SI PONE EN RIESGO LA SALUD, NO ES BELLEZA. Por Marcelo Martín Olivera

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En un mundo obsesionado con la imagen, y luego de lo sucedido con la modelo argentina Silvina Luna, es crucial abrir un diálogo honesto sobre los riesgos que conlleva la búsqueda desesperada de cumplir con los estándares de belleza que la sociedad impone. Estamos frente a un problema que va más allá de la mera vanidad: la peligrosa tendencia a seguir estándares de belleza solo realizables mediante cirugías estéticas invasivas, dietas extremas y exigencias físicas que amenazan nuestra salud.

Uno de los principales problemas radica en la histórica naturalización de estos estándares, que a menudo promueven cuerpos irreales e inalcanzables. Las redes sociales, en particular, han exacerbado esta presión al exponernos constantemente a imágenes retocadas y cuerpos «perfectos». Abrir una red social puede convertirse en una pésima experiencia para las personas obsesionadas con alcanzar un parecido con estas imágenes idealizadas, lo que puede afectar significativamente la autoestima y salud mental.

La cirugía estética es otra área donde los riesgos se esconden detrás de la búsqueda de la belleza. Si bien la cirugía puede ser una elección personal legítima, su búsqueda desenfrenada y poco informada puede llevar a consecuencias devastadoras. Casos como el de Silvina Luna ilustran cómo la presión social nos empuja a tomar decisiones extremas sin medir adecuadamente los riesgos involucrados. La salud debe ser la prioridad, no la búsqueda de la perfección, la discriminación hacia quienes que no satisfacen estas expectativas, sin importar sexos, es una forma de violencia estética que debemos combatir de manera enérgica.

El estándar de belleza actual se asemeja a un laberinto, donde personas de todos los géneros ingresan con la esperanza de alcanzar la perfección, pero lamentablemente, muchos son expulsados ya que se exige conformidad con cánones estéticos inalcanzables. En un mundo donde nunca se satisface y siempre se sobrepasa, es imperativo que iniciemos conversaciones sinceras, superando las grietas que se abren en la sociedad. Debemos exigir que se establezcan mecanismos que faciliten el acceso a información confiable, y establecer reglas claras para garantizar que la medicina estética sea segura y no una ruleta rusa con un final incierto.

Las dietas extremas y la obsesión por alcanzar un peso o una figura específica pueden tener efectos devastadores en nuestro cuerpo. Las dietas restrictivas pueden causar desequilibrios nutricionales, trastornos alimentarios y daño a órganos vitales. En lugar de priorizar la salud, nos arriesgamos a ponerla en segundo plano en la búsqueda de una imagen idealizada.

Debemos dialogar sobre estos temas críticos para enfocarnos en la salud física y mental en lugar de sacrificarla en nombre de la imagen.

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