CHINA. LA MIRA PUESTA EN AFGANISTÁN.

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Llegan pocas noticias de Asia Central. Pero allí continúa el «gran juego» en procura de conquistar Afganistán, corredor central de la milenaria «Ruta de la Seda».

China quiere recomponer esa ruta para continuar su embestida económica y política hacia Occidente.

Emergen los chinos como futuros dominadores del mundo.

Hábiles en sus apreciaciones, explotan el vacío de poder surgido en Afganistán. Pero no usan el poder militar, sino el económico, porque conocen la mente asiática y en particular, la de los Talibán, a quienes no hay que enfrentarlos, sino comprarlos. También lo saben los árabes saudíes, quienes aportan torrentes de dólares y dan fuerza a los Talibán en su diseminación de fundamentalismo wahabi en toda Asia Central.

Rusia ve esto con preocupación, por el riesgo que implica perder su «patio trasero», más en el presente, cuando Moscú se ha estancado en Ucrania y no ha podido llegar al Mar Caspio, enorme fuente de recursos energéticos, en particular el gas natural licuado, el combustible del futuro.

Los Talibán firmaron un contrato con una empresa china para la extracción de petróleo en la cuenca del río Amu, situada en el norte del país, en el que supone el primer acuerdo de este tipo desde que los fundamentalistas se hicieran con el poder en agosto de 2021.

Para los Talibán se trata de «un contrato muy importante» y «sin precedentes en los últimos 50 años», según un portavoz del gobierno.

La empresa china Central Asia Petroleum and Gas Co. podrá trabajar en una zona de 4.500 kilómetros cuadrados e invertirá 150 millones de dólares al año (durante los tres años de exploración y extracción).

Un portavoz de dicha empresa ha manifestado que 3.500 personas serán empleadas en el proyecto, «todas ellas jóvenes afganos», ya  que los trabajos de procesamiento del petróleo extraído serán llevados a cabo en Afganistán.

¿En que afecta esto a los afganos «de a pie», los ciudadanos comunes?

No tendrá variantes, estimo. Los Talibán controlan el país, pero el ISIS-K continúa sus acciones. La guerra civil, a la que se suman otros grupos, mantienen un permanente estado de violencia y paga las consecuencias la población civil.

Y ha sufrido uno de los peores inviernos de los últimos años.

Las muertes por el frío son habituales en el conflictivo país asiático, debido a la escasez de infraestructuras y servicios básicos, así como a la baja calidad de las viviendas, a menudo simples tiendas de campaña en el caso de los más desfavorecidos.

A ello se suma la crisis humanitaria desatada en el país tras la llegada de los talibanes al poder en agosto de 2021, que derivó en la suspensión de los envíos de ayuda, asistencia financiera y acceso a las reservas internacionales.

Pero todo eso no impide que el «gran juego» continúe.

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