14 métodos de tortura y tratos crueles en Cuba: testimonios de las víctimas

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CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando a Leticia  Ramos,  Dama  de  Blanco,  un  oficial  le pateó con una bota militar su rostro, justo en la ceja, el gobierno de Cuba estaba torturando a una mujer. A ella le han tirado del pelo, lanzado contra el suelo, abofeteado. Lo han hecho agentes de los órganos de Seguridad en sus propias instalaciones y también en la vía pública. Y Leticia no ha sido la única víctima.

A Sissi Abascal, hoy en prisión por manifestarse  el  11de  julio,  le  azotaron  el cuerpo con un cable. A otra Dama de Blanco, Jackeline Boni, la han mantenido por días menstruando dentro de una celda sin permitirle almohadillas o agua para asearse. “Ellos te atacan, te esposan en la misma vía pública, te arrastran, te dan golpes”, así resume Boni las detenciones que sufrió.

Lázaro Díaz, miembro del movimiento opositor Partido por la Democracia de Matanzas, conserva varias cicatrices en el cuerpo, un tabique roto y 36 puntos de sutura en el cráneo. Todas estas lesiones resultaron de ataques de  agentes  del orden vestidos de civil. El fin de las detenciones contra él era evitar que filmara protestas pacíficas en su localidad.

Leticia Ramos, líder de Damas de Blanco en Matanzas. Foto archivo

En 2014, la miembro de la UNPACU (Unión Patriótica de Cuba) Lisandra Rivera fue golpeada por un agente del Estado para impedirle llegar a la iglesia del Cobre. Ella estaba embarazada. “Había una policía de tránsito, que ellos cogían para llevar a la represión. Esa policía se metió delante de mí y le dijo al guardia, un hombre, que yo estaba embarazada. Aun así, él continuó golpeándome”.

Al escuchar la palabra tortura casi  en  automático  nuestra  mente  la  traduce  a actos de extrema violencia física, como los relatados anteriormente. Sin embrago, el concepto es mucho más amplio e incluye, además de físicos,  sufrimientos mentales que se inflijan intencionalmente. La Convención Contra la Tortura especifica que estos actos son ejecutados por agentes estatales en el ejercicio de sus funciones públicas u otras personas en complicidad con las autoridades. El propósito suele ser obtener confesiones, intimidar o castigar.

A Miraida  Martín,  Dama  de  Blanco  residente  en  Santiago  de  Cuba,  no  la golpearon, pero el estado cubano es el responsable de amenazarla de muerte. Y eso es un trato cruel.

En uno de sus tantos interrogatorios, un agente de La Seguridad del Estado le comentó sobre el deceso de la Dama de Blanco Julia Estrella Aramburo (madre de Harold Alcalá y tía de Maykel Delgado, condenados a cadena perpetua en 2003 por el intento de secuestro de la lancha de Regla). “Él me dijo que me mirara en el ejemplo de ella, que hoy estaba bien y de pronto amanece muerta”, rememora Miraida.

Una amenaza que se reitera una y otra vez. Aunque en ocasiones también señalan la integridad no solo de los activistas, sino también de sus familiares.

“Cualquier día puedes tener un accidente en tu moto”. (amenaza a Leticia Ramos)

“Tu hija Sissi puede ser agredida, apuñalada” (amenaza a la familia de Sissi Abascal)

“Vamos a quitarte la custodia de tus hijos” (amenazas a Jackeline Boni,  al artivisita Maykel Castillo y al miembro de la Mesa de Diálogo de  la Juventud Cubana Rolando Cáceres).

CubaNet, a partir de información recopilada por Cubalex, describe 14 diferentes patrones de tortura y tratos crueles que violan los estándares internacionales de derechos humanos. Estos actos ocurren en los momentos previos, durante y luego de las detenciones de corta duración a activistas y opositores.

  1. Actos de repudio

Los actos de repudio consisten en que un grupo de  partidarios  del  Gobierno cubano, guiados por agentes de la Seguridad del Estado (vestidos de  civil),  se reúnen para gritar consignas políticas, descalificaciones morales y ofensas personales contra un desafecto, un disidente o un opositor. En estos casos la violencia puede no ser sólo verbal, sino pasar a agresiones físicas que van desde el lanzamiento de comida, piedras y golpes con las manos o cables envueltos en periódicos.

