¿ES BUENO DIALOGAR? Por Daniel García

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En principio, si queremos responder la pregunta, nadie podría oponerse a tal circunstancia, sabiendo que es parte de la comunicación humana.

Pero, siempre hay un pero, el diálogo será positivo, cuando sea genuino, franco, sincero e intente, tanto exponer mis razones o argumentos, como estar dispuesto a prestar atención y valorar al que emita mi oponente, interlocutor u opositor.

¿Estamos dispuestos a que esto sea así? Una cosa es la teoría y otra la práctica, cuando nuestras convicciones son tan fuertes, que muchas veces pueden casi cegarnos.

Es muy loable defender nuestros valores y principios, pero no debemos olvidar, que tenemos oponentes, que no son tan transparentes como pensamos.

¿Y esto por qué?

Porque el espectro político hoy nos muestra, oponentes que no debemos subestimar, ya que se preparan, se capacitan, tal vez como nadie.

Nos referimos en concreto, al Partido Comunista, quien prepara con astucia sus cuadros, seguidores o militantes, capacitándolos en filosofía marxista, como en una recia formación política.

Pero, además, hoy en día, dominan claramente los destinos y objetivos del Frente Amplio, a través del poder ejercido por ese partido, siempre, pero además hoy avalado, por votos de su interna.

“Diálogos por Pedidos Ya, diálogos por el agua salada, diálogo social con el gobierno argentino, otra reforma es posible con el diálogo social, diálogo por la reducción de la jornada laboral, mesa de diálogo por la ciencia y tecnología, diálogo social por la pandemia, AEBU, seguimos reclamando diálogo, la peor contra el diálogo social que propone el FA, no es la papeleta del Pitcnt, sino la reforma del gobierno dice doña Carolina, homenaje al presidente Vázquez, por su diálogo democrático”

Así, podríamos seguir, con más opciones que hagan mención a esta consigna repetida de diálogo, la cual, en boca de una izquierda militante, que forma cuadros ideológicos, no parece ser tan inocente y menos neutral.

El comunismo ha evolucionado, no ha desaparecido, para quiénes fomentan esa postura, ha cambiado sus máximas consignas, como la “lucha de clases” por luchas de otro tipo, raza, ecología, sexo, habiendo colonizado todo el ámbito de la cultura, al seguir a su máximo exponente y referente actual que es Antonio Gramsci.

No es casualidad, como vimos en citas anteriores, la palabra “diálogo”, haya sido convertida en una especie de “talismán”, que provoca en el oponente, una baja en sus defensas cuando se invoca este término.

¿Quién se va a oponer a dialogar y quedar como intransigente?

La capacidad de trabajar en la semántica y el lenguaje, es parte de una revolución cultural, que pocos comprenden, pero peor aún, que muchos ignoran y no le dan la importancia que merece, cuando la izquierda apuesta y forma sus cuadros así, vea el lector, como todos los dirigentes se fuerzan por hablar en el llamado lenguaje “inclusivo”.

Todos condenamos y genera rechazo, la parte violenta del comunismo, la cual es cierta y ofrece cifras escalofriantes, al sumar cerca de 150 millones de víctimas en el planeta.

Pero esta faceta, ha dejado de ser su foco principal, pasando a un accionar diferente, en el que la lucha armada ha dejado paso a la utilización del lenguaje, donde recurren a palabras tales como el diálogo, para ser potables y aceptados, o sea, el viejo “lobo, con piel de oveja”.

Hoy nos llenan de discursos donde ser iguales, gana en todos los terrenos, igualdad de género, de oportunidades, de derechos, de justicia, paz y tantas otras consignas difíciles de cuestionar.

¿Cuánto hay de cierto en esto?

Para nosotros, nada, ya que el binomio miedo – simpatía, hace su juego, condiciona acciones y posturas, pero de quienes supuestamente nos representan, ya que los que están en la vereda opuesta, tienen claro el camino a seguir.

