PILOTOS DE TORMETA…PorNelson Jorge Mosco Castellano

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La acción humana, de Ludwig von Mises es el texto rector de todos los que creen en la libertad, en el individualismo, y en la capacidad de una economía de libre mercado, no sólo de distanciar a cualquier sistema planeado por el Estado en la producción de bienes y servicios, sino también de promover y salvaguardar, como ninguna tiranía colectivista puede hacer jamás, los valores intelectuales, culturales y morales en los que se basa toda la civilización en última instancia. La inmoralidad del robo al que produce recursos, que termina castigando a toda la sociedad, impide el crecimiento económico, condena a los más pobres, a los indigentes y a los marginados a pervivir en esa condición, y al sector medio a no ascender.

Insistió Mises: Tomó miles de años para que la gente tropezara con la superioridad de la cooperación basada en el mercado sobre el poder y los privilegios basados en la política. ¿De dónde vendrá todo el dinero para financiar esta nueva y gigantesca generosidad para expandir el paternalismo político? Las consecuencias de un gasto público desenfrenado desembocaron en el consumo de capital. El Estado benefactor intervencionista ha agotado el fondo de reserva de la riqueza acumulada, tras lo cual el consumo de capital se convierte en la única base sobre la que seguir alimentando las demandas fiscales del Estado redistributivo. Las ideas de Mises podrían frenar la creciente marea hacia un estado leviatán aún mayor que se cierne peligrosamente sobre nosotros.

PILOTOS DE TORMETA

Los desenfrenos políticos produjeron desastres económicos y sociales, que terminaron en dictaduras, o en la acción de hombres que asumieron con vocación de servicio público reordenar el desbarranque sin medir costos.

Uno de estos casos se dio entre 1890 y 1892, en Argentina con la crisis económico-financiera más grave de la Generación del Ochenta.  De una expansión que parecía sin límites, se pasó a una fuerte contracción. En 1889 el malestar político y social escaló provocando una eclosión llamada Revolución del Noventa, un alzamiento armado contra el gobierno. La crisis fue provocada por un exceso de endeudamiento cuando Argentina gozaba de crédito y los intereses eran bajos. La obra pública, destinada en esos años a modernizar la infraestructura del país fue el destino de los fondos. Pero cuando los acreedores, -especialmente la Banca Baring Brothers de Londres- quisieron comenzar a cobrar, empezaron los problemas para el presidente Miguel Juárez Celman. Las acusaciones de corrupción y mal desempeño pusieron al vicepresidente Carlos Pellegrini en un primer plano de la gestión pública.

Pellegrini encontró un país devastado, con ingresos fiscales caídos al 30% de años anteriores, por lo que realizó una política de severo ajuste, suspendiendo obras públicas: la Casa de Gobierno, el Congreso, el edificio de correos. Reorganizó los servicios públicos y desarrolló una ardua negociación con los acreedores externos, que ya entonces constituían un dato clave en la política económica argentina. Cuando cae Juárez Celman, todas las miradas se dirigieron a Pellegrini, y frente a un Estado vaciado juntó a los hombres más ricos del país (banqueros, estancieros y comerciantes) y puso como condición para asumir la presidencia que éstos suscriban un empréstito de 15 millones de pesos para hacer frente a los vencimientos externos. Redujo drásticamente el gasto público -incluidos los salarios-, y reestructuró la deuda.

Sus 26 meses de gestión le valieron el mote de “piloto de tormentas” con que lo recuerda la Historia. “Yo recurrentemente uso la figura de Carlos Pellegrini, alguien que asume en un contexto de crisis profunda y decide hacer lo que hay que hacer, aunque se coma todos los costos”, dice Javier Milei para justificar el duro ajuste que se espera en su gobierno.

NUESTRO PILOTO DE TORMETA.

Aquí en Uruguay hemos tenido varios “pilotos de tormenta”. Uno de ellos Isaac Alfie (Lito) fue convocado por el presidente Lacalle Pou, para dirigir la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. Una persona de valores, ideas y acción, que demostró en la actividad profesional enorme capacidad para encarar desafíos semejantes. Se entregó a la causa pública sin esperar reconocimiento político, económico, o atornillarse a un cargo político. Cuando terminó dejó el cargo con dignidad republicana.

 Cuenta que toma las crisis como desafíos del país: “El manejo de la pandemia fue un punto bien alto del gobierno y a partir de allí generó no solo credibilidad, sino también construyó mucha reputación. Creo que me toca tomar las crisis. En nuestra salida de la crisis anterior, a principios de siglo, cuando vinieron las complicaciones a partir de 2008 y 2009, se vio la diferencia entre Argentina y Uruguay. Y en este caso (del manejo de la pandemia) también. Otros temas son las reformas de las previsiones sociales, pese a todos los escollos, para poner en perspectiva, de mediano y largo plazo, más solvencia fiscal. El tema de la reforma educativa también es importante. El cambio de loa contrato en la obra pública permitió bajar sustancialmente los costos, cuando se licitan los números daban 50% menos en el costo capital y 50% menos en el costo de mantenimiento. Eso permitió asignar más recursos y aumentar la cantidad de obras.

