Uruguay se encuentra en una encrucijada histórica. Nos enfrentamos a un Frente Amplio que ha dejado claro su objetivo: someter al país a su modelo estatista, clientelar y asfixiante, destruyendo la producción, el esfuerzo individual y la libertad. Frente a este desafío, la respuesta de los sectores tradicionales del Partido Nacional y el Partido Colorado ha sido, en muchos casos, la resistencia a la unidad, aferrándose a banderas de un pasado que ya no existe y a rivalidades que han perdido toda actualidad.
Esa terquedad no es patriotismo. Es egoísmo disfrazado de identidad. Mientras ustedes se encierran en una pelea que ya no tiene sentido, el Frente Amplio avanza sin escrúpulos, organizado y decidido. No les interesa si nos dividimos, de hecho, lo celebran. Cada voto que perdemos en mezquindades, cada oportunidad que dejamos pasar por mantener estructuras obsoletas, es una victoria para ellos.
Y el ejemplo más claro de esta miopía política lo tenemos en las elecciones municipales de este año. Se acordó presentar una coalición en solo tres departamentos, dejando desamparadas al resto de las intendencias, condenándolas a enfrentar al Frente Amplio con una dispersión absurda. ¿Con qué lógica? ¿Para proteger pequeñas cuotas de poder personal? ¿Para no ceder protagonismo? ¿Para mantener un sello partidario que cada vez significa menos frente a la amenaza real que enfrentamos?
Esto no es estrategia, es un error garrafal. Vamos a pagar muy caro los egos desmedidos de quienes no ven más allá de sus narices. Se llenan la boca hablando de patriotismo, de responsabilidad con el país, pero a la hora de los hechos, prefieren cuidar su parcela en lugar de defender el futuro de todos.
Los invito a abrir los ojos. La realidad ha cambiado. No estamos en el siglo XIX, ni en la mitad del XX. Las luchas entre blancos y colorados ya no tienen cabida en un país donde el verdadero dilema es entre libertad y estatismo, entre el trabajo honesto y el clientelismo corrupto. La única manera de garantizar un futuro próspero para los uruguayos es con un partido fuerte, que unifique a quienes creemos en el esfuerzo, en la producción, en el desarrollo y en la defensa de nuestras libertades.
No es momento de temerle a la fusión, es momento de construir el futuro. Un partido de coalición no borra las historias individuales, las honra. Porque no es una renuncia, es una evolución. No se trata de perder identidad, sino de darle una causa real. ¿Para qué quieren un partido fuerte si no es para ganar? ¿Para qué defienden su historia si no pueden escribirle un futuro?
La oportunidad está en nuestras manos. O seguimos con un rejunte de siglas que no puede enfrentar el aparato del FA, o construimos un solo partido que les haga frente con la fuerza de todos los uruguayos que creen en un país libre y productivo. La decisión es suya. Pero la historia no espera.
Roberto Alfonso Azcona