ALGO HUELE MAL. Por Roque Gallego

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La prensa informa en los últimos días de la fuga de diversos narcotraficantes que se encontraban gozando de prisión domiciliaria, beneficio que  obtenían de certificaciones médicas falsificadas, sin que jueces y fiscales se preocuparan mucho de su legitimidad o de la intervención del Instituto Forense; en un caso ni siquiera se exigió el uso de tobillera. Y como dice el dicho se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, entonces el Poder Judicial “tomó la decisión de revisar todas las prisiones domiciliarias otorgadas en los últimos tiempos”. Al marco anterior habría que agregarle las declaraciones de la ex –Fiscal Gabriela Fossatti acerca del manejo ideologizado de la Fiscalía General de la Nación.  

Por otra parte tenemos una fiscalía de Delitos de Lesa Humanidad, que por su denominación debería ser empleada para intervenir en hechos ocurridos a partir del 28 de junio de 2002, tras la aprobación parlamentaria de nuestro país del Estatuto de Roma que establece dichos delitos. Sin perjuicio de lo anterior, a pesar de una ley de caducidad y dos consultas populares que la ratificaron, aquella fiscalía aportando pruebas de dudosa veracidad y validez, con la anuencia de jueces, que casualmente casi siempre son los mismos, se han dedicado a procesar con prisión a septuagenarios, octogenarios y nonagenarios, concediéndoseles el beneficio de la prisión domiciliaria en casos de evidente quebranto de salud y hasta interrumpiéndola por frágiles razones.

Tenemos entonces un sistema judicial que cual dios Jano tiene dos rostros mirando hacia ambos lados de su perfil, simbolizando dos puertas, las de los comienzos y los finales. Dos de sus epítetos son “el que abre las puertas” y “el que cierra las puertas”. Así como Jano, nuestra justicia abre las puertas para que escapen peligrosos delincuentes como son los narcotraficantes y reinicien su vida en el delito, a la vez que a civiles, policías y militares  que salvaron la patria de caer en las garras de la subversión marxista le cierra sus puertas condenándolos al final de sus vidas.

Con un sistema judicial corrompido e ideologizado, aquellos servidores de la patria injustamente detenidos solo podrán ser redimidos de tan perverso sistema mediante una intervención política que legisle despejando de obstáculos legales que impiden se ejerza la voluntad popular expresada dos veces en las urnas.

“Esencial a la justicia es hacerla sin diferirla. Hacerla esperar es injusticia”. Jean De La Bruyère

2 COMENTARIOS

    • Totalmente de acuerdo. Existe un poema del pastor luterano alemán Martin Niemöller, Primero vinieron…. Empieza «Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, ya que no era comunista(…) sigue luego cuando llevan a sindicalista, socialdemócratas. judíos y termina «Cuando vinieron a buscarme,
      no había nadie más que pudiera protestar». Que tengan cuidado los políticos que se dicen de derecha no les suceda lo mismo.

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