BICENTENARIO DE UNA PRECURSORA DECLARACIÓN. Por Hilario Castro Trezza

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Un 29 de octubre de 1823, hace 200 años, el Cabildo de Montevideo aprueba, por unanimidad, una precursora declaración, por la cual dispone la nulidad del acto de incorporación de la Provincia Oriental a la monarquía portuguesa sancionada en 1821 por el Congreso Cisplatino y nulas y de ningún valor las actas de incorporación al Imperio del Brasil, y la pertenencia de la Provincia Oriental a la Nación de la Unión del Río de la Plata de la que ha sido y es una parte desde que se sustrajo enteramente del dominio español europeo.

Esta espléndida declaración, que permanece olvidada, es el precedente de las leyes de 25 de agosto de 1825, aprobada por la Sala de Representantes de la Provincia Oriental en la Villa de San Fernando de la Florida. Uno de los redactores de la declaración de 1823 será Luis Eduardo Pérez, el que a su vez lo será, junto al bonaerense Carlos Anaya de las Leyes de 1825.

La magna declaración del Cabildo, electo por el vecindario de la ciudad y extramuros el 1 de enero de 1823, fue la culminación del movimiento liderado por la sociedad secreta Caballeros Orientales, que habían comenzado su actividad conspirativa años atrás por influencia de Carlos María de Alvear. Los más conspicuos Caballeros Orientales fueron: Manuel e Ignacio Oribe; Juan Francisco Giró; Santiago Vázquez; Cristóbal Echevarriarza; Luis Eduardo Pérez; Juan Benito Blanco; Antonio Díaz; Manuel Pérez y Gabriel Pereira.

Dado que el 7 de setiembre de 1822 Brasil se independizó de Portugal, se produjo un conflicto entre el Gral Carlos Federico Lecor, partidario del Imperio del Brasil, y el Gral Álvaro Da Costa, partidario del Reino de Portugal. Los conspiradores, entre los que se encontraba Manuel Oribe, se inclinaron tácticamente por apoyar a Da Costa. En cambio Fructuoso Rivera se mantuvo apoyando a Lecor, concordando con el objetivo de la conspiración, pero reputando inoportuno e improcedente el momento, al no contarse con apoyo de las hermanas provincias argentinas, según una carta que redactará a posteriori.

Luego Lecor y Da Costa llegan a un acuerdo y el segundo embarca las tropas lusitanas y entrega Montevideo. El desenlace final le da la razón al floridense Fructuoso Rivera. Mientras las provincias hermanas de Tucumán; Córdoba; Salta; Entre Ríos y Corrientes se organizan y se daban estatutos constitucionales, la Provincia Oriental, bautizada como Cisplatina, seguía bajo el yugo imperial brasileño. Recién, con la ayuda de los argentinos occidentales, los argentinos orientales estarán en condiciones un 19 de abril de 1825 de emprender la Cruzada Libertadora liderada por el minuano Juan Antonio Lavalleja, que será viable con la incorporación de Fructuoso Rivera en Monzón el 29 de abril de 1825.

Luego de la instalación del Gobierno Patrio el 25 de agosto de 1825 en la Florida se sancionará la independencia del Reino de Portugal y del Imperio del Brasil y la reunificación nacional con el resto de las provincias argentinas, ello fue consolidado por los orientales en los campos de batalla de Rincón el 24 de setiembre y de Sarandí el 12 de octubre, que determinaron que el Congreso de las Provincias Unidas, dispusiere la reincorporación a la Unión Nacional de la Provincia Oriental, todo ello en aquél glorioso año de 1825.

Este hecho acaecido en 1823, hace 200 años, merece ser recordado, dado que expresa el más genuino sentimiento de los orientales: independizar a la Provincia de todo poder extranjero, España; Portugal y Brasil y confederarla a las restantes Provincias Argentinas “a quien siempre perteneció por los vínculos más sagrados que el mundo conoce”. Ello había sido proclamado por Artigas en el Congreso de 1813 y ante las misiones Amaro-Candioti de 1814 y Pico-Rivarola de 1815.

Lamentablemente, las consecuencias de la Convención Preliminar de Paz firmada el 28 de agosto de 1828 y ratificada en 4 de octubre de 1828 que dieron nacimiento al Estado Oriental del Uruguay, han hecho olvidar la declaración del Cabildo de Montevideo de 29 de octubre de 1823 y le han dado una errónea interpretación al alcance de las Leyes de 25 de agosto de 1825.

Hoy estamos orgullosos de nuestra República Oriental del Uruguay, pero ello no puede ser obstáculo para ignorar o tergiversar el anhelo de Patria Grande por el que, sin éxito, lucharon abnegadamente nuestros ilustres antepasados.

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