Es la historia de una familia de trapecistas de un circo que recorría los barrios porteños en la década de 1940. Catalina, era una de las más jóvenes del linaje de mujeres que habían muerto en graves accidentes con el trapecio ya que carecían de protección para el riesgo que asumían. Así había perdido a su madre, abuela y bisabuela. Catalina continuó trabajando en el circo como trapecista en el barrio de San Telmo. Debido a los trágicos incidentes en su familia, cada que vez que Catalina se presentaba ante el público era recibida con los gritos de “Agarráte bien, Catalina”. Con el paso del tiempo la frase fue “Agarráte Catalina”. Lamentablemente, Catalina falleció en una de las funciones del circo con tan solo 25 años de edad. Irónicamente, no murió en un accidente de trapecio, fue impactada por el hombre bala al ser propulsado desde el cañón hasta la carpa central. La moraleja que se extrae de esta triste historia, es que repetir los mismos actos sin reflexionar en el riesgo que se corre de caer al vacío, es algo necio. También en materia política, este tipo de conductas autodestructivas es la consecuencia de repetir lo mismo sin medir las consecuencias. No reconocer el riego para la sociedad, y para la propia corporación política que la dirige, que impone acelerar el cambio radical a tiempo, antes de caer al vacío. Uruguay se ha convertido en sólo tres años en la vedette de América, porque 30.000 compatriotas desilusionados, le dieron la oportunidad de evitar, transitoriamente, el mismo destino trágico, por ejemplo, de Argentina. La oposición de ese país, destaca nuestra fortaleza institucional: un vicepresidente renunció por abusar de la tarjeta corporativa, mientras allá la vice condenada por corrupción a devolver un millón de dólares, sigue en el cargo. Allá tienen 100% de inflación, aquí apenas el 9%. Allá tienen 50% de pobres, 7 millones de personas viven de la asistencia pública; no tienen crédito, sólo les presta el FMI. Aquí sólo 140 mil están desempleadas, asistidas, y se estima en 15% las que están por debajo de la línea de pobreza. Pero, ¿tenemos red de contención contra el populismo? Daniel Iglesias Grèzes en El Observador, señaló: “Algunos creen que las cosas marchan bien en nuestro país. Sin embargo, a mi juicio dos datos bastan para demostrar que Uruguay sufre dificultades muy graves: una encuesta de Cifra del año pasado reveló que el 41% de los uruguayos tenía una predisposición a emigrar. Y en los menores de 30 años la predisposición a emigrar ascendía a un trágico 61%. Los principales problemas del Uruguay, que en su mayoría son de larga data: Demografía y destino, Mala educación, Aprendizajes deficientes y deserción escolar en Uruguay, el estatismo de los uruguayos, el drama económico de José, la Constitución olvidada. Uruguay es un país agobiado por un secularismo radical, un estatismo galopante, un sistema educativo en crisis profunda, caídas estrepitosas del matrimonio y la natalidad, salarios y jubilaciones bajos, impuestos altos, una deuda pública creciente y varios males sociales que afectan a muchos (necesidades básicas insatisfechas, crímenes, drogadicción, suicidios, etc.). ¿Los uruguayos nos desvelamos para corregir las serias disfunciones que hacen que la mayoría de nuestros jóvenes sueñe con emigrar? Quisiera creerlo, pero no veo que sea así. Seguro que se hacen muchos esfuerzos para mejorar las cosas en distintos sentidos, pero en general (y en particular en ámbitos clave como la educación, la seguridad social y la vivienda) los cambios positivos parecen ser demasiado lentos e insuficientes. Muchos uruguayos ponen sus esperanzas en un eventual regreso de la izquierda al gobierno nacional. En mi opinión, lo que la izquierda propone es, al menos en líneas generales, lo contrario de lo que el Uruguay necesita. En esencia la izquierda es parte del problema, no de la solución. Las ideologías erróneas producen malos diagnósticos y peores terapias. La historia nacional, regional y universal lo confirma” … “Y por supuesto hay muchos más ciudadanos afines a una visión política conservadora. Se trata de una gran demanda política a la espera de una oferta política acorde”. Como ha sucedido en nuestra América toda, el primer cambio que se reclama es el del propio sistema político. Que rompa la autopercepción de que hace lo que puede; y sea el gozne para realizar los CAMBIOS, se ABOQUE A DENUNCIAR LOS INTERESES QUE LOS IMPIDEN, y a no dejar este país caer en manos de los desesperados y sus carceleros. Todos los gobiernos elegidos recientemente en América