Por: Escribano Sebastián Rodríguez Merlo.
Mi madre me dijo una vez: escuchar el italiano de un toscano, es armonía de sonido, esa forma “andante” de hablar. La toscana es ese punto intermedio entre la roma imperial y el norte frío alpino, es quizás el justo equilibrio entre fe y razón, el hombre como centro, Dios es armonía y no sacrificio, la nueva apertura del comercio tras diez siglos en que la palabra “contractus” estaba desechada del lenguaje. El hombre volvió a mirar el cosmos, reaparece Grecia y Roma, la ciencia, la armonía matemática de Da vinci y la desarmonía sutil de Miguel Angel, los gregorianos que se acoplan a la polifonía…
Uno parte de Firenze y esas tierras onduladas, yendo al sur como quien dice a Siena, y “en la mitad de nuestras vidas”, aparece un pueblito con su “Piazza triangolare”, el pueblito de Greve inChianti, hogar de su uva más popular: La Sangiovese.
Variedad que pasa por versiones más ácidas a más equilibradas y hasta un tanto intensas si probamos un Brunello de Montalcino (y que envejece en barrica muy bien, dicho sea de paso), pero si está plantada en laderas arriba o laderas abajo, se verá de más intensa a menos, pero siempre mucha fruta cuasi dulce y ácida a la vez, un buen equilibrio.
Buenos exponentes, aunque muy pocos andan por nuestras tierras, destacándose Viña Progreso con un Sangiovese frutal y un tanto carnoso, un viaje!! Antigua Bodega Stagnari en su versión fresca y fácil de tomar, y Sierra Oriental, que francamente no conozco, pero aplaudo por ser uno de los jugados en el día de hoy.
Y es esa “Sangre de Júpiter” el sumo perfecto para aprontar una carne bien especiada al horno con unas papas, mientras pico ese prosciutto…Mamma!!! Que suenen esos clarines que entran los Medici!!! Salud.