Ocurren mayormente en las afueras de las casas de los agredidos, en las inmediaciones de las sedes de algunos movimientos de oposición  y  en  la  vía pública donde los disidentes estén reunidos. Es una práctica que ha desarrollado y alentado el gobierno cubano por más de 60 años.

Acto de repudio realizado el15 de noviembre de 2021 contra la activista Saily González, en Santa Clara (Capturas de pantalla)

  1. Violencia física y amenazas durante los arrestos

En espacios públicos agentes de la policía y Seguridad del Estado acostumbran a golpear a los activistas por el abdomen y el rostro, y a colocar su rodilla en el cuello de las víctimas. También aplican llaves de inmovilización y llegan a lanzar a los detenidos contra el suelo, patearlos o apretarles la garganta. Tales agresiones pueden ser propinadas con las manos abiertas, puños o las tonfas. Como resultado los agredidos sufren fracturas, laceraciones y hematomas.

El célebre represor conocido como el teniente coronel Camilo apuntó con  una pistola la sien de José Díaz Silva, líder del Movimiento Opositores por una Nueva República (MONR).

  1. Uso de gas pimienta

Durante las detenciones, los agentes del Estado han echado gas pimienta en los ojos y la boca de activistas. Esta acción provoca ardor y visión borrosa junto al enrojecimiento de los ojos, y posteriormente ceguera temporal.

Al ser irrigado en fauces, el gas puede producir sensación de asfixia en vías respiratorias, además de tos seca intensa. La sensación predominante, según los agredidos, es no poder respirar, ni ver.

En marzo de 2013 la policía allanó la vivienda del  rapero  contestatario  Ángel Yunier Remón Arzuaga. “Me echaron spray en la boca y en los oídos, mucho, gas pimienta, para que no pudiera gritar”.

  • Manos a la espalda con esposas apretadas

“A nosotras nos ponían las esposas desde la guagua y nos mantenían las manos así incluso en los interrogatorios de Tarará. Si usted mueve la mano, las esposas se cierran. Son esposas de hierro”, relata Jackeline Boni.

Boni, como secuela apenas puede apretar la mano izquierda. Y José Díaz Silva también tiene problemas para abrir y cerrar las manos.

Durante las detenciones e interrogatorios las autoridades en Cuba (policía uniformada y/o Seguridad del Estado) suelen torcer los brazos de los detenidos en la espalda y apretarle las manos con las esposas. Casi la totalidad de los activistas entrevistados por Cubalex definieron las esposas como “muy ajustadas” y con la intencionalidad de causar dolor.

Específicamente al cantante de Patria y Vida  y  miembro  del  Movimiento  San Isidro, Maykel (Osorbo) Castillo le fracturaron un dedo en un arresto mientras lo esposaban. “Esposado me han dado galletas, me han hecho daño en los dedos. Me los han partido”.

El rapero Ángel Yunier Remón  Arzuaga  añade:  “Experimenté  mucho  dolor.  Por ahí mismo, por las esposas, te halan”.

Las Damas de Blanco han sido probablemente uno de los grupos de la oposición que más violencia ha sufrido. Mujeres con una flor en la  mano  cometieron  el pecado de tomar las calles en Cuba, y lo pagaron con golpes en sus cuerpos.

Damas de Blanco. Foto cortesía

A ellas no solo les apretaban las esposas. Al detenerlas las lanzaban al interior de vehículos para llevarlas a los centros de interrogatorios. Ahí, inmovilizadas, eran golpeadas por las autoridades policiales  mientras  transitaban  la  vía  pública.  En los autobuses o carros jaulas alzaban el volumen de la música  para  apagar  los gritos de estas mujeres.

  1. Exposición a altas temperaturas

Es común el uso de las patrullas como cárceles ambulantes, donde los detenidos (activistas, artistas, opositores y periodistas independientes) son expuestos al sol, mientras que los oficiales se refugian fuera del auto, bajo la sombra. Los retienen por horas en vehículos herméticamente cerrados. Allí el calor, la falta de agua y alimentos afecta a los detenidos. La Dama de Blanco Annia Zamora (detenida por agentes del Estado para impedirle asistir a misa) estuvo horas en tales condiciones. Ania sufrió excesiva sudoración, náuseas, mareos, fatiga, dolor de cabeza y zumbido en los oídos.

