No tengo miedo en adjetivar en que esta variedad es gloriosamente tremenda, en el sentido puro del término “masacote”. Pocas variedades blancas, quizás con la madre de las blancas, tengan ese “lleno de boca” como la viognier.
Originaria – en principio – en la costa del Ródano (cotes du rhone), se cría en el entorno de otras cepas, pero sin duda, se resalta por ser quizás mal concebida, como la hermana de la Chardonnay.
Si hay un “sumum” en cuanto a captar todas las notas que podés encontrar en las variedades blancas, es la viognier, porque uno encuentra la fruta madura tipo melón, pera, además de flores, todo de la chardonnay, incluso frutos secos, y las notas cítricas, de la otra reina que es la sauvignon blanc.
Me quedó en el recuerdo unas palabras de mi amiga la Tita, entrañable como pocas, al estilo: “probá esto”. Habrá sido en el 2013, 2014, encargada ella de un comercio del ramo, saboreando mi primer viognier de la zona de Carmelo, un Km0 de Irurtia. Y con el tiempo, uno se queda con una máxima: si uno quiere debutar con un blanco, no es la viognier la indicada.
Simplemente porque te descoloca si no la conocés, y como todo lo exótico, es adictivo.
En el entorno ideal, deberíamos dejar unos quesos con frutos secos y salsita con yogurt y verdeo. Si el viognier pasó por barrica, le diría que una picada típica de estos rincones del mundo, iría gloriosa.
Si ud. me reprende, le diría que vaya aprontando el risotto de hongos, y un poco de queso mascarpone con helado de crema y una frutillita simbólica de postre, y dirá pocas palabras finas…pero a ud. le importa? Más en Diciembre? A mi no…Salú