Hace dos años, el pueblo cubano se alzó en un movimiento histórico de protesta, exigiendo el fin de la vulneración de sus derechos y las arbitrariedades del régimen. Sin embargo, las consecuencias de aquel día continúan latentes en la isla. Las detenciones arbitrarias por parte del régimen y la represión sistemática han sido moneda corriente desde entonces.
Según organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, más de 1767 personas fueron detenidas por ejercer su derecho a manifestarse pacíficamente. ¡Más de 750 de ellas aún permanecen tras las rejas! Y lo peor de todo es que apenas 689 han tenido la oportunidad de enfrentar un juicio justo. ¿Dónde queda la justicia en este sistema?
El régimen no ha dudado en coaccionar a los manifestantes en todos los aspectos de sus vidas. Han llegado incluso a buscarlos en sus hogares y someterlos a una vigilancia policial constante. Las familias cubanas han sido separadas, destrozadas por los excesos de una seguridad del Estado despiadada y sin escrúpulos.
Pero ¿dónde están los líderes políticos en todo esto? Parece que se han esfumado, brillando por su ausencia. No es sorprendente, ya que este movimiento fue liderado por los cubanos pobres y cansados del régimen, una voz autónoma y democrática que finalmente encontró el valor para alzarse. También fue seguida por aquellos alrededor del mundo que sueñan con una Cuba libre, ya sean cubanos o no.
El gobierno cubano ha intentado maquillar la realidad. Por un lado, procesa judicialmente a los manifestantes, negándose a proporcionar cifras concretas y ocultando las sentencias impuestas. Juicios sumarios sin derecho a un abogado defensor han sido la norma para algunos, mientras que para los considerados «líderes» se exigen condenas desproporcionadas.
Por otro lado, intentan calmar el descontento popular con acciones asistenciales en barrios pobres. ¿Es acaso un intento de mitigar el creciente enojo hacia un régimen que ha llevado al país a una profunda crisis económica? Parece más una estrategia desesperada para mantener el control, mientras se aferran al poder con uñas y dientes.
La manipulación de los medios de comunicación es otro arma del régimen. Se han encargado de difundir imágenes aisladas de actos de violencia por parte de los manifestantes, pasando por alto que la gran mayoría protestó de manera pacífica. Además, han ocultado la violencia ejercida por sus propios agentes represivos.
Es innegable que Cuba está sumida en una crisis económica que ha golpeado especialmente a los cubanos más pobres. La pandemia del Covid-19 y las políticas imperialistas de administraciones pasadas han agravado la situación. Sin embargo, el gobierno actual no ha mostrado la legitimidad ni el liderazgo de sus predecesores.
El 11 de julio de 2021 fue un punto de inflexión en la historia contemporánea de Cuba. Dos años después, seguimos esperando respuestas. La represión, la manipulación y la falta de transparencia persisten. ¿Cuánto más deberá soportar el pueblo cubano antes de que se escuchen sus voces y se respeten sus derechos fundamentales? El tiempo dirá, pero mientras tanto, no podemos dejar de denunciar estas injusticias, los defensores de la democracia debemos luchar por una Cuba respetuosa de sus ciudadanos.