Ninguna de las reformas, aún las aprobadas, responden cien por ciento a lo que uno hubiera pretendido, o piensa que debe ser. La realidad es el arte de lo posible. Con la reforma previsional se dará una transición larga hasta 2042, que empezará a tener efectos a partir del 2032. Pero ahora hay que volver a ver los números, no para el próximo gobierno ni siquiera para el otro, pero el censo está dando unas 130.000 personas menos. Si alguien la llega a cambiar la reforma de la previsión social, tendrá que prepararse para que, en el corto plazo, haya algún problema o sacudón, porque la reforma en sí, si bien no cambia los próximos años, sí cambia la perspectiva de la solidez del sector público.

Cuando asumimos, había desafíos y uno era poner a las empresas públicas de vuelta en situación de solidez financiera. Estaban muy deteriorados sus resultados. Y en el medio fue la pandemia, donde las prioridades cambiaron. El gasto discrecional del conjunto de las empresas públicas bajó porque, en el trabajo conjunto, vimos racionalizaciones, se dejaron inversiones que no tenían retorno y que eran una aventura. El ahorro de 2022 frente a 2019 fue de 1,07% del producto (PIB), son US$ 760 millones menos. Eso se tradujo en menores tarifas reales y mejoras de resultados de las empresas. Yo no soy del ahorro, soy de la eficiencia del gasto. Hoy hay mayor productividad con menor cantidad de erogaciones en términos totales, y no faltan inversiones. En algunos casos el servicio ha mejorado.

En UTE, no precisábamos más inversión en potencia instalada. Compramos energía que no usamos. Entonces, no sigamos invirtiendo en capacidad instalada, hagámoslo según los programas en 2026, y pasemos ahora todo ese dinero a la inversión en distribución, donde se habían empezado a tener problemas de cortes más recurrentes, reducción de las pérdidas en la transmisión y personas que no pagaban el servicio.

Veníamos de un periodo de cinco años donde, tomando los números de Ursea el sobreprecio de los combustibles sobre el PPI entre 2015 y 2019 fue de US$ 1.500 millones. De todas maneras, la diferencia grande del precio está en los impuestos, la nafta tiene más de $ 32 pesos (en cada litro). Hay que seguir trabajando con las cosas que se pueden hacer, pero tengamos presente el precio de los impuestos. Para bajar los impuestos, hay que bajar el gasto, o sostener el gasto constante y dejar que el crecimiento de la economía brinde más recursos. No hay otra manera. Salvo que queramos ir a una emisión (monetaria) y traer la inflación como un impuesto indirecto que cobramos. 

Hubo una emergencia sanitaria que ocasionó un gasto en OSE, de arriba de US$ 40 millones. Y hubo afectación por el lado de la recaudación. Bajó la actividad del campo, que tiene un efecto dinamizador en otros sectores. Además, está el tema de la “Argentina barata” que ha llevado a que el consumo que se hace afuera, no paga impuestos locales. Otro factor es el tema del paro de la refinería de Ancap, que pesó mucho en el llamado “ciclo de conversión de caja”: el pago de los refinados es mucho más corto en días que el pago del petróleo.

 Siempre quedan muchas cosas pendientes. Se trabajó con el Instituto Nacional de Rehabilitación este año, y ahora tenemos estadísticas de las personas que son reincidentes. Hay que pensar en las políticas para ese tema. Ya hay un plan piloto del MIDES.

100 gestores que sean capaces de dar agilidad al sistema público. Eso se hizo con el Presupuesto de 1995, yo participé y fue una muy buena experiencia. La cantidad de empleados públicos se redujo muchísimo, a partir de ese año hasta 2004. Era un armado con personal muy calificado, con sueldos mejores, que produjeron eficiencias, que se trasladaron a toda la sociedad. De hecho, en la nueva carrera funcional que, en esta Rendición de Cuentas, pusimos determinados cargos técnicos con sueldos más altos para que puedan encarar esa tarea. No entiendo por qué debemos tener unos 70.000 empleados públicos más que en el 2004. Tampoco entiendo por qué hay que tener tantas más sociedades anónimas de empresas públicas. Bueno, es producto de mayorías políticas en el país.

Somos caros, porque tenemos el mayor ingreso per cápita. nuestra gente gana más, tiene más salario, más ingresos por honorarios profesionales, que el resto de la región. somos, en términos poblacionales, muy chicos; tenemos muy poco peso específico. Si la propuesta alternativa es abaratarnos, destruir el salario y las pasividades, ahí yo digo: no. Tenemos que buscar lugares y posibilidades de colocar valor agregado para poder pagar mejores salarios. La clave es la diferenciación. Nuestro mercado más bien pequeño puede derivar en falta de competencia, pero en general eso se debe a las regulaciones. Cuando usted pone una regulación muy fuerte, lo que hace es aumentar el costo fijo, y solo lo pueden afrontar empresas de determinados tamaños. Entonces, eso impide que las empresas pequeñas puedan entrar en el mercado. Las burocracias encuentran en las regulaciones, en las leyes, en las resoluciones y en los decretos detallados, su razón de ser. Contra eso debemos dar la batalla. Las cargas tributarias en Uruguay son “altísimas”. La mitad del salario medio se lo lleva el Estado.

“Como le dije al presidente, es un honor que me haya llamado y la confianza que depositó en mí. Eso para mí está por encima de todo. Ciertamente siento alegría de haber estado aquí, de haber podido contribuir en algo en un momento complicado, de haber puesto mi experiencia, que espero haya servido para algo en esos momentos”. ¿Si volvería? He dicho que no y miren cómo terminé”.

GRACIAS LITO, los uruguayos de bien sabemos quién es nuestro PILOTO DE TORMENTA.

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