Esta es la última columna que escribo en el presente año, estamos a pocos días que el planeta Tierra complete una vuelta alrededor del Sol, los años son una segmentación arbitraria del tiempo, que nos permite contar el trascurso del mismo. Por ello próximo a fenecer el año 2023, del calendario gregoriano que ha adoptado nuestra civilización occidental, es ocasión propicia para llevar a cabo un balance de lo escrito y esbozar una perspectiva de lo que aspiramos a escribir.
Con convicción hemos defendido, desde esta columna periodística, a la libertad individual como valor supremo de la existencia humana; a la democracia como medio de preservar la libertad, pero advirtiendo sus preocupantes extravíos; a la economía de mercado como instrumento de cooperación social espontánea que crea prosperidad; a la solidaridad social como complemento insustituible de la fraternidad privada, pero sin caer en el espejismo embaucador del igualitarismo; en el Estado de Derecho como garantía de certidumbre jurídica y en el señorío de cada humano con relación a su propio cuerpo.
En la defensa de estos principios, hemos tenido que cuestionar innúmeras iniciativas signadas por la demagógica prodigalidad estatal o por un anacrónico nacionalismo económico. En el plano histórico hemos seguido abogando por el rescate de hechos y personalidades olvidadas o tergiversadas por el relato tradicional. Somos conscientes que no siempre hemos podido llegar de la mejor manera a los lectores, no obstante hemos tenido la satisfacción de que personas, de las más diversas posturas ideológicas, nos hayan hecho llegar, en la coincidencia o en la discrepancia, que la nuestra era una prédica diferente, fundada y respetuosa.
Siempre hemos respetado a quienes piensan diferente, hemos intentado ser humildes, dado que podemos creer que nos acercamos a la verdad en un determinado asunto, pero entendemos que nunca la alcanzaremos, por ello repetimos que no hay últimas palabras. Siempre hemos pensado en la finitud de nuestra existencia, que las pocas décadas de vida, que a cada uno de nosotros nos han sido dadas, son una parte infinitesimal de la historia humana, por ello jamás debemos ser arrogantes. Luchar por los principios que consideramos válidos, porque ello es lo que da significado y propósito a la vida, implica el respeto a la dignidad y el honor del adversario.
Formamos parte de una civilización plural y compleja, que ha surgido fruto de la acción espontánea de millones de individuos que diariamente interactúan entre sí. No debemos abdicar de nuestra condición de seres racionales dotados de pensamientos pero también de sentimientos. El contraste de ideas es enriquecedor, el agravio, el insulto y la denostación del que piensa diferente es una deleznable patología de la convivencia humana.
El próximo año estará signado en el país por los acontecimientos electorales, el 30 de junio serán las elecciones internas de los partidos políticos, de donde surgirán los candidatos únicos a la Presidencia de cada Partido; el 27 de octubre se llevarán a cabo las elecciones de Diputados y Senadores y la primera vuelta a la Presidencia y Vicepresidencia de la República y el 24 de noviembre, lo más que probable, tendremos la segunda vuelta o balotaje entre las dos fórmulas más votadas.
También el año venidero es probable que se sometan a la consideración ciudadana, conjuntamente con las elecciones nacionales de 27 de octubre, dos iniciativas de reforma constitucional, absurdas y demagógicas, sobre previsión social y reestructura de deudas, cuyos graves riesgos hemos advertido. Esta ritualidad democrática cumplirá el año próximo cuarenta años ininterrumpidos, lo cual es un récord en la historia nacional. Los liberales, con nuestros grados y matices, estamos dispersos en distintos sectores sociales y partidos políticos, así como lo están nuestros adversarios los colectivistas. Ello no es ni bueno ni malo, es un dato de la realidad que evidencia que las ideas surcan transversalmente al sistema político.
No faltaran temas a abordar, en un año que será de contraste de propuestas sobre el rumbo que tomará la República en el próximo lustro. Sólo nos resta expresar una frase que resume los anhelos y las esperanzas de todos, feliz año nuevo.