoamérica es un infierno donde el calvario de Dante es insalvable y perpetuo. Es una pesadilla de la cual se debe despertar mediante una primavera latinoamericana, cómo despertó el mundo arabe contra la tiranía de Muamar Gadafi.
JOISE Morillo
Venezuela USA