Latina fueron populares durante su primer año y pasaron después a ser los peor evaluados de la historia. La gente cree que tiene que optar por distintos tipos de malos políticos. Castillo duró un año en un Perú convulsionado, Lasso atraviesa una crisis con final imprevisible, Boric se dirige a una situación semejante, Petro ha caído de manera perpendicular en las encuestas a solo seis meses de gobierno. Luego de un gobierno exitoso en lo económico, Lula en Brasil encabezó una coalición de casi todos los políticos del país, apoyada por las elites empresariales, intelectuales, artísticas, y ganó la segunda vuelta con apenas dos puntos. Existe un rechazo inédito a los gobiernos, a los Parlamentos, a la Justicia, a los partidos políticos, a la iglesia católica, a los medios de comunicación, a lo valores vigentes hasta comienzos de este siglo. La mayoría de los votantes menores de 40 años quiere irse a vivir a los Estados Unidos o a Europa occidental. Aunque se generalizó un discurso anticapitalista, no existen propuestas alternativas, ni hay quien quiera emigrar a Cuba, Corea del Norte u otros países comunistas. En los últimos años se agrandó la brecha que separa a la gente común de las elites. El siglo de las ideologías murió. Las grandes utopías fueron reemplazadas por “sueños de la clase media”. Entraron en crisis o desaparecieron los partidos internacionales como el Comunismo, la Democracia Cristiana, el Socialismo, que tuvieron que conjuntarse en Frentes para pasar desapercibidos. Franco Parisi obtuvo el tercer lugar en Chile a través de la red; sin pisar el país, les ganó a las coaliciones que lo gobernaron durante todo el período democrático. Muchos de los candidatos dicen que los políticos son corruptos, incapaces, sin acordarse de que ellos también son políticos y contribuyen a su propio descrédito. Los ovnis suscitan más interés que los partidos; exasperantes máquinas electorales. ¿Tiene arreglo esto? El último cuarto de este siglo es la resultante de los errores, omisiones, prédicas, doctrinas, complicidades, prebendas, populismos, facilismos, fanatismos, sistemática destrucción de los valores nacionales, hasta del sentimiento mismo de Patria, que hoy pareciera una manifestación romántica, débil y meliflua. Se mató a fuerza de huelgas, manifestaciones violentas y feriados exprés la gran riqueza diferencial de la educación escolar y la educación familiar, hechas trizas deliberadamente. Una sociedad sin nadie que la unifique, dividida adrede, con un idioma cada vez menos común, tajeada en cientos de grietas, desde el narcotráfico al asesinato fácil, desde la informalidad y el juicio laboral a la marginalidad, desde la incultura a la ignorancia total, endeudamiento e inflación condujeron a quedarnos sin ahorro e inversión, sin confianza en sí mismo ni colectivamente, sin coraje, sin grandeza y sin sueños, salvo el de vivir sin esfuerzo ni empeño, y enriquecerse a cualquier precio. Lo que empezó siendo la corrupción disimulada y tolerada del proteccionismo y la prebenda, estalló en una corrupción rampante del sistema político, de las empresas, del sindicalismo, una corrupción multipartidaria, multisectorial desenfadada, que superó al sistema Judicial superado, bastardeado e infiltrado. Este latrocinio acumulado impera desde hace mucho en el país, como lo marca el caso de los “pasaportes rusos”. Los nuevos políticos simplemente quieren participar y taparlo. Se puede argumentar, que tal situación ocurre en buena parte del planeta, y que eso justifica las concesiones populistas con que se coimea al votante y al ciudadano en el mundo en busca de perdón, permiso y anuencias. Pero eso no torna el hecho en tolerable. Y para un país al que le va la vida por una economía que debe ser productiva, abierta y libre, tampoco previene la caída continua del trapecio. El fatídico grito de “que se vayan todos” se pronuncia anulando el voto. Es condenado y ahogado por los políticos, que dicen que atenta contra la democracia y la república. Muchos de los mismos personajes que a cada paso se ríen de la democracia, la representatividad y el republicanismo. Eso no evita que la mayoría piense que los políticos son un sindicato más. Ganapanes en busca de un puesto, que luego se ceban y ceban a sus entornos, incapaces de hacer lo que deben, o al menos lo básico que prometen. El poder por el poder mismo. El poder para manejar el dinero. La eventual solución a la caída colectiva del trapecio conlleva la eliminación de cuajo de las causas que nos han traído a la triste y ridícula situación, y le