SE COME LA EMPANADA. Por Juan Ramón Rodríguez Puppo

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Un mes atrás en colegio privado y en un grupo de WhatsApp entre docentes y funcionarios (20 personas) se tocó el tema de las «masculinidades» y esas cosas que hoy son parte de la agenda de algunos colectivos de zurdetes modernistas y algunos amanuenses no tan zurdetes.

Un docente dijo algo que podía no ser políticamente correcto y otro colega (catequesista) le pidió que moderara sus palabras porque con ellas podía herir a 1 tercera colega -sic- «que se come la empanada».

En alusión a su condición de lesbiana.

El catequesista pensó que le dirigía su comentario en exclusiva a su colega «incorrecto» pero NO. Lo leyeron varios.

Inmediatamente el catequesista se dio cuenta de su error y lo borró pidiendo disculpas a todos.

Aclaro que es colegio que tiene su sindicato.

Uno de los colegas que leyó el mensaje se indignó y lo denunció inmediatamente a La Inquisición. (La dirección del colegio).

Fue allí que Torquemada despidió al docente porque dada su condición de catequesista le debería estar vedado tener pensamientos y proferir comentarios pecaminosos vinculados a este nuevo mundo pagano que nos impide hasta avisar : «che..ojo con lo que decis en el grupo que hay una compa que a falta de pan ..buenas son»

Podría haber escrito esto y también lo hubieran despedido.

Confieso que a mis 64 pirulos nunca había escuchado lo de «la empanada».

En resumen. A un laburante con 19 años de foja de servicios limpia lo expulsan de su trabajo porque a Torquemada (Ese Gran Hermano posmodernidad que nos controla a todos) se le ocurrió que esa conducta era altamente discriminatoria contra una integrante docente de la «congregación lgbt».

La iglesia del siglo XVI y XVII no hubiera podido ser más dura que el director del colegio Maristas.

Por tanto supongo que en breve vendrá una interesante batalla legal.

Al docente saliente no le faltarán razones para solicitar un despido nulo y exigir así su reintegro. O subsidiariamente plantear un despido abusivo que supone una indemnización especial muy por encima de los 6 meses que supone el despido normal.

Interesante cruce de caminos para ese sindicato que debe por un lado respaldar al docente despedido sin descuidar -a su vez- el flanco de la ideología políticamente correcta en la que cualquier comentario referido a la sexualidad de alguien per se ya supone un acto de discriminación. Y no vale decir que vio una vez a dicha señora comiéndose una empanada en «Lokotas». Torquemada se encargará de asegurar siempre que todo es pasible de punición.

Aclaro que si yo perteneciera a algún colectivo de diversidad la única cosa que no exigiría es que se me trate con protecciones especiales como a un marciano o diferente.

La verdadera forma de no discriminar ni sentirse discriminado es que todos actuemos con NATURALIDAD. Somos iguales todos. Personas que nos distinguimos por nuestras virtudes y talentos. Si tenemos una opción sexual la disfrutamos naturalmente. No la militas o haces marketing con ello y menos castigar a personas inocentes por decir algo sin mala intención.

La Nueva Inquisición acaba de cobrar una nueva víctima.

Y van…?

Jrpuppo

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