Desde Pinar del Río, el opositor José Rolando Cásares explica que también pueden dejarte dentro del auto cerrado con las manos esposadas. “Con ese calor, el sudor te corre en los ojos y la nariz y no puedes  ni  limpiarte”.  Después  de  casi  ocho horas al sol y sin tomar agua, el activista escupía espuma por falta de hidratación. “Sentí mareos y náuseas y tuve un vómito verde por no comer”.

Algunos activistas como Jackelin Boni han tenido  que  orinar  y  hasta  defecar dentro del auto, sobre sí mismos, y luego permanecer horas en este estado con el mal olor y la incomodidad de estar embarrado de los deshechos del cuerpo.

Lo descrito anteriormente puede ser aún peor. Imaginen que no dejen a una sola persona dentro de un vehículo al sol. Imaginen que dejan a 10, 20 en un carro jaula, unos sobres otros. Tal escena la padeció la activista Miraida Martín Castellanos.

  • Abandono en lugares despoblados

Los opositores Jackelin Boni, Sissi Abascal Zamora, Alexis Sabatela,  Asunción Castillo, Annia Zamora, José Díaz Silva y José  Rolando  Cásares  denuncian  haber sido abandonados por la policía, bajo las órdenes de la Seguridad del Estado, en lugares despoblados. Todos fueron trasladados en autos policiales sin conocer el destino final, y luego, aunque se resistieran a bajar, fueron obligados a descender del vehículo a la orilla de la carretera.

Usualmente, las autoridades en Cuba retiran a los detenidos su teléfono y dinero, para luego dejarlos en espacios donde no hay edificaciones o personas a quienes pedir ayuda. El abandono ocurre mayormente en horas de  la  tarde  noche  y  la única opción es caminar indefinidamente hasta encontrar auxilio o esperar que algún vehículo se detenga y acepte trasladarlos.

Si el detenido se resiste a bajar de la patrulla, es empujado o halado por las esposas. A las mujeres las toman por el pelo para forzarlas a descender.

“Me dejaron de noche botado y le pregunté que cómo regresaba. La respuesta del oficial fue: guíate por las estrellas”. Rememora Lázaro Díaz, a quien abandonaron en las proximidades de la Ciénaga de Zapata.

Estos abandonos colocan en situación de mayor riesgo a las mujeres, al exponerlas a abusos sexuales y violaciones. Éstas tienen que hacer autoestop (o botella como se le conoce en Cuba) para regresar a sus hogares.

Así lo vivió Jackeline Boni:

“Una de esas veces que me dejaron sola en medio de una carretera, para regresar tuve que subirme a un camión con dos desconocidos. El ayudante del  chofer empieza a tocarme las piernas sin consentimiento y me dice: ‘tienes dos opciones:

dejarte que te haga o te mueres’. Le respondí que yo no me iba a morir, pero que tenía que advertirles que era paciente de VIH. El hombre miró al otro asustado, me pidieron disculpas y me dejaron en paz. Por esa mentira me salvé, pero otras activistas sí fueron violadas”.

Jackeline Boni. Foto cortesía del autor

  1. Exposición a bajas temperaturas durante los interrogatorios

En habitaciones climatizadas y con bajas temperaturas, activistas y periodistas pueden ser interrogados. Allí los oficiales a cargo de los interrogatorios vestían abrigos o ropas de manga para cubrirse, mientras los acusados no, y sentían frío.

La silla de los interrogados, como relató  la  exprisionera  política  Keilylli  de  la Mora, suele estar más cerca del equipo  electrónico  por  lo  que  estos  reciben directo el aire frío. En su caso, se quejó de la temperatura y la incomodidad que producía, pero los agentes ignoraron sus reclamos. Otros opositores relataron que los dejaron solos durante horas en habitaciones heladas, atados a una silla y con la espalda frente al aire acondicionado.

  • Intimidaciones, chantajes y amenazas en los interrogatorios

Los agentes de la Seguridad del Estado en Cuba detienen, de manera arbitraria

(sin una orden de detención), a los activistas u opositores y los trasladan, sin su consentimiento y a la fuerza, hasta una unidad policial o “casas de visita” de la policía política.

