EL GRAN ACUERDO NACIONAL

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Desde que tengo uso de razón y en democracia es que vengo escuchando eso del “GRAN ACUERDO NACIONAL”. Eso sí. Siempre lo he escuchado de boca de quienes no tenían el Poder formal. Y en caso de oírlo de boca de quienes tenían el poder formal se refería siempre a objetivos de muy difícil alcance (por no decir imposible).
Por tanto, hoy no me sorprende que a pocas horas de haberse conocido los resultados del referéndum el pasado 27 de marzo desde las voces de los más connotados dirigentes de la principal fuerza política de oposición (léase Pit cnt) haya surgido esa “refundada” idea del Dialogo Social o gran acuerdo o como les guste llamarla.
Y la respuesta del vencedor de la hora (Lacalle Pou) no se hizo esperar. El lugar para el gran debate nacional de ideas es el Parlamento. Para eso es que los uruguayos en una democracia representativa votamos a nuestros legisladores. Esperábamos que Lacalle sostuviera en el tiempo esa postura, pero la realidad golpeó más duro de lo que pensábamos. Tuvo que ceder.
Y lo entendemos. No nos gusta, pero lo entendemos. No es que aboguemos por una sociedad sin dialogo entre quienes piensan distinto. Pero hay que hacer lecturas correctas de las realidades políticas que hoy conforman el arco oficialista y el arco opositor.
El oficialismo se compone de una coalición de Partidos que al mismo tiempo que gobiernan, compiten.
La oposición se compone de otra coalición totalmente copada por el comunismo y el MPP y en fase de recomposición de cuadros. Su sustento es su poderoso brazo sindical (Pitcnt) que lo sostiene en base a su poderosa organización que puede bloquear cuanta actividad se le ocurra y que pide cancha al gobierno para ser protagonista del tan mentado Dialogo Social.
Por tanto: el gobierno si bien sale victorioso una vez más, tiene díscolos socios internos que lo presionan con planteos populistas. Y por otro lado un contrincante bicéfalo con una de las cabezas muy confundidas y la otra muy activa planteando reivindicaciones y propuestas casi todas irrealizables.
El gobierno cedió y tal vez haya hecho bien. En un panorama complicado de inflación y amenazas externas y aún con margen en aprobación popular de su gestión no es tiempo de comprometerlo todo por atarse a un falso orgullo de no querer dialogar.
Dentro de su ya conocido desorden y desprolijidad de formas hasta en la cabeza de la organización, el pit cnt le planteó una batería de medidas al gobierno que –al menos- ofrecían la consistencia de ofrecer alguna suerte de financiamiento. Y eso solo ya no es poca cosa en un Uruguay acostumbrado a que todos te ofrezcan ideas sin sustento económico alguno. La mayoría de ellas solo apuntan a contener algunas consecuencias del problema inflacionario y por supuesto que no apuntan a resolver las causas. Y algunas otras medidas tal vez ni siquiera sean de mucha ayuda para contener ni las causas ni las consecuencias. Pero dentro de todo ese documento propositivo puede haber algunas medidas que el gobierno (luego de estudiar su impacto) busque dar alguna satisfacción con el único propósito de mantener un clima cordial de dialogo con la Central Obrera. Y si así lo hiciera lo aplaudiríamos.
Hoy la famosa grieta nos ha llegado y se manifiesta en la política, en los medios, en las redes y hasta en la sociedad toda. Es tan distante el mundo liberal -que sostiene y apoya al partido de gobierno- comparado con la composición marxista y radical de la oposición que no se puede esperar mucho avance en un dialogo constructivo. En ese plano y desde la humildad de mi aporte como mero observador político solo espero TREGUAS.
Sinceramente lo expreso: No veo lugar para Acuerdos nacionales. Por ejemplo, el tan esperado sobre la Seguridad Social. Y menos aún la reforma educativa o la reforma del Estado. Nadie tiene espalda hoy para renunciamientos que importen la perdida de votos.
Por ende, a cualquier gesto de paz -como puede ser esta reunión entre el Pit y el Gobierno o cualquier postura racional que tienda medio puente de entendimiento- hay que darle la bienvenida y aplaudirlo.
Bien dicen que lo mejor –muchas veces- es enemigo de lo bueno.
En el Uruguay de hoy yo me contento con presenciar TREGUAS.
Así como sucede a las personas en la vida. A veces es más importante vivir en paz… que tener la razón. Jrpuppo

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