No tengo preferencias politico-partidarias ni sigo a figuras del estamento político, pero me interesa observar sus acciones y comentarios respecto al quehacer nacional.
El señor Carlos Negro, futuro Ministro del Interior, dijo que «la guerra contra el narcotráfico está perdida». Aseguró que es el «control» del narcotráfico lo que «puede llevar a una disminución de la criminalidad», o sea «mostrarles a los delincuentes más violentos que matar no es gratis».
Agregó: «Lo que podemos hacer, y eso es evidencia, no estoy diciendo nada nuevo, es tratar de controlar un mercado que es tan lucrativo que hace que sea imposible su eliminación”.
Consultado sobre qué quiere decir con “controlar” el tráfico de drogas, respondió: “Intervenir de alguna forma en ese mercado, de forma si se quiere inteligente, para lograr que las bandas más violentas no puedan operar de forma violenta. Es decir, seleccionar los objetivos para mostrarle a los delincuentes más violentos que matar no es gratis”.
Nuestro estamento político, en general, carece de conocimientos de estrategia y por ende, no tiene idoneidad para delinear «escenarios estratégicos » de futuro, resultado de una «apreciación de situación» (en términos figurados, «tomar una foto » del presente, captar indicios o alarmas, determinar objetivos y trazar «cursos de acción » (procedimientos) para lograrlos.
Uno de los mayores errores cometidos en ese sentido ocurrió cuando el señor José Mujica liberó el uso de la marihuana. Solo se otorgó un derecho pero no se hizo una apreciación y trazado de un escenario de cuales serian las consecuencias de tal medida.
Los resultados están a la vista.
La droga ha destruido mentalmente a gran parte de la población y entreabrió la puerta al negocio de los narcos. Desató asimismo un estado de violencia y miedo inusuales para nuestro país.
El segundo error fue no trazar un probable escenario del territorio uruguayo: un corredor de tránsito por donde la droga llega con facilidad al puerto de Montevideo y de ahí sale a Europa. Y si en el puerto fallan los controles de salida, en lo que el progresismo llama «interior profundo», (exagerado término para definir un territorio de 600 por 500 kilómetros) los controles fallan en mayor medida cuando se trata de detectar la entrada de la droga.
Al parecer, los narcos si que trazaron sus escenarios y se aprovecharon de la situación.
Mentalmente «reactivos» pero no «activos», nuestros gobernantes no captaron o no quisieron captar la alarmante situación que se avecinaba.
Y pasó lo qué tenía que pasar. Los diferentes gobiernos, de «derecha» o «izquierda», por comisión u omisión, provocaron una situación de debacle que nos acerca a una lamentable situación de «Estado fallido».
Y las declaraciones del señor Negro, sin caer en criterios paranoicos o teorías de la conspiración, presentan aristas muy interesantes.
Cuando expresa «la batalla está perdida» reconoce la verdadera situación imperante. Como técnico le asiste la razón, pero como político, según se ha dicho, no debió hacerlo. Es decir, debió aplicar la» técnica de la mentira» y decir que todo estaba bien.
Pero en una segunda parte, asegura:»Lo que podemos hacer, y eso es evidencia, no estoy diciendo nada nuevo, es tratar de controlar un mercado que es tan lucrativo que hace que sea imposible su eliminación”.
Y ahí está lo inquietante de su punto de vista.
En su fuero interno…¿piensa realmente que la batalla está perdida? ¿O prepara a la opinión pública para la segunda parte, tratar de controlar el mercado, tan lucrativo a su entender?
¿Quién seria el responsable de ejercer ese control?
Porque tal como están las cosas, solo el Estado como un todo puede enfrentar semejante problema.
¿Piensa el señor Negro, con ese tipo de justificaciones, pasar de un «Estado fallido» y ya que estamos, pasar a ser un «Estado narco» controlador del tráfico de drogas, que produce cuantiosas ganancias?
Todo es posible. El «progresismo» ganó las mentes de gobernantes y gobernados y la debacle total puede estar mas cerca de lo que creemos.
Hago estas consideraciones como ciudadano común, sin representar institución alguna.
Y con el debido respeto a los citados señores políticos, demás está decir.
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