Allí, los agentes intimidan a los activistas con amenazas sobre su integridad o la de sus familiares (incluso peligro para la vida).

Las intimidaciones, además, incluyen ir a prisión por motivos políticos para ellos o sus allegados, u otras afectaciones físicas, laborales y médicas.

Miraida Martín, miembro de la UNPACU, ha sido advertida que su  hijo  Alexey Vargas puede terminar en la cárcel. El “motivo” es el activismo de ella.

“Me han dicho que es muy fácil para ellos detenerlo por algún motivo. Incluso lo han detenido y me han llamado por teléfono y me han dicho: aquí esta Alexey, dime qué vas a hacer porque puede ir a prisión”, relata Martín.

Para las personas que tienen hijos menores el ultimátum habitual es perder la custodia.

En el caso de Boni, esta indica que la policía política en Cuba  estudia  a  los opositores y cuáles podrían ser sus principales debilidades para quebrarlos. La mayoría de las “advertencias” contra ella iban dirigidas a sus hijos y al estado de vulnerabilidad que tendrían estos si ella era procesada.

  • Ofensas y otros comentarios degradantes

“Mona, King Kong, auras” han gritado en plena vía pública policías a las Damas de Blanco de piel negra.

“Mujeres policías, también negras, nos decían el  combo  de  las  monas.  Nos cantaban una cancioncita que decía: ustedes no tienen madre, la madre es una mona”, atestigua Jackelin Boni

Durante los interrogatorios otro comentario usual era aclararles que debían agradecer todo a la revolución, porque sin los hermanos Castro serían esclavos.

Al respecto, el opositor José  Rolando  Cásares  expresa:  “Ellos  piensan  que nosotros los negros tenemos alguna deuda con la revolución. Cuando ven que uno disiente, te agreden con una frase usual: este negro que nosotros lo hicimos persona”.

Por su parte Jackelin Boni sostuvo que un agente de la Seguridad del Estado la llamó “puta”, mientras ella se dirigía a su casa. La activista también destacó que los miembros de la policía política que la interrogaban ocasionalmente indagaban sobre su vida íntima de pareja. Los agentes especulaban sobre el ejercicio de su sexualidad lo cual provocaba que Boni se sintiera apenada e incómoda. Lisandra Rivera agrega que, en Santiago de Cuba, los agentes le han gritado a ellas y a sus compañeras “cochinas” y “asquerosas”, mientras las escupen.

  • Condiciones precarias en los calabozos de las estaciones policiales

Maykel Castillo estuvo en un calabozo de tres metros de largo por 1.5 de ancho con otras diez personas. El espacio era tan reducido que ni quisiera  podían acostarse. La única opción era mantenerse sentados todo el tiempo.

Además, tampoco tienen constante acceso al agua, salvo con  los  horarios  de comida. El líquido en ocasiones es oscuro y con sabor a tierra. Las camas son de cemento, y no alcanzan para todos. En algunos casos les proveen colchones sucios

y con plagas, los cuales son repartidos en las noches y retirados en la madrugada.

El olor y la putrefacción de esos colchones se torna tan repulsivo que varios entrevistados aseguraron que era preferible dormir sobre el piso que en ellos. En estos espacios no hay inodoros, sino baños turcos (agujeros en el piso) por donde salen ratas y cucarachas.

En algunas de estas celdas no hay privacidad. Si usted se baña, defeca, orina, el guardia puede verlo.

Específicamente en la estación de micro IX en Santiago de Cuba, Lisandra Rivera confirmó a Cubalex que no había colchones o sábanas para cubrirse, ni siquiera permitían que los detenidos tuvieran un abrigo para resguardarse del frío o los mosquitos.

Dos activistas, madre e hija, Sissi Abascal y Annia Zamora durmieron una noche en la estación de Unión de Reyes mojadas por la lluvia que entraba a la celda por una ventana. A pesar de sus pedidos de auxilio por la lluvia y el frío, los oficiales de la policía las ignoraron y las dejaron con la ropa mojada encima, sin tener tampoco una sábana o cobertor.