ha quitado toda esperanza a la sociedad productiva, trabajadora y decente. La primera acción que debería tomar un gobierno en serio, es revisar TODOS los presupuestos, el nacional y los departamentales en base cero. Eso incluye el análisis salarial público de los quintiles más altos, donde se esconden los hijos, entenados y amantes de varias capas de políticos, a lo que hay que sumar los viáticos, gastos, tercerizaciones u ONGs, fuente directa y fácil para falsificar gastos que paga la sociedad sin ningún control. Nada de eso podrá hacerse si no se dispone de una amplia mayoría no venal de legisladores, de intendentes, y alcaldías, por donde huye a raudales la riqueza y la decencia nacional. Por supuesto que, si eso no se logra, todas las soluciones son inviables, injustas, inmanejables. Además, analizar y trasparentar todos los contratos entre privados y el estado; los juicios que originó y están pendientes, responsabilizar por los que se han perdido deliberada y alevosamente. La administración pública la han convertido en una cueva de ladrones, o de tolerancia, consorciada con un privilegiado sector privado. La sociedad aguarda el resultado judicial de la investigación sobre cientos de denuncias políticas contra acciones políticas. Recrear un sistema donde no sean los sindicatos docentes los que manejen la educación. Donde el que trabaje en serio gane más que el que no trabaja. Un sistema de salud que responda a criterios médicos de adecuación del gasto eficaz, eficiente, alejado de corrupción. Dejar de autorizar servicios con participación solapada de los políticos y amigos. Retomar la confianza es reducir al mínimo la intervención política para evitar la corrupción pública. Los presupuestos públicos son alevosos atentados contra la honestidad contra la lógica y contra la confianza. Y, sobre todo, contra el ciudadano. Por eso tantos deben coimear al votante para que les perdone sus pecados. Abusan y violan las normas constitucionales con presupuestos deficitarios que cubren con endeudamiento, inflación, a los que agregan fideicomisos. Desincentivan la inversión, el ahorro, multiplican el desempleo, la informalidad y la pobreza. Paradójicamente, para contrarrestar estos efectos desastrosos en desempleo, informalidad y pobreza, multiplican el gasto público retroalimentando el déficit y el tamaño del daño a la actividad productiva. Luego de ese crecimiento anómalo del gasto, inconstitucional, dañino y destructivo, acostumbrados los pobres a la droga del asistencialismo, y los jóvenes incorporados a la cultura del “…tenemos derecho a…”, resulta imposible corregir el crecimiento anómalo del gasto. Se reclama que afectaría el gasto social, cuando este es la consecuencia de bastardear el presupuesto, usar obscenamente el dinero del contribuyente, liquidar la producción y el trabajo, castigar al pobre y subsidiarlo en la miseria. El compromiso no debe ser sólo de los candidatos. Debe ser de toda la sociedad. De lo contrario seguiremos el destino inexorable, fatal, de sociedades enteras ahogadas en totalitarismos mafiosos que extirpan los derechos humanos esenciales. Algunos emigrarán, se expatriarán, serán refugiados, intentarán llegar hacia los resquicios de libertad que todavía queden en el resto del Mundo. Hay un indicio evidente de quienes nos empujan a caer del trapecio: los cómplices que encubren y victimizan a dictadores. Esa red de protección, es falluta. Rejunte de desesperados por un cargo político que utiliza promesas de utopías siempre postergadas, probadamente fracasadas: “Agarráte Catalina…”. Hasta la murga los insulta y les pide una mirada más humana hacia los que dejan tirados. La otra, aquella donde se respeta al individuo como promotor del crecimiento económico y social, exige, sin la menor demora, una dirección política que asuma honradamente su responsabilidad de tejer la red de contención que nos garantice a TODOS conservar la libertad, lo que es propio, recuperar el orden, la armonía y la esperanza de no caernos del trapecio.
Apreciado co asociado, excelente análisis del problema uruguayo y, de todos los países de Hispanoamérica ¡como irónicamente un filósofo anti capitalismo (imagen) izquierdista -Noam Chomsky- lo señaló! Insinuando que la miseria de nuestros países se funda en que con innumerables recursos, humanos, geográficos y materiales, sus líderes políticos (de izquierda o derecha)no hayan trabajado en función del progreso o desarrollo social y económico de sus países, sino de su peculio. Esto se sintetiza en «Despotismo y Nepotismo» generalizado.