Por: Raúl Blanco.
¿El Presidente fue a pedir disculpas en privado?, o ¿fue a retribuir el asado de Anchorena?
No creo que haya ido a llevar el regalo a la Primera Dama de Argentina por su cumpleaños.
Demasiado secretismo y una comitiva muy pequeña llevan a pensar que la temática fue más personal que binacional.
El préstamo de un radar no necesita de la presencia del Primer Mandatario, quizás un puente o el conflicto de puertos pueda justificarla.
Probablemente se tocaron temas que no se pueden hablar por zoom. O corregir dichos virtuales que en vez de aclarar, oscurecieron las relaciones comunitarias.
No olvidemos que en la década de los 90’, otros eran los aires que se respiraban, y otras coincidencias ideológicas llevaron a la firma del Tratado de Asunción en el año 1991. Pero los tiempos cambian, cambian las ideologías imperantes en la región, y cambian los intereses económicos.
También cambian las interpretaciones de las normas vigentes del bloque, Uruguay insiste que se pueden realizar acuerdos comerciales con países fuera de Mercosur, y Argentina reitera una y otra vez que no, y que no se puede.
Y con el pasar de los días las probabilidades de acuerdo van disminuyendo y nos distraemos con otros temas.
En definitiva, ya en el año 1991 los Presidentes firmantes aceptaron que todos los acuerdos debían ser por consenso.
¡¡¡Qué herencia me dejaste Papá!!! ¿Y ahora qué hago?
También hay que considerar los mensajes para los respectivos conciudadanos, de un lado y otro del río, y como es costumbre, la culpa es del otro que no me presta la pelota, y no me apoya en mi brillante jugada.
Y ahora, ¿cómo mantengo atenta a la tribuna que me mira?
Ya la revista brasileña Veja, allá por el año 2000, expresaba que “se puede jugar a ser un enano molesto y el llorón del Mercosur”, pero así no se negocia.
Y no aprendemos más, que no se puede tocar la cola del tigre.