  1. Desnudos forzados para revisión corporal

Esta técnica fue mayormente reportada por mujeres. La Dama de Blanco Jackelin Boni atestiguó que agentes del sexo femenino de la policía revisaron sus órganos genitales, en ocasiones de modo violento. La activista fue testigo de cómo las opositoras que se negaron fueron desnudadas a  la  fuerza  y  su  ropa  arrancada. Una vez desnudas las oficiales les indicaban que debían hacer cuclillas.

Si una persona detenida se rehusaba era golpeada en la región lumbar hasta hacerla caer. Una vez en el piso era cargada como una bolsa entre varios agentes, a la vez que abrían sus piernas a la fuerza para examinarla.

  • Negación de acceso a almohadillas sanitarias

Después de recibir una golpiza a manos de agentes de la policía, bajo las órdenes de la seguridad del Estado, Jackeline Boni fue recluida dentro de una celda. Ese día comenzó a menstruar y las autoridades que la tenían detenida e incomunicada le negaron acceso a almohadillas sanitarias e incluso agua para asearse.

Boni sangró por cuatro días sin tener cómo higienizarse. Esto es una forma de discriminación contra la mujer, según el Art. 1 y 2 inciso d), e) de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.

“Eso es horrible, imagínate la fetidez, la sangre pegada en las piernas, de días. Cuatro días sangrando ahí, sin nada. Fue horrible”.

La opositora y miembro de la UNPACU Miraida Martín estuvo cinco días recluida en una celda en Santiago de Cuba en condiciones similares.

  • Niegan asistencia médica

La Regla 118 de las reglas Mandela establecen que se permitirá al detenido ser atendido por médico o dentista si su petición es razonable; pero en  Cuba  no siempre sucede.

La opositora Mirada Martín explica que a menos que pierdan el conocimiento, pueden pasar varios días detenidos sin que atiendan  sus  lesiones.  En  su  caso sufrió una fractura en el brazo tras ser agredida por los funcionarios, y no tuvo asistencia médica hasta que fue liberada y acudió al hospital por sí misma.

  • Golpizas en los centros de detenciones

Destaca Jackelin Boni que la  Seguridad  del  Estado  en  la  vía  pública  procuraba que las golpizas a mujeres las emitieran agentes del sexo femenino. Sin embargo, dentro de los centros de detención, (donde no había testigos) las opositoras eran maltratadas por hombres y mujeres, sin distinción.

“Nos daban golpes, muchos golpes efectivos. Eran personas  especializadas. Recuerdo haber recibido un piñazo en medio del pecho que me dejó sin aire. No podía respirar”, relata Boni. “Yo me defequé encima en esa golpiza”.

La opositora agrega que era agredida por cinco o seis personas a la vez dentro de un calabozo. “Cuando veían que te  quedabas  sin  conocimiento,  te  echaban  un poco de agua y te dejaban ahí tirada a la suerte”.

Las Damas de Blanco y las de apoyo fueron utilizadas como cuerpos, que por violentados se volvieron ejemplarizantes. “Por eso hoy muchas estamos enfermas producto a tantos golpes recibidos”, concluye Boni.

“Casi siempre todos los golpes eran en la zona cervical. De hecho, tengo un traumatismo en la cervical, una hernia discal en la columna y otra en la cervical, además de constantes dolores de cabeza”, sostiene Leticia Ramos

También en la provincia de Matanzas el opositor Lázaro Díaz responsabiliza al agente de la Seguridad del Estado Orestes Martínez de apretarle el cuello y luego lanzarlo para atrás. Mientras que, en La Habana, José Díaz Silva perdió parte de su dentadura superior cuando su rostro se incrustó en el suelo al ser lanzado por un oficial del Estado cubano. La agresión ocurrió estando Díaz esposado y sin resistirse.

Nota* Para este artículo se consultó información inédita recopilada por Cubalex del 2020 al 2021. La organización realizó 21 entrevistas (14 hombres y 7 mujeres). Ciudadanos cubanos que han padecido lo que puede denominarse como tratos inhumanos y degradantes por su actividad disidente. Cada uno de los 14 tratos crueles identificados fue corroborado por más de un entrevistado. Parte de esta información ha sido presentada ante el Comité contra la Tortura.

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