Para profundizar en este asunto, recomiendo un libro fundamental, que trata en profundidad esto, “Trasbordo Ideológico Inadvertido y Diálogo” del profesor Plinio Correa D’ Oliveira, pensador católico que descifró a tiempo y magistralmente, esta estrategia marxista aplicada en la interna de la misma Iglesia.

¿Puede ser delirante, exagerado o simplemente inexistente lo que decimos?

Seguramente que no, cuando comprobamos, cuantos asuntos, terminan teniendo una visión de izquierda, no contando, ni teniendo en cuenta, opciones diferentes, cuando en el mismo parlamento así se proponen.

Para comprender cabalmente, debemos estar alertas y conocer, que detrás de tantos llamados al diálogo que propone la izquierda, dicha estrategia se compone de, retrasar o enfriar algún asunto, para que cuando se sienten en ese afán de discutir, introduzcan en forma casi imperceptible sus ideas, posturas y visiones.

Así operan los sindicatos, cuando negocian con sus empleadores, propuesto ese “diálogo” mágico, donde tantas veces aquellos, creen que cediendo y otorgando beneficios, van a comprar una cierta paz o tranquilidad, sin llegar a comprender, que estas concesiones, solo harán fortalecer al sindicato en sus demandas, sin freno, tantas veces, aunque coloque a la empresa al borde del abismo o su cierre.

Preste atención el lector, a cuantas veces escucha y escucharán a dirigentes y políticos de izquierda invocar y llamar al diálogo, como iniciativa, como imagen de conciliación, de acercamiento y a continuación el portazo, la postura más radical e intransigente dará paso a un conflicto o la negativa a acordar.

Esto lo hemos visto en cantidad de ocasiones, donde todo parecería resolverse con instancias de diálogo, siendo el de la seguridad social, seguramente uno de los más significativos.

La previa de la reforma, contó con largas instancias de diálogo que involucraron a todos los actores posibles, en el camino los representantes de la izquierda, así como los sindicales, se retiraron, cuestionaron, no apoyaron, “otra reforma es posible”, se cansaron de decirnos, hasta que una parte, optó por ir por el camino de un plebiscito.

¿Que nos dice y propone la izquierda como camino?

Un gran “diálogo nacional” en el que todos los actores se sienten a discutir, bla, bla, bla, cosa que seguramente, en el supuesto caso de acontecer, terminará imponiendo la caprichosa visión que la izquierda tiene, donde será como un torpedo en la línea de flotación del mismo sistema.

El lenguaje es un nuevo actor que la izquierda introduce en sus objetivos revolucionarios, los que se elaboran y moldean en el tiempo, se ponen en práctica en prestigiosas universidades, que son sus usinas generadoras de tendencias y que terminan imponiéndose.

Así ha operado el tema de “ideología de género”, sus palabras mágicas “inclusión”, “derechos”, “igualdad”, “justicia social”, términos que generan adhesión, simpatía y que los hacen casi impermeables, cuando queremos esbozar algún tipo de crítica o cuestionamiento.

Cuando se invoca la palabra diálogo por la izquierda, solo dos cosas hay detrás de la misma, retrasar algún asunto, desactivarlo, o es aquella vieja estrategia de “dos pasos adelante y uno atrás”, se preparan para terminar haciendo ese “trasbordo ideológico”, que les ha dado sus resultados en el tiempo.

¿Es bueno dialogar?, estamos a favor del mismo, pero dependerá de quien tengamos como interlocutor, si es en política, seamos cautos, atentos y tengamos claras nuestras convicciones y valores, ya que a los oponentes, no los animan ni tienen los mismos objetivos que nosotros.

Daniel García

6 COMENTARIOS

  1. Muchas gracias Claudia, se aprecia el comentario. A veces hay temas que son áridos para desarrollar porque resultan también difíciles de que muchos comprendan la importancia que tienen

    Cordial saludo

  2. Síntesis de una realidad cuasi permanente; dialogar para aferrarse a sus posturas y salir a los medios a desprestigiar a la otra parte «porque siguen abiertos al diálogo «.
    Excelente nota.

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