El editor de Semanario Contexto, Raúl Blanco, Uruguay, filósofo, profesor universitario, emitió el siguiente contenido, cito:
“Los argentinos son una manga de ladrones, del primero hasta el último”, dijo Jorge Batlle. Y más allá de tomarse como una frase infeliz por su investidura, muchos argentinos reconocieron públicamente que tenía razón, y otros lo hicieron por lo bajo, o lo pensaron.
Acá en Uruguay estamos asistiendo a la paradoja de descubrir que por estos lares también hay “una manga de ladrones”, no sé si son todos, pero que los hay los hay.
Recuerdo de chico ver en televisión un programa de Cacho de la Cruz, donde en un juego había que descubrir “detrás de qué puerta estaba el chancho”.”
Raúl en esta entrega advierte que; en el presente, en Uruguay asisten a un juego parecido donde un sector crítico y analista se sorprende de: “ver aparecer ‘Chanchos’ detrás de algunas puertas, mientras que otros cruzan los dedos para que no aparezcan, y verse en la incómoda posición de no saber cómo justificar o taparlo”.
Y continúa, narrado actos de corte administrativo donde muchas obras presupuestadas quedan en el plano, o realizadas a media, o abandonadas, cito:
“Podemos retrotraernos a algún período anterior, cuando asistimos a la apertura de algunas puertas, como la de una Regasificadora que no fue, de una Cárcel, alguna Papelera, algunas Empresas del Estado con sus tarjetas o Mega Construcciones, algún Puerto que no fue muy profundo, apertura de muchas puertas para ingresos discriminados de funcionarios.”
Considerando lo anterior expuesto yo le replico, apreciado colega, esa mácula no es exclusiva de Argentina o Uruguay, es evidente en todas las latitudes hispanas o, dicho de otro modo, latinoamericana.
Y no es reproche, ni discriminación, mucho menos desprecio a nuestros gentilicios, es la triste imagen, es lo más probable en relación a la verdad. No es cuestión de percepción sino la sensación de fraude por efecto inteligible, es lo que se siente y se ve. Por tanto, perjudica no al individuo sino al colectivo que conforma cualquiera de nuestros países afectados por tal virulencia.
Un claro ejemplo es la Venezuela de hoy infectada en su desarrollo político por lo más burdo de su genealogía y tristemente representada por la saga castro comunista del PSUV, desde hace 20 años han desfalcado al erario nacional con proyectos fantasmas y obras inconclusas que dan más que espanto, dolor, o viceversa. Aparte de ambas sensaciones produce indignación y repudio, contra lo cual, se debe luchar para erradicarlo.
Aunado a esta saga parásita se suma la intervención de astutos tanto en geopolítica como en tratos de asimetría económica contra el país, entre ellos, los Castro y sus cómplices de Cuba, los Chinos con convenios vampiros, los rusos y Bielorrusos con convenios fraudulento del orden de los chatarreros y; como contorno, los reyes del tráfico de influencias, los brasileños de Odebrecht. Todo esto, sin descartar a los iraníes y cuanto thaur del fraude se persone ante los indolentes y traidores que obtienen carteras políticas y gerencias en las instituciones públicas.
Tal parece que a quienes tiene ese deseo de poder, ligado con fama, riqueza y gloria en nuestros lares latinos, al tener la primera oportunidad de haberse de un cargo político le emerge o aflora (valga el término) ese gen maléfico de la saga delincuente a bordo de las calaveras de Colón.
Por eso en el artículo de Raúl Blanco en este respetable areópago virtual, metafóricamente escribí lo siguiente:
Desafortunadamente, esa es parte de la genética perversa de la polinización post colombina, la violación o cruce entre la nefasta tripulación de los descubridores de estas tierras hermosas con hembra de las mismas, se patentizó de forma masiva. Ergo, hay la posibilidad que haya sido así. Por eso, desde la península de California hasta lo más remoto de la Patagonia, parece ser que esos genes actuaron como un virus maléfico.
¡Cualquier parecido es mera especulación!
Joise Morillo
Venezuela USA
